La historia de la humanidad está plagada de aguafiestas. Ya en tiempos remotos encontramos un sin fin de mitos sobre el día final: los pueblos nórdicos creían en el ragnarök, una gran lucha de deidades que terminaría con los humanos y sus héroes destruidos; los egipcios tampoco se quedaron atrás con sus vaticinios: pensaban que el mundo terminaría aniquilado por amenazas cósmicas. Para la cultura occidental, las teorías del fin del mundo impresas en nuestro inconsciente colectivo han sido las del apocalipsis bíblico; cada cierto tiempo hay acontecimientos interpretados como el inicio del caos y una nueva era: por ejemplo, el cometa Halley, que sembró en 1989 de angustia medio mundo -se creía que era el anuncio del fin del mundo-; o el efecto 2000, un apocalipsis relacionado con nuestra cada vez mayor dependencia tecnológica. Pero hoy por hoy la fecha que más resuena es el 21 de diciembre de 2012, el día en que termina el complejísimo calendario maya. La profecía sostendría que ese día el sol recibiría un rayo desde el centro de la galaxia y esto afectaría su funcionamiento, lo que supondría el fin de los tiempos y el retorno de Kukulkán, el dios de la civilización.

Las interpretaciones del abrupto final del calendario maya son de lo más variadas: algunos plantean que la Tierra experimentaría una transformación física o espiritual que marcaría el inicio de una nueva era; otros, más agoreros, vaticinan que esta fecha significará grandes catástrofes para nuestro planeta. Pero, ¿cómo surge esta idea de un simple almanaque? ¿Qué lleva a creer que ese límite en el calendario maya significaría el fin de nuestra era? De acuerdo con el libro Popol Vuh, compilación de leyendas mayas, actualmente vivimos en el cuarto mundo; la leyenda plantea que los dioses crearon anteriormente tres mundos fallidos y que el cuarto, el nuestro, tuvo éxito y se transformó en el hogar de la humanidad. En el texto se afirma que cada mundo tuvo su conclusión al cabo de 5215 años y, por ende, al cumplirse éstos el 21 de diciembre próximo, se habla del inminente final de la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, ninguna de las teorías que tratan de sostener esta profecía tienen asideros y se mueven más en el terreno de la interpretación subjetiva y con mucho interés en sacarle punta a cada una de las supuestas señales.

En este repaso al 2012 como supuesto fin de los tiempos no podía faltar Nostradamus. Un supuesto libro perdido de este médico y astrólogo francés anunciaría un gran cataclismo que, curiosamente, sería el mismo día fijado por los seguidores de las profecías mayas.

El principio del final

¿Cómo sería el principio del final profetizado por tantos? Cómo no, hay formas variadas. Entre ellas destaca la de una alineación galáctica, en la que nuestro Sol miraría fijamente el 21 de diciembre al centro de la galaxia. Esta teoría fue planteada a mediados de los años noventa por el escritor esotérico John Major Jenkins, que sostenía que el pueblo maya logró predecir en su calendario esta alineación, que, según el autor, llevaría a nuestro mundo a una transición espiritual profunda.

Otra de las hipotéticas formas en que se desarrollaría el fin de nuestros tiempos viene de la mano del mitológico planeta Niburu, mencionado desde los tiempos babilónicos. Para los sumerios Niburu era el duodécimo planeta -según ellos el sistema contaba con diez planetas más el sol y la luna- y también fuente de inspiración para videojuegos, novelas como La clave de Leo, de Ricardo Vega, y todo tipo de relatos que aluden al supuesto poder de cada una de sus órbitas para generar desastres. Se describe a Niburu como un planeta con una órbita realmente excéntrica con respecto al Sol y que retornaría cíclicamente al sistema solar, generando así en la Tierra el caos climático. Este miedo no es nada nuevo: ya a principios del milenio se auguró que Niburu impactaría con nuestro planeta en mayo de 2003; como aquel día fue exactamente igual que cualquier otro, la fecha se pospuso, claro, para diciembre de 2012.

La ciencia

Como ven, la imaginación es desbordante. Por supuesto, la ciencia no avala ninguno de estos eventos catastróficos para el 21 de diciembre de 2012. De hecho, expertos en la cultura maya han declarado que este fin del mundo no está documentado en ninguna de las clásicas cuentas largas del calendario y que estas supuestas profecías sólo sirven para deformar la historia del pueblo precolombino. Incluso, los actuales mayas no consideran el 21 de diciembre de 2012 una fecha importante. Es otra cualquiera.

Por otro lado, la NASA sostiene: "Esa fecha es el fin del largo periodo de la cuenta maya pero entonces, igual que nuestro calendario comienza de nuevo el 1 de enero, arrancará otro periodo en el calendario maya". La agencia espacial estadounidense compara estas preocupaciones con las ocurridas el 31 de diciembre de 999 y la misma fecha en 1999. Además, zanjan que eventos cósmicos como una alineación con el centro de la galaxia o un choque con un planeta desconocido hubiesen sido anticipados hace ya una década.

Ciertas o no, las creencias apocalípticas sí tienen algo real: son una máquina de hacer dinero. La Secretaría de Turismo de México estima que Mundo Maya, producto turístico desarrollado junto con los gobiernos de Quintana Roo y Yucatán, llevará 55 millones de visitantes a la península en los siguientes dos años. Al parecer la noticia de que el mundo se acaba el próximo solsticio de invierno ha generado una ola de turistas que quieren vivir la experiencia en primera fila, lo cual ha supuesto un fenómeno comercial -desde viajes hasta desodorantes hechos con motivo de la fecha- sin precedentes.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Que se lo digan a todos aquellos que han caído en las redes de las numerosas sectas mayas. Conozco de primera mano la historia de un chileno que se involucró con uno de estos grupos en el año 2001. La secta anunciaba que el fin de los tiempos sería el solsticio de invierno -verano en su país- de ese año, para lo cual los miembros tenían que prepararse espiritualmente. ¿Cómo? Viviendo de una forma natural, cosechando lo que ellos sembraban... El chico tenía una finca en el sur de Chile y la donó al grupo para poder desarrollar la preparación; además, abandonó a su novia. Y se fue a esperar el fin de nuestra era... De eso hace ya nueve años. El grupo explicó a posteriori que había sido un mal cálculo, que el calendario gregoriano tenía fallos, que se había confundido la fecha... Lo único cierto es que hoy la exnovia del chaval está casada -con otra persona, claro- y tiene un precioso bebé. ¿Y su ex? Quién sabe. Quizás se esté preparando para el 21 de diciembre de 2012.

un nuevo orden llegará entonces, predijo

Newton: el fin del mundo será en 2060

El reconocidísimo físico, filósofo, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés Isaac Newton, además de establecer las bases de la mecánica y enunciar la ley de la gravitación universal, descubrió algunas cosas menos científicas. Debido a su pasión por la teología y un exhaustivo estudio que hizo de la Biblia, concretamente del Libro de Daniel, allá por 1704 logró calcular que el fin del mundo será en 2060. Según Newton, la cuenta atrás comenzaría en el año 800 con la refundación del Santo Imperio Romano; a partir de este hito debían pasar 1.260 años hasta la llegada del fin de los tiempos. Si bien conocemos a Newton más por sus avances científicos, lo cierto es que el británico pasó más tiempo analizando y escribiendo sobre la Biblia -a la que le dedicó cinco décadas de estudio- que sobre otras disciplinas más cercanas a la ciencia, pero firmando con un seudónimo, consciente de que ese tipo de ideas no iban a granjearle una fama apetecible. Su predicción del 2060 no tenía otro objetivo que frenar las creencias apocalípticas de la época y establecer que el fin no estaba cerca, además de aclarar que el acontecimiento no destruiría el planeta, sino que se entraría en un nuevo orden con la segunda venida de Cristo. k.w.g.