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«Cuando regresamos a Alicante en 1976, llorábamos los dos como niños»

Rodolfo Llopis Boye, nacido en Albi en 1939 durante el exilio francés, es hijo del alicantino Rodolfo Llopis. Emocionado, que también feliz ante el inminente homenaje de Tolousse, Llopis Boye dedicó también toda su vida a la enseñanza como profesor de inglés, aunque su idea era la de impartir clases en español, según relata en una conversación telefónica con este medio. «Pero como en las oposiciones tenía que pasar un año en España, y a mi padre le tenía prohibido el franquismo pisar suelo español, le prometí que no viajaría hasta allí hasta que no le dejaran. Y cumplí mi promesa», señala. Así, en 1976, cuando las fronteras se abren para los exiliados políticos, ambos tomaron un vuelo rumbo a Alicante. «Tomamos el avión juntos desde Tolousse. Viajé con él muy orgulloso. Él quería tomar un vuelo directo a Alicante, a El Altet, pero no había y paramos en Barcelona. Recuerdo que, cuando cruzamos los Pirineos, me agarró muy fuerte la mano y le vi llorar. Estuvimos los dos llorando como dos niños. Y, en ese momento, salió el comandante del avión con una copa de champán para celebrar su vuelta. Ya en Alicante, en el aeropuerto, había mucha gente esperándonos. Viajamos desde Barcelona con el Hércules, que venía de jugar un partido, y la gente no estaba allí por el equipo de fútbol, sino por la alegría del regreso de mi padre». Tras el vuelo, hubo un paseo por la Explanada entre padre e hijo, y de ahí al Puerto: «De aquí, de este muelle, salió mi barco», le dijo.

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