En la tarde de ayer se doctoraba un nuevo coleta alicantino, Iván

Pérez, salido de la Escuela Taurina de la capital levantina. La ilusión y los nervios traslucían en su mirada. Los tendidos de la plaza de toros de Monóvar, cubiertos en un tercio, le vieron hacer el paseíllo junto a Juan José Padilla y Antonio Ferrera, padrino y testigo de la posterior ceremonia de doctorado.

En los corrales, una corrida de justa presentación acorde a la categoría del coso, pareja de hechuras. Anduvo el toricantano suelto con el capote, recibiendo con larga de rodillas. Y tras la cesión de trastos, con un animal ideal para momento de tantos nervios, por su nobleza y justeza de fuerzas, dejó detalles de buen corte que no acabaron de tomar cuerpo. "Jaquetón" se llamaba el astado, número 102. Cuatro pinchazos y una estocada buena dejaron el posible trofeo en saludos desde el tercio. El sexto fue el mejor toro, junto con el quinto, del buen encierro.

Los nervios, la falta de contratos, la bisoñez, o quién sabe cuántas razones impidieron a Iván encontrar los terrenos y acertar en los toques y distancias. Algún muletazo suelto de buen corte al natural, por donde el animal se deslizaba con emoción y recorrido. Media atravesada, cuatro descabellos y la insistencia de Padilla al presidente dieron paso a una oreja de recuerdo.

La del toreo es una profesión muy dura, qué duda cabe. A un corazón a prueba de bombas hay que añadir un cráneo privilegiado. Es la cuadratura del círculo. Casi nada. Juan José Padilla hizo alarde de entender más de públicos que sus compañeros, y se empeñó en jalear a la banda, animar al público, vender sonrisas y, de vez en cuando, torear. Dos orejas cortó a cada oponente, de más fuste las primeras porque apuntó algunas tandas buenas, amén de su galería de rodillazos, molinetes, cabezazos en el lomo del animal, y todo lo que hiciera falta para encender al personal. Una ganga, vamos.

Ferrera quiso siempre hacer las cosas bien. Mejor con el quinto, de muy buen tranco. Algún natural tuvo recorrido y buen aire. Con su primero estuvo más intermitente. Oreja y oreja por matar mal. Otra guasa. También destacaron Ferrera y Padilla en banderillas.