El historiador, académico, investigador y filósofo Vicente Ramos Pérez (Guardamar del Segura, 1919) falleció ayer en su casa familiar a los 91 años de edad. Una larga enfermedad acabó con la vida de uno de los intelectuales alicantinos más destacados del siglo XX, defensor a ultranza del alicantinismo y uno de los máximos estudiosos de las grandes figuras de la época, como Gabriel Miró, Rafael Altamira, Azorín o Miguel Hernández.

Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia y profesor extraordinario de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Estocolmo, el que fuera cronista de la provincia de Alicante desde 1970, será enterrado hoy en el cementerio del Vial de los Cipreses de Alicante, tras el responso que se celebrará a las 12.45 horas en el tanatorio La Siempreviva.

Casado con Manolita Moya García desde 1943, su auténtica alma gemela, tuvo dos hijos, Vicente José y Manuela del Rosario, Vicente Ramos, que publicó numerosos artículos en INFORMACIÓN a lo largo de su trayectoria, tuvo una intensa vida literaria, historiográfica y también política.

Azorín, Gabriel Miró y Miguel Hernández marcaron la vida de Vicente Ramos como su triunvirato intelectual desde que, como él mismo aseguraba, "la semilla prendió en mí de tal modo que Azorín alumbró, él solo, los albores estéticos de mi adolescencia hasta que, en 1937, descubrí a Gabriel Miró hermanándose las dos luces, las dos voces, en mi corazón". También desde que ese mismo año conoció al poeta oriolano en el Ateneo de Alicante sus versos calaron hondo en el historiador. Tanto que en 1950 escribió junto a Manuel Molina Seis poemas inéditos y nueve más, con el objetivo de difundir la obra hernandiana y también de ayudar a la viuda y al hijo del poeta.

Inquieto, culto, perfeccionista, luchador y amante del conocimiento, Vicente Ramos se convirtió sin duda en uno de los grandes intelectuales de su época. En sus escapadas a Madrid se codeó con destacados personajes como Dámaso Alonso, Buero Vallejo, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, Gabriel Celaya, Francisco Umbral o Emilio Romero, mientras abría el abanico de sus investigaciones y de sus cerca de centenar de libros a temas tan variados como la literatura, el ensayo, la biografía, la historia o la política.

Su admiración por Azorín quedó plasmada en los más de doce trabajos realizados en torno al autor monovero y también al convertirse en el primer director de la Casa-Museo Azorín, cargo que ostentó desde 1971 hasta 1983, cuando se jubiló. Hasta ese mismo año dirigió también la Biblioteca Gabriel Miró, fundada por él mismo a instancias de la antigua Caja de Ahorros del Sureste de España, actual CAM, de la que después ha sido director honorario vitalicio. Todo comenzó cuando ofreció una conferencia sobre la producción de Gabriel Miró en el Casino de Alicante en 1944 y, al acabar, Antonio Ramos Carratalá se le acercó. Como el propio Ramos relata en el libro Semblanza, escrito en 2003 por el periodista Martín Sanz, "me preguntó: ¿Quiere usted hacer una biblioteca dedicada a Miró? Le respondí que estaba encantado y me convocó en su despacho de director de la Caja de Ahorros del Sureste". Esta proposición supuso para el historiador llevar a cabo un sueño personal: "Crear una biblioteca de la nada, a mi gusto y a mi disposición, donde tanto yo como el resto de investigadores podríamos tener material de primera mano para nuestros trabajos".

Su dedicación a la cultura, como autor de numerosos libros y artículos, además de impulsor de publicaciones y revistas, le valió su ingreso en la Real Academia de la Lengua en 1968 (con el apoyo de Camilo José Cela, Laín Entralgo y Luis Rosales), como miembro correspondiente, igual que en la Real Academia de la Historia en 1966 y en la Academia de Alfonso X El Sabio de Murcia, además de numerario de la Academia de Cultura Valenciana en 1978, en las academias de Literatura y Filosofía de Buenos Aires y en la Academia Internazionale Neocastrum de Italia.

Ramos, que tiene una fundación con su nombre además de una calle en Guardamar del Segura, dedicó buena parte de su tiempo a analizar históricamente algunas de las instituciones culturales alicantinas, como el Teatro Principal ("No me interesaba por el espectáculo sino por haber sido y ser el teatro alicantino por excelencia y revelar su incidencia en la Historia, como bien aclaré en el título", de Semblanza), el Ateneo así como Historia de la Diputación Provincial de Alicante, uno de sus más ambiciosos trabajos y el más reciente, al que dedicó su investigación en los últimos diez años, ya que llegó a publicar hasta el quinto tomo y se encontraba preparando el sexto hasta que la salud se lo permitió. Incluso se dio el lujo de flirtear con el fútbol, dedicando un libro al Hércules, El Hércules C. F. y el fútbol en Alicante.

Significativa en su labor investigadora fue la publicación de los tres tomos de La Guerra Civil en la provincia de Alicante, realizados entre 1973 y 1974. La censura le "pidió" que quitara la palabra rebeldes "cuando me refería a los del bando nacional. Un solo término es una obra de tres extensos tomos", aunque "hoy habría añadido bastantes cosas más".

Su última aparición pública fue en junio de 2010, hace poco menos de un año, cuando acudió al Instituto Gil-Albert para presentar Vicente Ramos, testigo de Alicante, realizada por el grupo GEA. "Nunca se acaba de hacer todo", dijo entonces.