Nacionalidad: Franco-EE.UU. 2011. Producción: EuropaCorp-TF 1-Drive Productions. 2011. Director: Olivier Megaton. Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen. Fotografía: Romain Lacourbas. Música: Nathaniel Mechaly. Intérpretes: Zoe Saldana, Jordi Molla, Lennie James, Amanda Stenberg, Michael Vartan, Cliff Curtis, Beto Benites, Jesse Borrego, Cynthia Addai-Robinson, Angel Gamica, Ofelia Medina. 108 minutos.Valoración: *1/2

Es una pura y poco inspirada operación de cara a la taquilla que se vale como reclamo del cine de acción y de ingredientes harto socorridos con un ligero maquillaje que trata de reinventarlos. Su única seña de identidad es la condición de mujer de la protagonista, una asesina a sueldo y, en menor grado, su nacionalidad colombiana. Pero todo el arsenal de elementos que fluyen del guión se han visto hasta la saciedad en otros títulos escritos y producidos por un Luc Besson que se ha convertido en una de la mas rentables factorías de cine europeo. En realidad se trata de la consabida historia de una venganza aplazada, la de alguien que fue testigo en su niñez del asesinato de sus padres y que ya de adulto solo piensa en matar al asesino. Con acento femenino, por supuesto. Un menú sin sabores propios y sumamente rancio que apenas logra mantener el tono.

Dirigida por un Olivier Megaton que ya hizo de las suyas en "Transporter 3", una mediocre secuela para incondicionales de los fuegos de artificio y de la acción indiscriminada, "Colombiana" tiene, por otra parte, un estigma que jamás le abandona, la absoluta falsedad de los personajes y la nula convicción de los mismos. La Bogotá inicial donde se lleva cabo la masacre que contempla impotente la pequeña Cataleya, cuando sus padres son víctimas de un desaprensivo narcotraficante, es sumamente artificiosa, fruto de los errores señalados y de unas soluciones argumentales que huelen a podrido y que se han visto en todo tipo de productos de acción, tanto de la mafia italiana o su pariente norteamericana como de la japonesa o de las bandas de delincuentes internacionales.

Sin una sola novedad, con una protagonista que se ha criado con su tío en Chicago y que se convierte en una bella mujer pero entregada por completo a la ejecución por encargo, se entenderá que la trama no llegue a suscitar interés alguno. Menos aún cuando se introduce de forma forzada un romance sin un gramo de química que pretende abordar la vía de los sentimientos. Todo muy falso y frío, sin el más mínimo gesto de credibilidad y elaborado a partir de desechos de otros productos semejantes. Pocas veces el español Jordi Mollá estuvo tan a merced de los desmanes.