Son parejas maduras y estables con compromiso de fidelidad. La mayoría de sus miembros tienen hijos y viven con ellos. Pero los LAT (Living Apart Together, algo así como estar juntos pero vivir separados) tienen una característica que los diferencia de cualquier otra unión de hecho o matrimonio: no conviven en la misma casa por estricta convicción de ambos. Lo que siempre se ha explicado como estar "juntos pero no revueltos"o "ni contigo ni sin ti"se haadaptado al sistema sentimental de este siglo y dado lugar a una nueva modalidad de relación que va ganando adeptos. Los expertos aseguran que las parejas stay over son un fenómeno aún minoritario pero que crece desde hace diez años en la provincia y en toda España.

El acrónimo LAT -en este caso también sinónimo de la expresión inglesa stay over, quedarse a dormir-, se utiliza para definir un tipo de relación que en EE UU y Europa está extendida entre jóvenes independientes de entre 25 y 35 años. Aquí, sin embargo, los especialistas en pareja reconocen que se ha impuesto una adaptación "mediterránea": "El stay over español tiene más que ver con personas maduras que vienen de relaciones anteriores" afirma el psicólogo alicantino Enrique Cortés, especialista en relaciones sentimentales. El LAT español concibe la separación como un escarmiento por haber compartido techo y no está dispuesto a repetir "el error" de convivir con alguien.

Un ejemplo de esta "versión mediterránea" es María Romero. Tiene 61 años, es viuda desde hace doce y lleva seis con su compañero, un eldense divorciado tres años menor que ella. Viven cada uno en su casa, "apenas a 20 minutos en coche" y pasan juntos bastante tiempo, "tres días por semana, o el fin de semana, en su casa o aquí en la mía", cuenta María. Ambos tienen hijos y ella, además, nietos. Tras 17 años de matrimonio con su difunto marido, María asegura que no se hubiera casado "si hubiese conocido esto a los 22 años". "Pasé mucho en el matrimonio y le dije a mi pareja que yo no quería convivencia. Él tampoco, así que estuvimos de acuerdo. Así no te controla nadie, eres libre, y no significa que no respetes al otro. Cuando te casas, dejas de salir y se convierte en un ´yo soy tuya y tú eres mío' que yo llevaba muy mal", relata. Esta defensora del stay over matiza no obstante "que lo veo más para gente como nosotros", porque "tener críos así no sería igual". Formar una familia en techos separados, es, para María, "hacerles estar como están los hijos de los separados, siempre con la maleta hecha".

La psicóloga barcelonesa afincada en Elche Sonia Cervantes confirma que el stay over es propio de "parejas de segunda o tercera generación" que huyen de los roces diarios que terminan minando lo positivo de la relación. "Septiembre y enero son los meses en los que suelen haber más rupturas matrimoniales, porque la pareja viene de haber pasado todas las vacaciones juntos".

Así, la experiencia o las rupturas anteriores conducen a adoptar un tipo de relación que "evita los refuerzos negativos de la convivencia, como las manías del otro, las tareas domésticas y la economía casera" a la vez que "explota más la calidad del tiempo que los dos pasan juntos, porque se ven menos".

Calcula que este estilo de vida lleva "unos diez años instalándose como alternativa" a las uniones convencionales, aunque duda que llegue "a sustituir a la familia tradicional". A pesar de que el stay over no es su opción, Cervantes acepta y respeta una forma de relación que "funciona" tanto en parejas heterosexuales como homosexuales, orientación esta última que "es la más proclive a seguir este modelo".

Otra característica es, para la psicóloga (conocida por su participación en el programa Hermano Mayor), que suelen ser gente con un nivel adquisitivo alto que se pueden permitir "pagar dos hipotecas o dos alquileres". Socialmente se les suele reprochar que son "unos inmaduros y que van a lo fácil, a un tipo de relación muy cómoda en la que se evita a toda costa el conflicto, como ocurre en toda la sociedad", en palabras de Cervantes. De ahí que, en algunos casos, la especialista identifique que elijan este modo de vida personas con "Síndrome de Peter Pan" en el caso de los hombres, o bien complejo de "Superwoman" si se habla de mujeres adultas.

"Sí, un poco Peter Pan sí que soy", admite un LAT alicantino que prefiere ser identificado como Alberto para mantener el anonimato. Empleado en una empresa de telecomunicaciones y de 42 años, sale desde hace tres con Rosa, empresaria de 37. Viven cada uno en su casa, ella con los tres hijos que tuvo con su exmarido y él solo, aunque muchos días comparte a su hijo con su ex mujer. "La mayoría de las parejas que están casadas son infelices. Al llegar a los 30 crees que tienes que sentar la cabeza, pero después te sientes atado. Ahora lo único que me corta las alas es mi hijo" asegura.

Los hijos de las relaciones anteriores son una de las razones principales para vivir separados. Cortés recuerda que muchos LAT se sienten incómodos ante un mal comportamiento de los hijos de su pareja, ya que "no saben cómo actuar, si llamarles la atención o no hacer nada", de forma que reducen este contacto al mínimo.

Alberto conoce bien esta situación y reconoce que tiene que morderse la lengua de vez en cuando. "Cuando comemos en casa de ella nos lo pasamos fenomenalmente bien, no demostramos nuestro amor en público y ya está. Pero sus hijos es algo donde yo no entro, son cosa de ella" explica. Además, reconoce que Rosa encaja también en el perfil de mujer luchadora trazado por la psicóloga: "Ella sí es muy "superwoman", en el sentido de que es muy "no necesito la ayuda de nadie, puedo con todo, con el trabajo, con los niños, con la casa... y contigo"".

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