Tenía todavía muchos planes. Desde un espectáculos con Carmen Linares en homenaje a Miguel Hernández hasta hacer la tesis doctoral sobre flamenco, su mayor pasión. Pero un derrame cerebral acabó en la madrugada del martes con esa lista de proyectos. El próximo lunes, José Antonio Martínez Bernicola, concejal de Cultura de Alicante entre el 83 y el 95, hubiera cumplido 69 años y afrontaba el que era su último curso en la Universidad de Alicante, en concreto en la Facultad de Educación, antes de jubilarse. Precisamente en esa institución recogía el pasado 25 de septiembre la medalla por su cuarto de siglo de servicio y lo hacía con el orgullo de alguien para quien la enseñanza lo ha significado todo en la vida. Incluso en su faceta política.

En ese acto, y también en su despedida, le acompañaba su mujer, Josefina Samper García, que fue quien se percató de que algo no iba bien y llamó a una ambulancia. En el Hospital de San Juan poco pudieron hacer. Aunque él siguió haciendo algo por los demás. Su esposa y sus hijos, Pastora y Pablo, que llegaron desde Barcelona y Madrid, respectivamente, decidieron donar los órganos del fallecido. "No es que fuera una decisión suya, nunca habíamos hablado de eso -destaca su hija-, pero nos ha salido a los tres de forma natural".

Será en el Tanatorio La Santa Faz donde su familia y sus amigos, tanto los que compartían sus ideas políticas como los que no lo hacían, además de sus compañeros del Campus de San Vicente o aquellos con los que trabajó, puedan despedirse de él hoy, a las 16 horas. Sin misa, con un acto laico, "como buen ateo", asegura Pastora. Después, los restos mortales de Martínez Bernicola recibirán sepultura en el cementerio de El Campello.

Estudió Magisterio y luego Historia. Entonces ya era una persona muy comprometida políticamente, que creía en lo que hacía. Primero desde su labor de profesor y director del colegio Joaquín María López, luego, desde su compromiso ideológico adquirido en la primera ejecutiva provincial en las elecciones de 1977.

Los que trabajaron entonces con él aseguran que era tranquilo, cerebral y alejado de las posiciones extremas, que rechazaba sin dudar. Se preparaba muy bien los temas y perseguía realizar una labor útil para la sociedad, desde su posición política y desde su condición humana.

Su hija, Pastora, afirmaba ayer que "no nos lo creemos todavía, supongo que según vaya pasando el tiempo esto irá a peor". Un hueco grande de llenar, manifestaba, porque "era de esas personas que siempre estaban ahí, como un puntal. Éramos todos como una piña. Se lo consultábamos todo a él... tenía una gran personalidad para ayudarnos a todos".