El flamenco se fusiona con la música israelí y palestina en "Promesas de tierra", el último trabajo del músico y productor Javier Limón, con el que quiere demostrar que sin "fusión" el mundo del flamenco "no tiene difusión".

"Tenemos dos opciones en el flamenco: o cerrarnos o abrirnos. Si estamos cerrados, no entrará nadie, luego no nos quejemos. Si queremos difusión, hace falta fusión", ha contado a Efe Limón hoy, día en el que sale a la venta su disco (Casa Limón).

En "Promesas de tierra", las culturas sefardita, cristiana y andalusí se dan de la mano gracias a los jóvenes músicos israelíes y palestinos que han participado en la grabación.

Según Limón (Madrid, 1973), se trata de un disco "muy flamenco" donde ha "sentido muchas cosas". "Creo que es un disco 'world music', de encuentro, de fusión entre el flamenco y las culturas israelíes y palestinas. El flamenco nació hace muchos años de la mezcla de las culturas árabe, cristiana y judía".

Pese a que lo intenta, como ha confesado, en esta ocasión tampoco ha conseguido "despojarse" de su "flamencura", así que Limón se ha rodeado de juventud para hacer un "disco muy joven" en el que se mezcla la "melodía y la improvisación" de la música israelí, con la "armonía y el arreglo" de la música palestina.

"La media de edad de los músicos es de 20 años, y creo que la juventud tiene algo físico, animal, que a mí me hace sentir mayor, pero que me llena de frescura. Son dos grupos diferentes, palestinos e israelíes, que viven muy cerca, pero es como pasar de un mundo azul a un mundo verde o rosa", ha dicho.

Estos músicos son a la vez alumnos de Limón en la Universidad de Berklee College of Music, un prestigioso centro educativo donde el productor también encontró el motivo para grabar "Promesas de tierra".

"Allí, por alguna razón, los alumnos más aventajados, los más populares, son chicos de Palestina e Israel, y no entendía por qué eso me tenía loco. Luego fui allí y, por ser una tierra tan devastada y llena de libertades, provoca directamente esa emulsión de arte con la que compensar la falta de normalidad", ha afirmado.

Con las canciones de este trabajo, con nombres como "Pasodoble samaritano", "Tanguillos del olivo" o "Qalandia", el músico quiere hacer sentir "que se empieza a viajar", a la vez que "no quiere" que se trate de un disco "para amenizar las tardes de veladas entre amigos".

"Está fabricado para convertirse en la banda sonora de la gente -ha confesado-. Me imagino que me van a escuchar en movimiento. Lo más importante que le ha sucedido a la música es que ahora se escucha en movimiento: antes era imposible, no podías ponerte un disco en movimiento. Para mí eso lo cambia todo".

Pero no sólo desea hacer "viajar" a los que escuchen este trabajo, sino que también pretende transmitir "felicidad", una sensación que Limón "siempre" tiene presente en todas sus composiciones.