Weber nació en 1921 en Klosterneuburger, a 15 kilómetros de la capital, se exilió en 1938 a Palestina para escapar del régimen nazi y en 1946 fue uno de los pocos hebreos austríacos que volvieron a su país.

Durante su estancia en Palestina luchó hasta el final de la II Guerra Mundial en la Brigada Judía del Ejército británico, mientras su madre, que había permanecido en Austria, murió en un campo de concentración nazi.

A su regreso se convirtió en el responsable fotográfico del semanario alemán "Stern" en Austria desde 1955 a 1984, y pronto se hizo legendaria su gran sensibilidad para captar la realidad como reportero gráfico.

Algunas de sus instantáneas más famosas proceden de su cobertura del levantamiento anticomunista de 1956 en Budapest contra la Unión Soviética, lo que le valió el reconocimiento internacional.

También era celebre su capacidad narrativa para contar toda una historia humana en una solo fotografía, por lo que algunas veces se le definió más como un "contador de historias" que periodista gráfico.

"Soy un fotógrafo apasionado, que siempre fotografía la vida, ya sea en la calle o en un ensayo teatral. Nunca he manipulado una sola foto", aseguró Weber en 2001 antes de recibir una distinción.

En 2002 obtuvo el Gran Premio Austríaco de Arte Fotográfico y el titulo honorífico de profesor, pero siempre se negó a definirse como artista, y reivindicó que se le considerara "simplemente un fotógrafo".

La ministra de Educación austríaca, la socialdemócrata Claudia Schmied, declaró hoy que "Harry Weber fue el más destacado cronista fotográfico de un siglo agitado".