Los últimos datos del sector del libro apuntan que la literatura infantil y juvenil ha notado menos la crisis que el resto.

Sí, de momento sí. El año pasado superé los 400.000 libros vendidos, aunque ahora he notado un bajón entre un 5 y un 10 por ciento, pero no en todas las editoriales. En algunas he vendido más que antes contando América Latina que es un gran mercado.

¿Cree que este tipo de literatura ha dejado de ser considerada como de segunda?

De esto habría mucho que hablar, pero yo recuerdo una anécdota. En Sant Jordi me tocaba al lado siempre algún escritor superfamoso y me preguntaba cuántas ediciones llevaba de mis libros. Cuando decía que 40, que eran medio millón de ejemplares, se sorprendían. Decían "pues tengo que hacerlo yo" y yo pensaba "pues hazlo", que no es tan fácil. Hay más gente que vive de escribir para niños y jóvenes que de escribir para adultos. Siempre se cree que es hacer moralina, que cuentas algo de una hormiguita que va de excursión y no. Que lean libros míos como Parco, que hay un riesgo, un referente, donde busco nuevas formas literarias.

¿Por qué cree que le gustan tanto sus libros a los chavales?

Si coges un libro mío de cuando tenía 10 años, ya tenía el mismo estilo. Frases cortas, ritmo... Yo nací escritor. Yo tenía mi estilo y es el que tengo. Lo que intento es que la gente distinga que es un libro mío, que se lo pase bien, que vea que tiene un ritmo ágil, que hay muchos diálogos y poca narración. U no de mis lemas es todo lo que puedan contar dos personajes dialogando que no lo cuente el narrador narrando.

Que ahora se valore más la literatura juvenil en España, algo tendrá que ver con autores como usted que ya ha vendido más de 10 millones de libros.

Yo creo que somos muchos. Hay gente que estamos en los 60 o 70 años que empezamos a publicar libros para jóvenes justo al morir Franco y somos una generación que ha hecho ver a este país que existía esta literatura. Pero nadie nos ha reconocido el mérito, aunque lo tenemos. Nos lo hemos ganado a pulso. Y una queja. Este año España no envía ningún candidato al Premio Andersen, dicen que porque no hay dinero pero allí van a pensar que no hay candidato. Eso es una vergüenza y una humillación para los autores.

¿Es muy diferente el planteamiento al escribir un libro juvenil o un libro para adultos?

No, no. Nunca me he planteado quién va a la leerme. La gente dice que tiene su público, pero yo no, yo hago libros, soy escritor y no sé quién va a leerme. Es la editorial la que pone en la contraportada para quién es. En la literatura ocurre algo diferente al cine. Cuando vas a ver El Bola vas con tu familia, pero si el protagonista de mi libro tiene 12 años lo ponen en la sección juvenil aunque sea un personaje muy duro.

Usted ha escrito al menos cuatro centenares de títulos, según Mis primeros 400 libros. ¿Hasta dónde piensa llegar?

Hasta que me muera, no fastidies. Uno de mis maestros, Francisco González Ledesma, tuvo hace dos años un ictus. Ver a tu maestro y amigo que no te reconoce o que no puede escribir es muy duro. Cuando era jovencito conocí a Robert Graves y me di cuenta de que se quedaba en blanco a la tercera línea. Yo pensé que si estoy así prefiero morirme.

Ha creado dos fundaciones, en Barcelona y en Medellin. Y acaba de inaugurar el Centro Cultural que alberga ese organismo en España.

En Medellín nos apoyaron enseguida, trabajan 80 personas y dimos asistencia a más de 8.000 jóvenes. En España no tenía un lugar físico la fundación y hace dos años me dije: "O gano el Planeta o el Torrevieja", que son los que daban más dinero. Gané el Premio Ciudad de Torrevieja y lo que me dejó Hacienda me sirvió para comprar el local y mis ahorros los gasté en darle forma.

Tartamudeaba de pequeño y la escritura fue su salvacion.

Yo nací para escribir, está claro, lo llevo en los genes. Pero era tartamudo de los duros. Con 8 años atravesé una puerta de cristal, me corté todo el cuerpo y tuve que estar en el hospital. Un día me cansé de dibujar, me puse a escribir un cuento y me di cuenta que no tartamudeaba, podía escribir de corrido. Ahí empezó el drama. Mi padre lloraba si me veía escribir. Luego fui a la escuela y me decían que era un inútil. Mi reto fue irme a casa y hacer un libro gordo. Con 12 años acabe uno de 400 páginas. Luego he visto a tanta gente joven que no le dejaban escribir que me llevó a hacer la fundación. Y porque no soy rico. Yo no entiendo a la gente que tiene 20 millones en el banco, con dos o tres tienes suficiente para vivir. Si yo fuera millonario haría hospitales o algo para los demás, es de cajón. Yo creo que es porque vengo de la música rock que es un mundo muy solidario, pero yo hago libros y buscar la solidaridad en este sector es difícil. Yo soy una especie de Bono de la literatura juvenil.

Se olvida que los niños y jóvenes son los lectores del futuro.

Cuando publiqué mis trucos para escribir me decían que por qué los divulgaba y yo decía que porque no quería morirme sin que la gente sepa cómo trabajo. Ahora con la fundación me dicen que estoy ayudando a los que nos van a desbancar, ¡pues coño, es normal! Yo no soy un santo, soy un diablo, pero nos tendremos que morir y tendrá que seguir escribiendo la gente. Yo tengo cinco palabras que definen mi codigo ético: paz, amor, respeto, honradez y esperanza. Pero a parte de eso, hoy en día hay algo que la gente tiene que tener en cuenta: hemos de vivir con dignidad, no nos la pueden robar.

¿En unos momentos tan críticos qué puede suponer para un país descuidar la cultura?

En Medellín, cuando yo hice mi fundación, la alcaldía destinaba un 60% a cultura. Se dieron cuenta de que la única forma de cambiar esas ciudad era a través de la cultura. Hicieron bibliotecas, escuelas nuevas y ha cambiado todo. Aquí no. Estamos en el culo de Europa en comprensión lectora, en matemáticas... Somos un país de sobrados, el país que más gasta en cocaína, en videojuegos y el que más piratea. Así que a veces es difícil defenderse siendo español. Y ahora estamos volviendo atrás a las leyes franquistas, en el aborto, con la iglesia mandando, pero la cultura. Porque gobernar un país de burros es muy fácil.