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Pere Maria Orts: «Del valenciano me preocupa su indefensión»

El humanista prepara a sus 93 años un libro en Polop sin un teléfono que suene a su alrededor

Pere Maria Orts germán caballero

¿Cómo vive un hombre sin teléfono, que cita por carta mecanografiada y recibe en persona? ¡Eso no es de este mundo!

¡Pues yo vivo espléndidamente! Porque lo que más deseo es el silencio y la tranquilidad, y el teléfono marea mucho. Cuando viene una visita, a toda hora están sonando esos chismes que interrumpen la conversación. Siempre he dicho que, quien quiere algo de mí, si la cosa tiene importancia viene a verme. Y si no la tiene y es sólo para pasar el rato, no hace falta que venga.

Ha vivido sin mujer ni hijos y sin tener que ganarse un jornal. ¡Es la envidia de tantos hombres!

(Risas) Yo he vivido como mis antepasados. Todos han vivido así desde hace generaciones. Nada ha cambiado: no hemos gastado más de lo que tenemos, hemos hecho el bien que hemos podido y no le hemos sacado el provecho a nada. Hemos vivido de las tierras, claro, pero pagando los jornales que tocaba y tratando bien a la gente. Nunca se ha quejado nadie. Mire: yo no he ido nunca a hoteles de lujo -siempre he ido a tres estrellas- y he hecho lo mismo en los restaurantes por norma general. Me encuentro más a gusto viviendo así que de otra forma.

Esa conducta no se ha llevado en los últimos años?

¡Ah! Allá cada uno.

Si no es indiscreción, ¿cómo arranca la fortuna familiar que usted heredó?

¡Uy! Un antepasado mío notario era batle reial en la Vila Joiosa y, no sé cómo, consiguió grandes extensiones de tierras en Benidorm. Eran tierras en enfiteusis, porque nos remontamos al siglo XV.

¡Al siglo XV!

Sí, sí. Luego, mi quinto abuelo fue notario del Santo Oficio e hizo un expediente de limpieza de sangre. Mi cuarto abuelo fue doctor en Leyes y abogado de los Reales Consejos; bueno, y alcalde mayor, gobernador de Benidorm y capitán de la milicia urbana. Sus hijos estudiaron en el Real Seminario de Nobles. A partir de mis bisabuelos ha habido en la familia presidentes de la diputación de Alicante, de Castelló, alcaides de castillos, requeridores de la costa, gobernadores militares de Peñíscola, senadores del Reino, una baronesa de Benicarló? ¡Ah! Y esto le hará gracia: por la familia de mi abuela descendemos de Pere Guillem Ferrer i Miquel, hermano de Sant Vicent Ferrer.

Como miembro de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, ¿qué le preocupa del valenciano: que el presidente autonómico no lo hable o que en la capital apenas se escuche por la calle?

Del valenciano me preocupa lo que les ocurre en este tiempo a las lenguas minoritarias: su indefensión frente a las lenguas más extendidas. Porque una lengua es un medio de comunicar una persona con otra; el resto es romanticismo puro. Y el valenciano, como el holandés, el danés, el sueco o el noruego, es una lengua que va a pasarlo mal.

¿Qué políticos valencianos actuales le gustan?

No, de eso prefiero no opinar. Como idea general, sí diré que la política debe ser un acto de servicio, y los que han de pensar en prestar ese servicio son las personas verdaderamente preparadas, los números uno. Lo que me gustaría es que esas personas no se marchen a la actividad privada, porque ganan más dinero y nadie se mete con ellos, y dejen la política a personas no tan preparadas. Parecerá extraño que yo lo diga, pero deberíamos volver a los tiempos del general Franco, cuando todos los ministros eran números uno de su promoción, desde abogados del Estado a ingenieros de Caminos.

Es triste apelar a los tiempos de Franco.

Pero las cosas hay que decirlas como son.

Por cierto, ¿qué opina del éxito de Podemos y la desafección general hacia los políticos?

Ahí hay una cuestión muy seria porque muchas personas no han entendido qué es la democracia. La democracia sólo es posible si hay dos grandes partidos. Con una sopa de letras de partidos la democracia no es posible, porque no permite la estabilidad gubernamental. Yo he conocido gobiernos de dos meses en tiempos de la República y ver en Francia, antes de De Gaulle, estar casi tres meses sin Gobierno. Lo que no puede ser es que salgan personas como telepredicadores americanos cuyas ideas, la mayoría de veces, sólo sirven para marear a la gente.

¿Le da miedo la crítica furibunda a la actual democracia?

A mí me da miedo que el bipartidismo desaparezca, porque si desaparece el bipartidismo la democracia se va al garete. No cabe una multitud de partidos. Es imposible. Y hay un claro ejemplo: la democracia más antigua es la inglesa, con conservadores y laboristas; y la democracia más prestigiosa es la estadounidense, con republicanos y demócratas.

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