"El día esperado ha llegado pronto porque así lo ha querido el Señor. Juan Pablo II ya es beato". Un millón de personas oyeron ayer estas palabras pronunciadas por el papa Benedicto XVI durante la beatificación de su antecesor en la silla , Karol Wojtyla, Juan Pablo II.

Los fieles ocupaban la Plaza de San Pedro de Roma, la cercana Vía de la Conciliación y las calles adyacentes para asistir a una emotiva ceremonia que convirtió al desaparecido pontífice en el décimo papa beato proclamado por la Iglesia católica y el primero en alcanzar tal categoría por su inmediato sucesor en los últimos 1.000 años.

Instantes antes de comenzar los actos, el papa Benedicto XVI saludó los peregrinos y una vez en el altar, el vicario para la diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini, dio comienzo al rito de la beatificación con la lectura de la biografía de Juan Pablo II.

Uno de los momentos más emotivos tuvo lugar al descubrirse el tapiz con la imagen del beato, desplegado en la fachada de la Basílica de San Pedro mientras se cantó un himno en su honor e inspirado en sus propias palabras : "Abrid las puertas a Cristo", pronunciadas el 22 de octubre de 1978 en la ceremonia de inicio de su pontificado.

"Perfume de santidad"

Benedicto XVI incidió en que "el día esperado ha llegado pronto porque así lo ha querido el Señor. Juan Pablo II es beato. "Ya aquel día, -el 8 de abril de 2005- se percibía el perfume de su santidad" y que "el pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él", dijo el pontífice. En este sentido, explicó que, por eso, ha querido que, "respetando debidamente la normativa de la Iglesia", la causa de su beatificación "procediera con razonable rapidez".

Las palabras de afecto y reconocimiento a su antecesor fueron constantes en la homilía de Benedicto XVI que recordó la "humildad" del Santo Padre. Además, el Pontífice, que fue estrecho colaborador de Juan Pablo II como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, defendió que "con su testimonio de fe, de amor y valor apostólico" el papa polaco "ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos".

En el Regina Caeli, el Papa saludó "con afecto" a los peregrinos en diferentes idiomas, entre ellos, el español y se ha dirigido a todos los fieles de lengua española "y en especial" a los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y fieles, así como a las delegaciones oficiales y autoridades civiles de España y Latinoamérica.

El Pontífice recordó que "el nuevo beato recorrió incansable" las tierras de los hispanoparlantes, "caracterizadas por la confianza en Dios, el amor a María y el afecto al Sucesor de Pedro" y aseguró que Juan Pablo II sintió en cada uno de sus viajes "el calor de su estima sincera y entrañable".

"Os invito a seguir el ejemplo de fidelidad y amor a Cristo y a la Iglesia, que nos dejó como preciosa herencia. Que desde el cielo os acompañe siempre su intercesión, para que la fe de vuestros pueblos se mantenga en la solidez de sus raíces y la paz y la concordia favorezcan el progreso necesario de vuestras gentes", pidió Benedicto XVI.

Al finalizar la ceremonia el Pontífice besó el altar y entró en la Basílica para venerar el cuerpo de Juan Pablo II mientras las campanas de San Pedro tocaron a Gloria como signo de que Juan Pablo II ha sido incluido en la lista de los beatos de la Iglesia católica y que repicaron durante unos quince minutos. Al salir de la Basílica, Benedicto XVI se acercó a saludar a las delegaciones 87 oficiales en las que participaron cinco casas reales, 16 jefes de Estado y seis jefes de Gobierno. También asistieron representaciones de la Unión Europea, como el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y uno de los vicepresidentes del Ejecutivo comunitario, el italiano Antonio Tajani.

Las celebraciones con motivo de la beatificación de Juan Pablo II concluirán hoy con una misa en honor al nuevo beato que se celebrará en la Plaza de San Pedro de Roma.