Por un lado, citrato férrico amoniacal verde y agua destilada. Por otro, ferricianuro potásico con agua. Se mezclan ambas soluciones a partes iguales. Como resultado, una emulsión que aplicada sobre una superficie de tela reaccionará ante una fuente de luz, en este caso el sol, adquiriendo un color azul, mientras que las partes cubiertas se mantendrán en su color original. Este es de forma esquemática el proceso para obtener una cianotipia, un antiguo procedimiento fotográfico que sin embargo ayer adquirió tintes de vanguardia.

Todo gracias a la labor conjunta del artista Reinaldo Thielemann y de la Mustang Art Gallery. Y también del medio centenar de alumnos del IES Carrús de Elche que fueron parte de la propuesta creativa que dio como resultado una de las cianotipias más grandes del mundo, con sus 72 metros cuadrados de superficie, que se podrá ver en la sala Mustang el 16 de julio. Por eso, realizaron las gestiones para que fuera valorado por el Libro Guinness de los Récords. «Es un proceso largo y había que pedirlo con más tiempo, pero si nos contestan presentaremos la documentación a ver si es suficiente», afirma Juan Fuster, responsable de la sala Mustang.

La cita fue a las diez de la mañana. Thielemann explicó a los jóvenes participantes qué es lo que iban a hacer; después ensayaron las posturas sobre el suelo marcando las dimensiones de la superficie real. Seguidamente se colocó la tela de 12 por 6 metros, que había sido impregnada con la emulsión fotográfica el pasado viernes, día desde el que había permanecido en un cuarto oscuro. Se estiró la tela sobre el suelo y rápidamente los jóvenes se pusieron encima con las posturas ensayadas, se esparcieron una serie de letras y así tuvieron que quedar inmóviles durante unos siete minutos.

Pasado este tiempo se levantaron y el resultado fue sorprendente: el sol había convertido los trozos de tela expuesto a la luz en una superficie azul, mientras que los espacios ocupados por las letras y por los alumnos permanecían sin variación de color. Lavado de la tela con una manguera y el agua preparada en una piscina para detener el efecto de la emulsión y obra de arte terminada.

Este proceso contado así, tan rápido, parece sencillo, pero lleva mucho trabajo detrás. «La experiencia ha sido muy buena, tanto por el nivel de implicación de los chicos como por los medios que ha puesto la galería», asegura Thielemann, que ha preparado esta obra como culminación del proyecto Blue&White, que le proporcionó la beca de profesionalización Puénting, que otorgan la Facultad de Bellas Artes de Altea y Mustang.

«Es una pieza con una dificultad técnica grande por el tamaño, pero gracias a Mustang y a los jóvenes ha salido muy bien; conseguir ese punto de contraste es muy difícil».

La cianotipia viene de los principios de la fotografía y se utilizó como técnica alternativa cuando no existían fotocopiadores para reproducir planos y documentos. Lo que permite en este caso, apunta el artista, es «usarla como medio para relacionar al espectador con la obra, que no es meramente un visualizador pasivo sino que pasa a ser autor y actor de la obra». Y lo que ha querido hacer, afirma, «es hablar un poco sobre cómo hoy en día la imagen sirve como elemento comunicativo, hacer una alegoría de la comunicación a través de la imagen y el lenguaje».