Manuel Arellano (Elda, 1957) es profesor de Econometría en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros. Tras haber impartido clases en Oxford, la London School of Economics y la Autònoma de Barcelona, es uno de los economistas españoles de mayor prestigio. Su gran especialidad es la sistematización de datos.

Si la econometría sirve para predecir variables económicas como las reacciones del mercado, con la volatilidad actual de la economía, la cotización de esta ciencia va a la bajaÉ

El tipo de econometría a la que yo me he dedicado no es a la de predicción, sino a la del análisis y comprensión de masas ingentes de datos. Se trata de desarrollar métodos para poder ver, a través de esta masa de datos, y medir comportamientos de familias, de empresas, de países, medir la igualdad, la inflación o los determinantes del desarrollo de un país. Medir cosas, en definitiva. Como consecuencia de las nuevas tecnologías de almacenamiento y transmisión de la información, ha habido una revolución en este campo.

¿Y qué permite hacer que antes era impensable?

Por ejemplo, los investigadores tienen a su disposición registros individuales anonimizados de la Seguridad Social. De tal manera que, sin suponer problemas de confidencialidad, podemos estudiar los historiales laborales completos de todos los afiliados a la Seguridad Social. Así se puede ver qué características van asociadas a tener una propensión mayor a perder el empleo, o a encontrarlo antes o despuésÉ También podemos ver cómo ha ido cambiando con el tiempo la desigualdad salarial y qué la influye.

Imagino que esta sistematización de datos es sólo el medio para cambiar la realidad.

¡Claro! No sólo intentamos entender cómo son las cosas, sino también influir para que las cosas puedan funcionar mejor. Entender por entender no llevaría a ningún sitio y no sería útil.

Con la crisis y los errores en su predicción, la ciencia económica ha salido mal paradaÉ

El papel de la economía, más que predecir, está en entender las cosas. Si no las entendemos, no podremos saber qué es lo que hay que hacer. Y en esta crisis hay muchas cosas que no entendemos. Por ejemplo, el comportamiento de los precios de los activos. ¿Qué hace que, de repente, los precios de las viviendas tengan un comportamiento de burbuja y luego se hundan? ¿Cómo se relacionan con el resto de cuestiones de la economía y con el comportamiento de las personas y de sus expectativas. Todo eso aún no lo entendemos.

Su principal aportación es el desarrollo de métodos de análisis de panel. ¿En qué consisten?

Es muy fácil: los datos de panel son datos donde unos mismos individuos (entendiendo por "individuos" a personas, familias, países, empresasÉ) son observados a lo largo del tiempo. En eso consiste, por ejemplo, la Encuesta de Población Activa, que entrevista a las mismas personas durante varios trimestres consecutivos. Tener esa repetición es importante porque, cuando obtenemos un cambio respecto a la misma familia, las diferencias tienen un valor interpretativo mucho mayor que cuando comparamos los resultados de comportamiento de dos hogares diferentes, donde hay una heterogeneidad enorme que no va dar un reflejo muy exacto de la sociedad. Así pues, poseer datos de panel es como una experimentación: puedes observar cómo les va a las mismas unidades de análisis en el tiempo.

Como un Gran HermanoÉ

¡Eso lo ha dicho usted! Pero sí, algo asíÉ

Y su aportación en este campo ha sidoÉ

Mi aportación ha sido desarrollar métodos para poder estudiar estos datos: cómo organizarlos, cómo sistematizarlos, cómo estudiarlos. Mire, en el aspecto de la desigualdad, los datos de panel nos han permitido comprobar la peor desigualdad: la que se mantiene inamovible a lo largo del tiempo. Son unos métodos que en sí mismos son bastante abstractos, pero que permiten a los investigadores aplicados estudiar una gran variedad de cuestiones con datos de panel. É

Usted "emigró" de esta provincia. ¿Hay que hacer las maletas para abrirse paso en el mundo académico?

En el mundo económico hay mucha movilidad porque las especialidades tan específicas lo requieren. No debería preocuparnos mucho que haya emigración de talentos en la medida en que consigamos también atraer a personas muy capaces. El problema es si unas se van y otras no vienen. Pero la movilidad no es mala, al contrario.