Javier Cercas no encontró nunca a Miralles, pero Miralles ha encontrado a Cercas. Uno de los mitos más enigmáticos y más investigados de la literatura actual, Miralles, el combatiente republicano que mira a los ojos el fascista Rafael Sánchez Mazas, apunta, pero no dispara, tiene por fin una identidad real. Han tenido que pasar 12 años desde la publicación de Soldados de Salamina para que Miguel Miralles, uno de los hijos de quién inspiró una de las novelas más celebradas de las letras españolas, haya podido hablar con el autor, Javier Cercas, y haya revelado en detalle la biografía hasta ahora no difundida de su padre. El encuentro entre Miralles y Cercas se produjo en Girona.

El hijo de Miralles se mostró muy interesado en saber por qué Cercas no investigó en detalle la biografía de su padre, pero el escritor aclaró que su objetivo no era escribir una biografía, sino una novela. Cercas se interesó en saber qué pensaba el hijo de Miralles, el soldado que perdona la vida a un fascista. Miguel Miralles opinó que "no es un hecho glorioso perdonar la vida a un fascista de los gordos" que "si se cambian los papeles sabes que te matará". "Tenía que haber disparado o, como mínimo, detener Sánchez Mazas, pero es cierto que si lo detenía moriría a manso de los republicanos", dijo Miguel.

Cercas escribió Soldados de Salamina en la segunda mitad de los 90, cuando el escritor y poeta chileno Roberto Bolaño le habló de un hombre que había hecho todas las guerras. Bolaño conoció este hombre -al cual denominaba Miralles porque no recordaba el nombre de pila-, en un camping de Castelldefels, donde era vigilante nocturno. Bolaño era el confidente idóneo a quien Miralles, que vivía medio año en una caravana, confesó su estremecedora historia bélica. Miralles murió en 1991, Soldados de Salamina se publicó en 2001, la película homónima de David Trueba se estrenó el 2003, aquel mismo año murió prematuramente Bolaño y la biografía de Miralles quedó escondida.

Al final de la novela, Cercas busca al Miralles auténtico en un asilo de Dijon y encuentra un viejo con antiguas cicatrices que se resiste a confesar si es o no el auténtico Miralles, pero deja escapar un medio sonreír cómplice y la incertidumbre todavía crece. Por fin, ahora ya se puede discernir qué hay de real y que hay de ficción en la vida de Miralles.

Enric Miralles nació en Barcelona en 1919 o 1917, pero acabó fijando su residencia en Blois (Francia) en 1947. Datos biográficos sitúan a este hombre como comprometido con las causas libertarias desde la primera juventud. Se cree que en 1936, con 16 años, falsificó la documentación -habría avanzado la fecha de nacimiento de 1919 a 1917- para cumplir los requisitos para enrolarse con el Ejército Republicano.

Tras tres años en la Guerra Civil, Miralles se tuvo que exiliar y cruzó el Pirineo para ir a parar al campo de refugiados de Argelers, de donde pudo escapar con la ayuda de un tío que vivía en la ciudad francesa de Agen. Los gendarmes franceses ofrecían a los refugiados españoles dos posibilidades: el regreso a la España fascista o la incorporación a la Legión Extranjera Francesa. Miralles escogió la segunda opción e ingresó en la Legión Extranjera Francesa en 194. Empezó un periplo como luchador en los frentes de Argelia, Marruecos y Senegal, hasta que vuelve a Francia y cae gravemente herido en 1945 mientras hacía de chófer en una acción bélica contra los nazis. A partir de aquí, en reconocimiento a su mérito y actitud heroica, el Estado francés le condecoró con la Medalla Militar y lo compensó con una pensión de invalidez -había perdido la vista de un ojo- que le permitió vivir en Blois, donde se casó en 1947 y fue padre de cuatro hijos.

Soldados de Salamina pone a Miralles a las órdenes del general Leclerc, que había rechazado el régimen de Vichy, y lo convierte en uno más de los reducidos grupos de héroes que empezaron a levantar la primera bandera contra los nazis. En agosto de 1944, desembarcan en Normandía. Un disparo de un bazoca deja a Miralles fuera de combate.

Nostalgia de la tierra

Cercas inventa un Miralles pensionista francés que vive cerca de Dijon. En realidad, se estableció en Blois, donde se casó. Disfrutó de una pensión militar , como herido de guerra. Además, trabajó 25 años en una empresa aeronáutica, hasta que el cáncer lo atrapó y pudo prejubilarse. El Miralles real sintió la nostalgia de la tierra y en 1966 cogió a la familia para pasar las vacaciones con unos parientes de Barcelona. Los años siguientes ya se encuentra instalado en el camping, que no dejaría hasta 1990, un año antes de morir. La novela sitúa a Miralles en el camping con Bolaño, sin precisar nada más sobre el regreso en Cataluña.

El hijo de Miralles recuerda a su padre como "un tipo que siempre sonreía, a quien le gustaba cocinar para los amigos, jugador de petanca y amante del buen vivir, seguidor del F. C. Barcelona e incapaz de hacer un feo a una falda". Con este carácter abierto, no es extraño que Miralles confiara secretos de su vida de trinchera a quien en aquella época era un anónimo vigilante nocturno del camping. Conocida es la historia que Rafael Sánchez Mazas y su hijo Rafael Sánchez Ferlosio explicaron, según la cual, el primero fue apuntado por la arma de un republicano, que no disparó. Cercas atribuye el hecho a Miralles.