Los pubs con más solera cultural y veteranía de la movida nocturna alicantina empiezan a dar serias muestras de agonía. Cure Antidisco Bar, casa fundada hace 25 años para rendir culto a la música que no sonaba en la radio; Pixies, primo menor del anterior y punto de encuentro de músicos y amantes del indie; Jendrix, bastión del rock and roll de todas las épocas y uno de los pocos escenarios de la Ruta de la Madera... Todos le han dado un ultimátum a la crisis: si no da tregua durante el invierno, echarán las persianas.

Tito "Ramone", propietario de Cure; Félix González, socio de Pixies; Juli Mohedano, dueño de Jendrix y tres locales más y José Francisco Segura, propietario de Brujos, en la Ruta de la Madera, miran a su alrededor con preocupación. En agosto cerró el muy discreto pero perfectamente ubicado Enclave, en la calle Labradores del Barrio. A principios de septiembre fue Jazzboree, el pub de música en vivo por excelencia y con más trayectoria de la ciudad. Ahora ha sido Söda, donde músicos y artistas se reunían en torno a exposiciones de todo tipo y una selecta carta musical. Ahora la tormenta va hacia ellos. "Cualquier propietario de esta zona está en una situación crítica", asegura Mohedano.

Los papeles evidencian esta realidad: "con la crisis perdimos un 50% de clientela, y con ley antitabaco otro 25%. Facturamos el 25% que hace dos años", explica el dueño de Brujos, con trece años de defensa del rock alternativo. El responsable de Pixies, donde desde 1998 se han celebrado presentaciones de cómics, conciertos y uno de los concursos de maquetas más importantes de toda la provincia, habla de un descenso de los ingresos del 70% entre semana y del 40% los sábados y domingos. Despedidos los camareros hace tiempo, está convencido de que su socio y él se marcharán también "si el invierno es tan desastroso como el verano".

Hay dos factores que provocan esta agonía, a juicio de los propios afectados. El primero es político: la Ley Antitabaco ha coincidido con el hecho de que ninguno tiene espacio para montar terraza, lo que los ha convertido en un sótano durante el verano.

El segundo, sin embargo, guarda más relación con el empobrecimiento general de la clientela y la escasa participación de la gente más joven. El dueño de Cure está convencido de que "no hay relevo generacional porque ha ganado el botellón" y su colega de Jendrix abunda en esta idea: "Tengo gente de 30 años haciendo botellón en la puerta de los bares. Eso asusta", afirma Mohedano, quien cree que los jóvenes "salen con dos euros y los mayores con seis, cuando antes llevan a 10 y 25" respectivamente. José Segura sentencia que "la Ruta se muere". "Quedan 10 bares e los 20 que éramos hace unos años".