La colección de vinilos de Carlos Sempere alcanza las 5.000 unidades. "Y eso que me he deshecho de muchos por falta de espacio", cuenta el antiguo locutor de M-80, emisora en la que trabajó 18 años. Toño García heredó una gran cantidad de vinilos de su padre. Él ha seguido la tradición y su recopilación supera los 2.500. Por su parte, Víctor Ramos regentó la mítica tienda Discos UFO, ya desaparecida. Son tres de los coleccionista más destacados de Alicante de un objeto de culto que genera debate en la actualidad: por un lado, el desarrollo de las nuevas tecnologías pone en peligro la existencia del soporte físico; por otro, el sector vive una especie de resurgimiento en los últimos años.

Son muchas las bandas que deciden editar sus trabajos en vinilo. "Existe cierta nostalgia por lo vintage. Las grandes estrella del rock pertenecen a otras décadas", declara Sempere, para quien la melancolía por el objeto no es la única causa de su auge. "La industria discográfica también se ha dado cuenta de que el cd es un formato muerto y los vinilos no se pueden descargar por Internet. La diferencia es que los fans de Bob Dylan compran sus vinilos y los de Shakira se los bajan gratis para meterlos en el mp3".

Con el desarrollo de la tecnología y la digitalización de la música son muchos los que se cuestionan la viabilidad del soporte físico como medio de reproducción. Ello conllevaría la desaparición de los discos compactos y los vinilos. "Sería una faena. Los que ya tenemos algunos años sabemos lo importante que es tocar la música, sentirla en tus manos. Eso ha perdido valor. Antes, con suerte, te comprabas un vinilo a la semana. Ahora te puedes descargar cien discos en un día. La música está por todas partes, hasta en el ascensor de El Corte Inglés", afirma Sempere.

García secunda la idea. "Ver los vinilos entre tus manos te provoca mucha nostalgia. No soy partidario de que desaparezcan. Las bandas contribuyen a ello en ocasiones. Si ellas se ocupan de la distribución, se convierten en las propietarias de su negocio". Para Ramos, si los vinilos se extinguieran, "implicaría la desaparición del coleccionismo. También se perdería la tradición de las grandes portadas".

El arte de las portadas

Junto al sonido, esa "calidez" que resaltan los tres, los vinilos destacan por el arte gráfico utilizado para crear sus portadas. "Los grupos contrataban a empresas especializadas en el diseño de portadas porque le daban un valor añadido a la música. Era el marketing de la época", sentencia Ramos. "Han jugado un papel muy importante. Su gran tamaño les da una vistosidad imposible para las de los discos compactos. Algunas son legendarias, como las de Pink Floyd. La portada siempre ha recogido la esencia de los discos", recuerda Sempere. "Se han diseñado portadas verdaderamente geniales", concluye García.

Los tres expertos, que ayer ofrecieron una charla sobre los acetatos en la Fnac de Alicante, también coinciden a la hora de destacar el fetichismo que envuelve al mundo del coleccionismo. "El fetichista es muy amigo de conseguir ejemplares poco comunes: discos con errores, singles firmados, ediciones limitadas...", apunta Sempere. "Las versiones japonesas siempre han tenido mucho valor", le secunda García.