"Los bailarines españoles aportamos en pequeñas dosis la garra del flamenco que llevamos en nuestras raíces", afirma el artista madrileño, quien comenzó su "meteórica" trayectoria con Víctor Ullate, junto a Tamara Rojo o Ángel Corella, y que tras ser solista en el Ballet de Pensilvania, estuvo en el American Ballet Theatre hasta 2003, año en el que ingresó en el New York City Ballet, del que es ahora bailarín principal.

En el New York City Ballet, Joaquín de Luz buscaba un nuevo "reto" como "persona inquieta" que dice ser, y parece haberlo encontrado en una ciudad "impresionante", en la que vivir es una "aventura", en la que siempre hay "millones de cosas que hacer" y que es única para la danza, según explica en una entrevista con Efe con motivo de su actuación en Madrid el 12 y 13 de agosto, dentro del festival los Veranos de la Villa.

Tras su paso por Gijón con este mismo espectáculo, Joaquín de Luz se muestra encantado, porque "bailar en casa y ante tu gente es incomparable", algo que, hasta el verano pasado, no hacía desde ocho o nueve años.

Los compromisos de una activa compañía le impiden prodigarse más, pero va "a intentar por todo los medios" ajustar la agenda para participar en el homenaje a Víctor Ullate, que tendrá lugar en septiembre en el Teatro Real con motivo del 20 aniversario de su compañía. "Es justo y merecido", recalca su antiguo alumno.

Se siente en un "momento buenísimo", porque ahora "baila de manera más inteligente, buscando su propio estilo y su firma", prosigue el artista, quien siente que en España "cada año la gente está más interesada" por la danza.

Se muestra esperanzado con la compañía que ha creado Ángel Corella y otras iniciativas. "Falta el último empujoncito", señala Joaquín de Luz, quien confiesa que no tiene previsto poner en marcha un proyecto similar, pero que no oculta que le gustaría volver a España, donde cree que al público hay que ofrecerle "calidad".

Por eso insiste en que ha seleccionado con esmero el programa que bailará mañana y pasado en el Patio Central del Conde Duque, y que comienza con un homenaje a los creadores y grandes coreógrafos del New York City Ballet: Balanchine, Petipa y Jerome Robbins.

De Balanchine presenta "Apolo", una de sus piezas más importantes con música de Stravinsky, "Stars and Stripes" y el "pas a deux" de "Agón", es decir la parte más vanguardista y la más clásica del gran fundador e inspirador del New York City Ballet.

De Petipa baila un "pas a deux" de "Don Quijote", con el bailarín Tiler Peck, y para terminar Joaquín de Luz ha conseguido los derechos de "Fancy Free", una coreografía de Jerome Robbins con música de Bernstein, el embrión de "West Side Story", que el bailarín español cree que va a encantar al público por su sabor inconfundible a Broadway.