Alicante, 20 de junio de 2010. Feria de Hogueras, cuarto festejo de abono, corrida de toros. Tres cuartos de entrada. Tiempo apacible. Preside Manuel García, discreto en trofeos, permisivo en corrales.

Toros de Juan Pedro Domecq, de presentación deplorable por anovillados, sin trapío ni cuajo alguno. Un saldo sin paliativos. Manejables, escasos de casta, sin poder. Algo complicados 3º y 4º. Se apagaron pronto, sin codicia. En 8 entradas, 10 puyazos y 4 picotazos.

Luis Francisco Esplá, azul noche y oro, pinchazo, entera aseada (oreja); entera buena (petición)

Morante de la Puebla, blanco y azabache, 2 pinchazos, estocada honda con alivio (división de opiniones); media baja y perpendicular (oreja).

Alejandro Esplá, blanco y oro, entera caída a volapié (oreja); entera caída (oreja ). Tomó la alternativa. Sale en hombros junto a su padre.

Las emociones que pudieron derivarse de las circunstancias del festejo de ayer, muy a tener en cuenta, tal cual la alternativa de Alejandro Esplá y la despedida definitiva de su señor padre, ese Luis Francisco de universal torería, con él se va quizás el último clásico del arte de la limpia lidia, no ha de empañar, menos justificar, el hecho de asistir al saldo ganadero con que empresa y autoridad, dudosamente competente, se atrevieron a menospreciar de tal manera al pagano público. Ese público, más bueno que un pan candeal, al que un sistema inmisericorde, con el rigor y la limpieza de la emoción del toro de cuajo, ha convertido en permisivo y un tanto ensimismado. Empeño que viene de largos años atrás, siempre al amparo de la aparición de alguna figura de populista relumbrón que justificaba el abuso. El poder de la taquilla, ea, y tantos "sobrecogedores" del mundillo de farándula informativa taurina. Y así, inaccesibles a desaliento alguno, hasta la casi destrucción final del toro de enjundia. Como ese saldo que Juan Pedro Domecq se permitió enviar al centenario coso alicantino, donde, memoria histórica es, su padre ganó honorables laureles. Otros tiempos. Otros hombres. Otras éticas. Otros afanes.

Y de la alternativa de Alejandro Esplá será justo y necesario dejar fiel constancia. La apuesta por un compromiso de pervivencia en el tantas veces proceloso mundo del toreo. Coraje para aceptar y aprender de las situaciones negativas; sensatez y comedimiento para llevar con galanura las opciones favorables, las de famas y fortunas. Que el mejor de los ánimos venga a llenar las aspiraciones de ese Alejandro que al toreo llega, tercera generación de la saga Esplá. Sea en buena ahora y favorable futuro. "Receptor", negro zaíno, número 115, de 502 quilos de peso, nacido en febrero de 2006, de ajustada presencia de acuerdo al ceremonial de costumbre cuando de un doctorado se trata, que tomó una vara en única entrada. Anteriormente, el neófito se paró mandón al lancear de recibo. "Saltilleras" en el quite y el abrazo con el padre, a quien brinda la muerte de su primer toro, en la ceremonia doctoral. Suave docilidad que permite que Alejandro se muestre sereno y sosegado, con templado manejo de la franela y oportunidad en los remates y adornos. Variedad y ajuste sería la mejor nota. Y se lleva la oreja de ese su primer toro, trofeo que repite en el sexto, éste con algo más de picante, con el que se faja empeñoso y decidido a redondear su primera tarde como matador de toros. Luego, se supone que con un nudo en el filial corazón, le cortó la coleta a su padre, con quien compartió triunfal salida en hombros: el que viene, por los trofeos logrados; el que se va, por tanta carga histórica...

Luis Francisco puso absoluto empeño en que su última tarde en el toreo, en su pueblo, dejara cumplida huella en el ánimo del aficionado. Sacó a relucir ese oficio, tan rico en recursos y matices, que han caracterizado su amplitud torera. Lució con capote, compartió banderillas con Morante y con Alejandro, dejó cuatro pares en el cuarto y sacó cuanto había de aprovechable en sus dos toros. Faltó toro. Demasiado torero...

Morante dejó lances y muletazos de marcado acento torero. Anduvo con empeño en buscar el éxito y hasta recuperó las "orteguinas", tan eficaces, para someter al incierto tercero. En lidiador. Se arrimó con decisión al quinto. Sin dudar nunca. Oreja.