¿Qué tipo de espectáculo trae?

Es la última edición de un espectáculo llamado Desordances3, un ciclo que comenzó hace dos años. Es un juego de palabras que quiere simbolizar la unión de diferentes estilos de danza con una danza tradicional de El Cairo, el derviche giróvago.

¿Derviche giróvago?

Sí, es un baile de giros que nació en Turquía hace siglos y se difundió a través de poetas del Islam. Lo practicaba una especie de secta muy protegida por la religión, era un baile que buscaba la cosmogonía, el conocimiento de Dios. Esta es un poco la parte humanista del derviche. Finalmente se expandió por el resto por el mundo árabe. Le ocurre un poco como al flamenco, que nace en España pero lo adapta cualquier bailarín del mundo.

La fusión es una constante en su carrera, ¿cómo favorece el baile la integración?

Yo necesito nutrirme constantemente de estos elementos. Puedo ser terriblemente moderno pero a la vez estoy muy centrado en la tradiciones, me puede fascinar cualquier tipo de baile que nazca en Nueva York ahora y a la vez una danza tradicional de la India. Desde luego hoy en día la danza es más que nunca un puente entre culturas. La danza no fue el lenguaje del siglo XX, como pretendieron algunos. Yo creo que va a ser a mediados de este siglo cuando va a coger muchísimo peso.

¿Cree que entonces se entenderá como el lenguaje artístico más perfecto?

Hay un ejemplo de esto muy importante, la danza butoh, nacida en Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora está ganando mucha influencia en la danza contemporánea: los grandes movimientos de baile están empezando a influenciar a la parte más intelectual de los movimientos artísticos.

¿Es difícil lograr que el hip hop sea respetado en el mundo de la danza?

A estas alturas ya no tanto. Y me siento muy orgulloso de que mi compañía fuese la primera en trabajar con bboys (bailarines de breakdance) españoles y convencerlos de que podían subir a escena y convertirlo en una forma de arte. Cada vez noto más que muchos coreógrafos que van de vanguardistas copian movimientos y pasos que nacen de la calle. Es uno de los estilos que más inspira y uno de los que menos se habla.

¿Qué dice la chacarera del pueblo argentino y qué dice el flamenco del español?

(Ríe) Lamentablemente, tengo que decir que hay una especie de contradicción. Tanto la chacarera como el flamenco nacen de una cierta marginalidad y terminan representando a todo un país. Como el butoh, que en realidad nace de la rabia del japonés que se revela a la norma occidental de bailar y se dice "puedo bailar más pegado al suelo, no quiero ir por los aires como ellos". Al final la danza son las raíces de cada pueblo.

¿Y qué opina de bailes que han estado más de moda, como el tecktonik o el kuduro?

El tecktonik... Hay danzas que son consecuencias de la desidia, del quiero bailar rápido y salir en videoclips. Empezó como una danza tonta, pero bueno, ha evolucionado y en mi compañía hay un coreógrafa que ha hecho un espectáculo con bailarines que empezaron así. El kuduro sí, en su ambiente. Es muy africano. Me encanta un cuerpo en movimiento, hay algunos bailes que evolucionan y otros que se quedan en cuatro pasos. Aunque también creo que los pasos simples tienen mucho que decir.

¿Qué han aportado los programas de baile a la danza? ¿y Cisne Negro?

Siempre está la parte alienante de la danza, estos programas de la tele no hay ni que nombrarlos. Quizá han aliviado la inquietud por bailar de la gente, pero ha sido más que nada una moda. La televisión es un dragón que te fagocita y te vomita con la misma facilidad, veremos dónde están en dos años. A mí me encantaba el trabajo de Millepied, el coreógrafo de Natalie Portman, hasta que vi la película. Cuando ves cómo mueve los brazos y después los pies, que no son suyos... Me pareció una mezcla estúpida entre El Exorcista y... Yo qué sé. No me gusta, no me aporta.

¿Sufre cuando ve a la gente bailar en las discotecas?

Bueno, cuando vas a los bares la gente baila un poco mejor aparentemente, quizá por la televisión. Los tíos intentan cada vez ser más chulos y las tías, más lobas. Sí, bueno, está bien.