La voz del ´Gorrión de París´, como se conocía a la mítica cantante Edith Piaf, se apagó hace medio siglo tras una existencia marcada por múltiples tragedias personales.
Pero su legado sigue vivo, no sólo en Francia, su país de origen, sino también en todo el mundo donde sus canciones tristes y dolorosas se han relacionado siempre con las historias de amor, las dramáticas, las verdaderas.
El cine y la televisión se han encargado de no enterrar la voz, ni la imagen, de la cantante parisina ya que de ella se han realizado múltiples películas y documentales. La actriz gala Marion Cotillard, consiguió un Oscar gracias a su interpretación de la intérprete en ´Piaf´.
Su voz grave y a veces rota pesaba en los oídos y en los corazones. Quizás tanta intensidad se consiga tras una vida de dificultades y momentos muy duros.
Y es que Edith fue hija de un acróbata de circo y de una cantante ambulante, y nació en una calle de París ya que su madre, abandonada, no tuvo tiempo para llegar al hospital. Fue precisamente en las calles, donde pasó su complicada adolescencia en la que tuvo que mendigar. Su desgracia se convirtió también en su suerte porque allí fue descubierta por un empresario que la contrató para su cabaret al oír su imponente voz.
Bella, más allá de su imagen
Edith Piaf tenía una voz prodigiosa y quizás esa fuera su belleza más significativa. Su primer disco lo grabó en 1936 antes de empezar en el género del ´music hall´, que la llevó a la fama. Su primer gran éxito le vino una década después con ´La vie en rose´ (La vida en rosa) escrita por ella misma.
Se convirtió en la primera artista gala en enamorar los Estados Unidos, y a muchos de los galanes de la época dorada. En los años 60, cuando casi no podía ni mantenerse en pie, seguía cantando, hasta que el 10 de octubre de 1963, a los 47 años de edad, el Gorrión de París se durmió para siempre. Hoy miles de sus seguidores, y en especial en Francia, se preparan para rendirle un sentido homenaje.
