Ante las versiones de si Azorín fue un escritor conservador, moderado, «chaquetero a bien de todos», que dijo Francisco Umbral, lo cierto es que el periodista alicantino atravesó una profunda etapa de anarquismo literario, antes y después de 1898, que le acarreó diversos problemas. Entre ellos, su expulsión y despido del diario El País, dirigido por el siempre controvertido personaje Alejandro Lerroux, debido a sus artículos incendiarios contra el matrimonio, la patria, la iglesia y la clase política.

Era el Azorín de monóculo, capa y paraguas rojo, supuesto símbolo de su extremismo e inconformismo político, «con el que se paseaba para provocar a los burgueses y a los escritores famosos apoltronados en los cafés de la calle Alcalá», según esgrime el articulista valenciano Manuel Vicent.

Sea como fuere, desde entonces, estudiosos de uno u otro bando han aportado su opinión sobre el asunto, y precisamente de este marco parte la próxima ponencia del ovetense Marino Gómez Santos, Premio Nacional de Literatura, en el III Congreso Internacional de Azorín que se celebra durante toda esta semana en Monóvar (organizado por la Obra Social CAM, la Diputación de Alicante y el Ayuntamiento de la localidad, en colaboración con la Universidad de Alicante y el Cefire de Elda).

Según Gómez Santos, lo del paraguas rojos no es más que una leyenda, una anécdota sin importancia y validez. «Con todo, voy a presentar una serie de documentos que desmienten el uso de este famoso paraguas rojo de Azorín, que se ha llegado a convertir en un tópico, pero que no existió», asegura este investigador quien trató personalmente con Azorín, acompañándole al cine y al teatro, siendo además autor de una extensa obra con biografías imprescindibles sobre algunos de los intelectuales españoles más destacados como Gregorio Marañón, Pío Baroja o Severo Ochoa.

«Azorín enseñó a escribir a toda una generación, a todos. A los que le admiramos y a los que no lo hacen. Lo suyo fue un cambio radical en el párrafo español. El castellano termina siempre haciendo colas de pescado, y Azorín era la concisión», agrega Marino Gómez Santos, quien elogia muy especialmente el perfil periodístico de José Martínez Ruiz: «Me gusta sobre todo el Azorín periodista fundido a escritor, como en La ruta de Don Quijote. Es una delicia, son las crónicas para El Imparcial, que demuestran que un periodismo bien escrito se transforma en género literario. Porque el periodismo bien hecho permanece, mientras que el resto, el de aquí y ahora, sirve para hoy y al día siguiente está muerto».

El III Congreso Internacional de Azorín, que tiene lugar hasta el próximo 18 de octubre, parte en esta edición del centenario del Homenaje en Aranjuez, con la que intelectuales como Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez reivindicaron un puesto para Azorín en la Real Academia Española, en noviembre de 1913, tras negarle el acceso y facilitárselo a otro autor de dudoso talento literario.

«Juan Navarro Reverter era ingeniero de montes, literato y como político, senador vitalicio, ministro de Hacienda, de Estado y Presidente del Consejo de Estado. Por tanto, un personaje muy influyente. La influencia es fundamental para el ingreso en las Reales Academias, mucho más que la importancia de la obra publicada como novelista, poeta o periodista. En aquel momento, Azorín no podía competir con la fuerza que la política favorecía a Navarro Reverter, puesto que en el ingreso en las Reales Academias prima muchas veces la política. No obstante, los intelectuales, en desagravio, organizaron el Homenaje a Azorín en los Jardines de Aranjuez, con Ortega y Juan Ramón Jiménez al frente. Hubo de pasar una década para que Azorín sucediera a Navarro Reverter en la RAE. Por la puerta de la Academia no alcanzan la posteridad los grandes escritores. Son muchos los nombres de académicos que no trascienden de las páginas de sus Anuarios. Y sin embargo, han sido desestimados como miembros de la RAE Samaniego, Moratín, el Padre Isla, Estébanez Calderón, Espronceda, Larra, Bécquer, Leopoldo Alas, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Julio Camba, el alicantino Gabriel Miró,que motivaría que Azorín no volviera a la AcademiaRamón Gómez de la Serna y Federico García Lorca, entro otros», apunta.

Bajo la dirección científica del profesor Miguel Ángel Lozano, de la Universidad de Alicante, estas jornadas azorinianas resaltan además por otras intervenciones como las de Soledad Puértolas (de la Real Academia Española); Paül Limorti, (Azorín vist per Joan Fuster); José Ferrándiz Lozano (Tierra, muertos y Generación del 98: remedios para una teoría nacionalista); Dolores Thion Soriano-Mollá, de la Universidad de Pau; o Christian Manso, medalla honorífica de Azorín. También está prevista la presentación del libro Ante Baroja, del investigador Francisco Fuster; y una comida-tertulia moderada por José Luis Lindo, cronista oficial de Aranjuez.