Fue el miembro más joven en ingresar con apenas 16 años en la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Berlín, de la que sigue siendo miembro, y a sus 28 años es considerado uno de los mejores contrabajistas del mundo. Todo es «culpa» de su madre, «ella me obligó a estudiar de niño porque a mí la música clásica me parecía aburridísima, sobre todo la figura del director de orquesta», relata el instrumentista. Sin embargo, y pese a que en su país de origen, Venezuela, la salsa y el merengue dominan la música tradicional, Edicson Ruiz (Caracas, 1985) enseguida quedó atrapado por la clásica, «es un mundo que me fascinó de forma muy energética. Mi madre me obligó a entrar y ya no he podido salir de ahí de ninguna manera», bromea.

Ruiz ha sido invitado por la Orquesta de Jóvenes de la provincia de Alicante (OJPA) que dirige Fran Maestre para acompañarles como solista en su gira de conciertos navideños que iniciaron en Teulada y Alcoy, que hoy llega al Auditorio de Alicante (ADDA) y que continuará mañana en el Auditorio de Hondón de las Nieves y el lunes, en el de Mutxamel.

Fruto de ello, Ruiz ha pasado su primera Navidad en Alicante rodeado de músicos y, lejos de quejarse, se muestra «muy feliz de estar en España, que es un país con una riqueza cultural y gastronómica sin igual, y me siento en el paraíso. Para mí esto no es un trabajo; es lo que me mantiene vivo».

El contrabajista actúa como solista en la primera parte del concierto con Prelude à l'après-midi d'un faune de Debussy y el estreno en España de Concierto para contrabajo y orquesta del compositor sueco Martinsson, «algo que me motiva mucho porque abre una brecha para mi instrumento, que no es muy conocido como solista y enriquece el conocimiento de piezas nuevas». El intérprete asegura que el público disfrutará de un concierto «nunca visto, nada usual», en cuya segunda parte participa la concertino invitada, la violinista austriaca Theresia Kluger.

Edicson Ruiz comenzó a tocar el contrabajo a los 11 años, cuando a duras penas podía sostener ese instrumento, y recuerda que lo que le atrajo fue «esa forma tan natural que tiene parado, como esperando el autobús», tras añadir con humildad que «no tenía tanta dificultad como el violín y se ajustaba a mi personalidad y a mis ambiciones» y rematar su reflexión con la certeza de que «una sola nota de un contrabajo puede narrar una historia».

También recuerda que su ingreso precoz en una de las mejores orquestas del mundo, la Filarmónica de Berlín, fue «durísimo» pero «ahora veo que el libro llega al lector cuando uno está preparado y a lo mejor yo ya lo estaba».

Antes de concluir sus estudios Edicson Ruiz ya era miembro estable de esta orquesta, algo que para muchos podría ser el techo en su carrera musical, pero a él es frecuente verle tocar con formaciones de todo el mundo en festivales internacionales. «Mi sueño es compartir mi trabajo con el mundo y eso me llevó a ser solista. Trabajar en esta orquesta es una bendición y no puedo estar más agradecido, de hecho es mi plataforma, pero no lo es todo. La vida es un collage de muchas cosas», considera.

Reconoce que el nivel de exigencia y competitividad en la Filarmónica de Berlín es «muy alto porque es la mejor del mundo y se nutre de los mejores intérpretes, pero es una oportunidad única y a mí me cambio la vida. Llevo ya once temporadas con ellos, he aprendido muchísimo y sigo aprendiendo».

Empeñado en recuperar y sacar a la luz música para contrabajo, Ruiz reconoce que este es un instrumento «con un repertorio un poco escaso» pero «nosotros, los contrabajistas, tenemos que tener la curiosidad de descubrirlo. Hay un sinfín de repertorio que aún no se ha descubierto, sobre todo del siglo XVIII, con un arsenal de obras de belleza desconocidas que, de hecho, son el futuro del contrabajo».

Un instrumento que puede pesar más de 15 kilos también requiere un esfuerzo físico grande, «sobre todo resistencia y fortaleza», apunta el músico, que para su dominio necesita «hacer ejercicio con un entrenador personal y un fisioterapeuta que trabaja con futbolistas, alpinistas y otros atletas, para que los músculos recuperen su tensión y longitud ideal».