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La foto «perfecta» del pecio romano Bou Ferrer

El Taller de Imagen de la UA realiza una ortofoto del pecio hundido en Villajoyosa, resultado de una técnica que permite reproducir al milímetro el estado del yacimiento subacuático

La foto «perfecta» del pecio romano Bou Ferrer

Más de un centenar de imágenes han sido precisas para poder crear las fotos «perfectas» del pecio Bou Ferrer, un mercante del siglo I después de Cristo que yace sumergido en las aguas de Villajoyosa. Gracias a una nueva técnica empleada por el Taller de Imagen de la Universidad de Alicante y el equipo de Patrimonio Virtual de la UA, el dibujo arqueológico ha sido sustituido por un software que permite corregir informáticamente las deformaciones que producen las lentes. El resultado es una ortofoto: una imagen totalmente fiel a la realidad, de proporciones perfectas, «prácticamente un dibujo a escala», asegura José Antonio Moya, del Taller de Imagen y autor de las imágenes.

El resultado es tan espectacular, que la revista National Geographic Historia, al ver una exposición itinerante que se mostró en la ciudad Condal sobre el Bou Ferrer, no dudó en contactar con el Taller de Imagen y una de esas imágenes ha salido publicada en el número de este mes.

Las cuatro ortofotos se han conseguido tras un proceso experimental para el ámbito subacuático, de las innovadoras técnicas de fotogrametría digital tridimensional que el grupo Patrimonio Virtual está poniendo en práctica en diferentes yacimientos arqueológicos, tanto en España como en Perú o Italia.

«Lo que hemos hecho es aplicar la técnica de fotogrametría de tierra debajo del agua, para sustituir el dibujo arqueológico tradicional», apunta Moya. De hecho, hasta 2013 era el dibujo lo que se utilizaba para plasmar la planimetría del pecio, «y ahora hemos sustituido el dibujo por planimetría digital... el dibujo lleva su tiempo y debajo del agua mucho más, teniendo en cuenta que solo podemos estar sumergidos 40 minutos, dos veces al día».

En 2014 empezaron a hacer fotogrametrías acuáticas para obtener las ortofotos, «ajustamos la metodología y comprobamos que ya no era necesario el dibujo». En su opinión, «es un ejemplo muy bonito de cómo una disciplina académica en tierra la hemos llevado debajo del agua», para tomar imágenes de cuatro niveles de excavación.

El próximo mes de septiembre se reanuda la campaña de excavaciones en el Bou Ferrer. «Ahora nos bajaremos la ortofoto plastificada para seguir trabajando y ya siempre lo vamos a hacer así».

Y es que la precisión «nos hemos dado cuenta de que es mayor que el error que provoca el grosor de la mina del lápiz, es decir, que los detalles que hemos obtenido con las ortofotos son absolutamente precisos, como en el caso de las inscripciones de los lingotes encontrado». Esta exactitud supone, según Moya, que «hemos ganado un 30 por ciento de tiempo que ahora nos queda libre para poder dedicar a la excavación». El Bou Ferrer, el mayor barco romano en excavación en el Mediterráneo, es un gran mercante de 30 metros de eslora y 230 toneladas de porte, fechado en el siglo I antes de Cristo. Procedía de un importante puerto de la Bética y transportaba, en cerca de 2.500 ánforas, salas finas de pescado, un producto muy apreciado en la Roma Imperial, además de lingotes de plomo. Su nombre se debe a sus dos descubridores en 1999, los buceadores José Bou y Antonio Ferrer.

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