Dicen de él, y corrobora él mismo, que ha sido un torero distinto. Después de 34 años de alternativa se despide el alicantino en su tierra y de la mejor manera posible, dejando a otro Esplá con el testigo. Se va el lidiador y el guardián de la liturgia. Se va un maestro.

¿Cómo se afronta la última corrida después de 34 años de alternativa?

Pues como una más. Me daré cuenta después, cuando acabe. Esto es como cuando te tomas un chocolate. Lo que me ilusiona no es que sea la última, sino el acontecimiento que supone darle la alternativa a Alejandro y que sea en Alicante.

¿Sentirá nostalgia del oficio?

No, para nada. He agotado todo dentro del toro. Llega un momento en que tienes que ser consciente de que cada vez es más complicado escribir recto sin torcer los renglones. Durante todos estos años me ha acompañado la salud, la suerte.. no puedes asomarte a tentar al destino. Además uno se tiene que anticipar a que le digan que se vaya y hacerlo así, en un buen momento. La del año pasado fue una de mis mejores temporadas.

¿Siente, como muchos aficionados, que con usted se va una época y una forma de entender la fiesta?

De hecho yo ya me encontraba no desplazado, pero sí extraño. Pertenezco a dos generaciones por delante de ésta y la verdad, me encuentro como un bicho raro porque todo evoluciona y han cambiado las formas, la estética...

Cree que la evolución va de la mano de los tiempos o han cambiado también los toros, el ganado

Los toros son un reflejo vivo de la sociedad, la sociedad ha cambiado y el toro también y si cambia el ingrediente básico con el que se cocinaba pues cambia el sabor y el contenido del guiso. Pero la fiesta en esencia no se altera, sigue fiel a sus principios.

Siendo torero de Madrid, ¿se siente más de allí o de aquí?

El toreo no tiene dueños ni patronos, puedes ser de Madrid y pertenecer a Alicante en todos los sentidos, el emocional y el artístico. He tenido la suerte de ser torero en Madrid, es uno de los lujos de los que podré presumir.

Es de los pocos toreros que ha dado la impresión de ir por libre en un mundo lleno de intereses cruzados, ¿cómo lo ha conseguido?

Pues como le dijo el caracol al águila cuando llegó a la cima de la montaña: arrastrándome. A veces he tenido que arrastrarme y pasar por situaciones muy duras precisamente para conseguir eso, una autonomía que con el paso de los años se ha convertido en prestigio y honestidad de cara al aficionado. Por eso Madrid es tan importante, porque te otorga el aval para contrarrestar las presiones del sistema.

¿De qué se siente más orgulloso cuando mira por el retrovisor?

Dentro de que uno no puede lograr todos sus sueños, sí he rozado parte de ellos. He estado donde quería y donde debía por derecho, y eso es al final el orgullo. Después de 35 años sin doblegarme puedo decir que soy un superviviente y que nadie ha atentado contra mi dignidad, que para mí es lo más importante. Eso es lo que más me emociona, bueno eso y mi relación con el toro, que ha sido milagrosa, una relación sin fisuras.

¿Tiene una faena con la que quedarse?

Esa faena no existe. Hay algunas en las que te has acercado más a ese ideal o a la utopía de la perfección, pero eso es lo que diferencia a los artistas del resto, su perenne insatisfacción.

¿En qué registro se va a centrar ahora, en la pintura?

Vives totalmente absorbido por esta profesión, yo toreaba 30 corridas al año pero como si fueran 200. Ahora me dedicaré a todo aquello que vas aparcando, a dar conferencias donde me lo pidan, escribir artículos que es algo que ya me han pedido de algún sitio, y no necesariamente sobre toros -eso sí, cuando sienta que puedo hacer algo riguroso y serio-, a la pintura y a preparar un complejo rural. Eso sí, campo, campo y campo, ahora con Internet podré compaginar mi vida en el campo con lo demás.

¿Cree que la fiesta tiene futuro o que si la prohíben en Cataluña más autonomías se subirán al carro?

Lo de Cataluña es un problema exclusivamente político, es la necesidad de abolir todos los signos que recuerden a España para lo que han utilizado la buena fe de los animalistas. El futuro depende de la sociedad, y en una como ésta en que lo audiovisual es lo que domina y se aparta del rito, pues el declive del espectáculo de los toros como del teatro o la música clásica vendrá porque todos ellos requieren de cierto compromiso intelectual. Es decir, que si muere la fiesta será por muerte natural.

¿Echa en falta una mayor defensa por parte de los intelectuales?

Siempre ha ocurrido lo mismo, pero es porque el aficionado nunca ha tenido esa necesidad, sin embargo en el lado contrariosiempre ha habido una beligerancia ordenada, organizada y sistemática y parece que son muchos cuando en realidad a la mayor parte de la población los toros le importan un pito. Los toros son uno más de los mecanismos que ha inventado el hombre contra la muerte y son tan inútiles como necesarios. Una cuestión de fe.

Hay quien dice que el aficionado acabará yendo a Francia a ver corridas

Es que Francia gestiona las libertades desde la Revolución francesa, son un ejemplo. Antes íbamos a ver porno y ahora iremos a ver toros.

¿Podrá disfrutar viendo a Alejandro?

No, sería el marqués de Sade si lo hiciera. Pero él tiene mucha ilusión y está preparado, sólo falta que los animalitos de luto colaboren. El resto pertenece al oráculo.