El ilustrador Pablo Auladell es el padrino de la III edición del Salón del Álbum Infantil Ilustrado. Y ejerce el cargo consciente del valor de la disciplina artística con la que ha recibido galardones como el Premio Nacional de Cómic del Injuve, el segundo Premio Nacional de Ilustración y el propio premio del certamen alicantino de álbum infantil ilustrado del año 2003. Defiende la calidad de la cita y reivindica el álbum como género en sí mismo.

- ¿Cree que el recorte de presupuesto puede afectar a consolidar el Salón definitivamente?

No, no creo que el éxito que pueda tener sea una cuestión de presupuesto. Recortarán gastos protocolarios en las jornadas, el café de bienvenida y ese tipo de cosas, pero no afectará al desarrollo de las jornadas.

- ¿Cómo estaba considerado el Salón entre los profesionales?

He escuchado de algunos compañeros que asistieron al certamen de León, el único comparable en España, que en comparación con los celebrados en Alicante, se quedaba muy a medio gas. La referencia directa es la Feria del libro Ilustrado de Bolonia, porque el álbum se incluye dentro de las ferias de libros generales.

- ¿Es el álbum un formato exclusivamente para niños?

Es un género que nació con la vocación de ser un libro para que un adulto se lo lea a un niño, por eso tiene ese formato tan grande. Pero ha evolucionado y hoy ya hay álbumes con contenido para todos los públicos o con temas no precisamente infantiles, como "Emigrantes" de Shaun Tan, que no tiene una sola línea de texto. Es un género híbrido donde texto e imagen dan sentido a la historia, la ilustración no es accesoria.

- ¿Ha afectado mucho la crisis a la producción de álbumes?

No si se tiene en cuenta que en la década de los 90 se marginó porque eran una producciones muy específicas y muy costosas. A finales de la década se dio una resurrección que se mantiene, así que el álbum vive de alguna manera una segunda época dorada.

- Algunos ilustradores buscan desvincularse de la ilustración de libros pedagógicos ¿Por qué?

Se han publicado muchos libros estilo "Ya no llevo chupete" donde la ilustración está al servicio de la literatura. La idea es "déjenme decidir sobre qué hago la ilustración".