Raquel sabía que Sara era delicada para comer. Lo leyó en el reportaje y se lo recalcaron en la Protectora de animales. Ahora lo corrobora, y entre risas, la llama "sibarita".

Asegura que, entre sus preferencias alimentarias, destacan las pechugas y las hamburguesas. Le pirran las patatas fritas. Odia los macarrones. Los aparta y se come la mezcla. El pienso es, para ella, algo desconocido. No quiere ni los botes de comida húmeda. Y es que el alimento para perros no está hecho para ella.

Raquel prepara la comida para su familia, y le aparta un platito a Sara. Así va conociendo sus preferencias porque afirma que el animal está "muy delgado", pero no se come cualquier cosa.

Duerme en alto, sobre un butacón. No le dejan subirse a las camas. Es una de las pocas restricciones que tiene en su nuevo hogar. Se deja manosear por los niños, pero los perros no le gustan.