En la Cuesta de la Fábrica, frente a la antigua Tabacalera, se levanta el esqueleto de un edificio que los vecinos del barrio han dejado de mirar. Balcones de piedra asoman desde una fachada que no existe y los tabiques aún muestran el ladrillo desnudo. Una casa en construcción en la que hace ya mucho tiempo que no trabaja nadie. Las obras quedaron paralizadas y, desde entonces, la estructura permanece abandonada, ignorada por la constructora, la Administración y la gente que pasa por la calle.

Desde hoy, puede que todos se fijen un poco más, porque algo ha cambiado. Un grupo de siete artistas inaugura hoy Jaula de Oro, una intervención artística en este edificio que a partir de las 12 se puede visitar. Capitaneados por el alicantino Pablo Lag, comisario de la exposición, los creadores Kristoffer Ardeña, Marlon de Azambuja, Eduardo Balanza, Núria Güell, Fermín Jiménez Landa, Sergio Porlán y Daniel Silvo protestan contra lo que califican como "nefasta política cultural" alicantina, y buscan provocar una reflexión sobre "los sinsentidos del panorama artístico actual".

El primer blanco de sus críticas es el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. "La ampliación de La Asegurada costó 15 millones de euros, pero el presupuesto anual del museo es de 15.000 euros para las exposiciones temporales", una cantidad "insuficiente" a juicio de Pablo Lag. El comisario artístico señala el riesgo de que el MACA se convierta en un envoltorio lujoso, pero vacío de contenido: una jaula de oro.

Los artistas también rechazan la "incomprensible gestión" de Las Cigarreras. Al asomarse por un hueco de lo que debería haber sido una ventana del edificio en obras, se ven las instalaciones de la antigua Fábrica de Tabacos. "Es incoherente que en el mismo conjunto convivan un auditorio dedicado a la música, un espacio para las exposiciones artísticas, y un almacén arqueológico", opina Pablo Lag, que lamenta la "falta de proyectos participativos" planteados desde el centro cultural y dirigidos a la integración de los vecinos de la zona.

Al entrar al edificio, llama la atención un grafitti pintado sobre una tapia en la parte exterior: "CAM chorizos". Lag desconoce si el inmueble pertenecía a la desaparecida Caja y quedó a medias con la quiebra de la entidad. Pero la crítica a la especulación inmobiliaria y al "absurdo del panorama urbanístico nacional" es otro de los objetivos de los artistas.

Núria Güell, por ejemplo, contrató a un albañil al que habían desahuciado para que derribase las puertas de viviendas de edificios vacíos que eran propiedad de la CAM. De esta manera, los pisos quedaban vacíos y abiertos para su uso, y las antiguas puertas se exhiben ahora en Jaula de Oro.

El estallido de la "burbuja inmobiliaria" está también presente en la instalación de Sergio Porlán, que ha plantado 200 semillas de una planta trepadora muy invasiva en los huecos de los ladrillos del edificio. La planta aprovecha cualquier resquicio para deslizar sus raíces, del mismo modo en que la fiebre de la construcción ha llenado todos los recovecos de la ciudad. El propio barrio de San Antón, donde se ubica el edificio, es un ejemplo de esta expansión urbanística, en una zona céntrica pero muy deteriorada, y donde pocas casas han sido rehabilitadas.

Lag aclara que Jaula de Oro no es un guiño a los okupas, sino un mensaje para el vecindario. "Hay gente que pasa todos los días por delante del edificio, pero ya no lo ve. Lo que pretendemos es que vuelvan a mirarlo, y que eso les despierte una reflexión".