Mari Carmen Palomo, vecina de Petrer, tiene 43 años y es cocinera desde los 18 años. Su sueño es tener algún día restaurante propio y llegó a montar una empresa de catering a domicilio, pero los ingresos no compensaban el esfuerzo y su último trabajo fue en una empresa de limpieza. «Ahora hago de cocinera si me encargan algo de vez en cuando: una comida, un evento, una celebración familiar. Funciona el boca a boca y me adapto un poco a lo que me piden, aunque no es un trabajo. Suelen pedírmelo mucho en fiestas de Moros y Cristianos, los cuartelillos me tienen de cocinera». De su experiencia extrae que la gente prefiere la cocina tradicional, «aunque yo intento siempre presentarlo como si lo hiciera en un restaurante y trato de introducir cosas más novedosas. Los platos fuertes son arroces y pucheros y los postres caseros». Ella se encarga de la compra y cobra por su tiempo en horas «siempre más barato que en un restaurante» y cree que si demandan sus servicios es porque «lo mejor de la comida es la sobremesa y en un restaurante es limitada, en casa la puedes alargar lo que quieras».