Entre vitores y al grito de ¡guapa!, Doña Cayetana, Duquesa de Alba llegó y triunfó, vista la admiración que causó. Fue tal el revuelo que originó su presencia en Alicante, para asisitir a una comida en su honor como «aficionada ejemplar» organizada por la Tertulia Taurina Amigos de Nimes, que necesitó protección policial para abandonar la capital destino a Sevilla. Llegó desde Madrid pasadas las dos de la tarde, junto a su secretaria personal y un discreto dispositivo de Policía Nacional y Local, luciendo un vestido de tono gris y flores de colores a juego con chaquetita lila, medias de rejillas y muchas pulseras, también en su tobillo, y una flor en su cabello. Le aguardaban allí la alcaldesa Sonia Castedo; el concejal Andrés Llorens; el presidente de la peña taurina, José María Jericó, y el director de Portamaris, Domingo Luján, junto a una veintena de admiradores.

A la lógica expectación que provocó su presencia entre los medios de comunicación a escasos días de su boda –no pudieron acceder pero vimos a programas rosas como Sálvame– , se sumó el incontrolado deseo de los invitados por hablar con la aristócrata. Así el protocolo se rompió en varias ocasiones durante el almuerzo que se sirvió, a un precio de 55 euros, y que consistió en ensalada de salazones alicantinos –que Doña Cayetana no pudo probar por motivos de su dieta–, torrija de tomillo, concassé de tomate seco y aceitunas y quisquillas de entrantes, seguido de arrroz a banda –plato con el que disfrutó– y semifrío de turrón, un postre que apenas pudo probar ante la insistencia de sus admiradores, de todas las edades, para posar con ella, y de gente que le entregaba regalos: zapatos, paraguas... La duquesa se llevó una cerámica del ayuntamiento de Morán Berruti y la insignia de la ciudad de manos de la alcaldesa. Al final fue incontrolable, a pesar de las llamadas de atención de Jericó, y también de Juan Ramón Rodríguez, director de Salones del Mar, donde tuvo lugar la imposición de la «Insignia de Oro y Brillantes» por su incondicional apoyo a los toros y sufragada por los treinta socios.

Con su presencia en Alicante demostró su apoyo incondicional «a nuestra fiesta nacional» y su lucha por conseguir que «los toros sean algo importante». También sus dosis de paciencia con sus admiradores. Y es que casi todos los asistentes al homenaje lograron hacerse una foto con la aristócrata con más títulos de todo el mundo y que despierta allá donde va, como ocurrió ayer en Alicante, cariño, respeto y admiración por hacer lo que le ha dado la gana y por habernos dado ese personaje alegre y jovial, también ahora a los 85 años y a las puertas del altar. Por parte de los socios de la Tertulia taurina como Pablo Serra, Luis Lópezo o Pedro Mompean; los hermanos Fernando y Roberto Ayela y amigos y aficionados como el restaurador Lucio, Vicente Castelló, Belén Arias, Manuel Ricarte, Cristina Quintans o Conchi Pellín, todo fueron bellas palabras para la duquesa enamorada, y ella las devolvió piropeando a Alicante. Esta Grande de España declaró sentir «cariño» a Alicante y ser una admiradora de «esa maravillosa luz que tiene; nunca he visto otra tan bonita». Recordó corridas de toros a las que ha asistido en Nimes, en especial las de Antonio Ordoñez y las de su ex yerno, Francisco Rivera Ordoñez, y recalcó que José María Manzanares, «es un fenómeno». Contó que cenará con él en Sevilla tras su faena del próximo domingo. Y, como muestra de su carácter impulsivo, volvió a tomar la palabra tras escuchar a la alcaldesa para decir: «Votad siempre a la guapa alcaldesa».

Aunque hubo ausencias sonadas, ayer fue un día inolvidable.