"Los muros no se usan para reducir el ruido del tráfico, sino para esconder el pueblo de la vista de conductores y paseantes", aseguró el rotativo.

El muro, pintado en rojo y morado, mide dos metros y ha sido construido en el distrito de Yongjing de la provincia noroccidental de Gansu, una zona desértica donde más del 70 por ciento de los habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza (menos de un dólar al día);.

Uno de los habitantes locales contó a los periodistas chinos que el proyecto empezó en 2006, en la carretera que une la localidad con Lanzhou, la capital provincial.

Zhang Tianzhi, que vive en una de las casas ocultas por el muro, aseguró a los periodistas que la pared ha dificultado aún más su modo de vida, y así, por ejemplo, ella se vio obligada a cerrar una tienda que tenía junto a la carretera, al perder la mayoría de sus clientes.

El vicegobernador del distrito aseguró que el objetivo de este muro es "embellecer las aldeas", aunque la obra, apodada "taparrabos oficial" por los habitantes de las aldeas afectadas, ha sido muy criticada por la propaganda estatal.

"Algunos gobiernos locales, en busca de ´logros políticos´, prefieren formas fáciles e instantáneas de hacer que su región parezca desarrollada", acusó el comentario de "China Daily".

En febrero pasado, la prensa estatal denunció un hecho similar, en otra provincia: un pueblo del sur de China, para ahorrarse el dinero y esfuerzos de reforestar una de sus montañas, que quedó sin árboles tras varios años de actividad minera, decidió pintarla de verde.

El régimen comunista central, que a veces se queja de las malas políticas de sus subordinados provinciales y locales, parece haber decidido denunciar y castigar este tipo de decisiones poco ortodoxas, al menos en los casos más llamativos.