Se ayuda de un bastón, ¿una herida de guerra?

Un rappel (descender suspendido de una cuerda) desde un helicóptero. Al llegar abajo, le dije al piloto "déjame" y él, que era chileno, me entendió lo contrario y me subió quince metros.

¿Y se cayó?

Sí, hace casi dos años, y hace unos meses me operaron de la cadera: ya tiré las muletas y ya tiraré el bastón. Este bastón es una makila, que es la que llevan los alcaldes vascos. ¡Es bonita! ¿eh? (desenrosca la empuñadura y la abre).

¿Está para estos trotes?

¿Hombre! Si no... Ya tenemos programada la Ruta Quetzal del año que viene.

¿El rey le pidió que la organizase?

Me dijo en 1979 qué podíamos hacer para que los jóvenes de Iberoamérica tuvieran un conocimiento de la historia común. Gracias a él se hace este programa que es casi más importante en América que en España.

¿De dónde le viene a usted ese espíritu aventurero?

Yo hacía atletismo y en 1956 la Universidad de Mayagüez, en Puerto Rico, me dio una beca y con su nombre en la camiseta tiraba el disco en todos los estadios de Estados Unidos. Ahí conocí lo que es América y vi la inutilidad de mis amigos de España, que no sabían nada. Ellos creían que esto es España, y no somos España ni somos Europa, somos, además, América, fruto de 500 años de mestizaje.

¿Qué trato recibe ahora la inmigración americana?

La inmigración es el gran regalo de América. Los inmigrantes son los únicos que conservan valores espirituales tan importantes como la familia.

Se casó en Tokio, ¿por qué?

Para que no fuese nadie a la boda. Fui allí en el Transiberiano y mi mujer voló desde Madrid. Nos casaron los Jesuitas con el embajador de testigo, en 1965. Japón fue uno de mis primeros destinos en TVE, y de allí fuimos a Vietnam.

¿Llevaba a su mujer cuando era reportero de guerra?

¡Hombre! Y en Saigón volaron la pensión y tuve que mandarla a la embajada de España en Tailandia; después fuimos a Indonesia, en 1965, cuando la revolución; luego a Jerusalén, a Nepal...

Su primo, Tomás de la Quadra, fue ministro, a ¿usted nunca le tentó la política?

No, no, hay que estar por encima de la política. La política cambia a las personas.

¿Desprecia el poder?

En televisión entrevisté a líderes de movimientos de liberación y vi cómo al llegar al poder se corrompieron. Las revoluciones hay que hacerlas con el estómago vacío, en cuanto el estómago se llena...

¿Concibe una vida sedentaria?

Soy giróvago, como los frailes dominicos que iban de convento en convento... Ser nómada porque no tienes apego a lo material, cosa que hoy en día...

¿Es austero?

No, pero hay que necesitar menos; si bajamos el techo de necesidades, podemos ser más felices.

¿Viaja ligero de equipaje?

Poca cosa. Cuando llueve, lo mejor es llevar una bolsa de plástico: te desnudas y metes la ropa en la bolsa y, cuando deja de llover, te la pones seca. Y, en cincuenta años, no me puse calcetines nunca, ni en verano ni en invierno a 20 grados bajo cero.