Doctor en Educación y experto en Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), trastornos del aprendizaje y trastornos de la conducta. Director de Darwin Psicólogos y autor de los libros «Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad. Entre la patología y la normalidad» y «Educación emocional y apego. Pautas prácticas para gestionar las emociones en casa y en el aula». «Neurociencia de las emociones» es el título de la ponencia que dará el próximo 21 de marzo en el evento que ha organizado Gestionando hijos y Prensa Ibérica en Alicante.

- Rafa, a nadie le resulta raro que un niño se haga pis encima hasta más o menos los tres años porque entendemos que no tiene control sobre sus esfínteres, sin embargo, que experimente rabietas nos lo tomamos como una provocación. ¿No entender bien cómo funciona el cerebro de un niño nos lleva a cometer muchos errores a la hora de educarles?

Sí, desgraciadamente, tendemos a malinterpretar las rabietas de nuestros hijos al igual que casi todas las emociones desagradables que manifiestan. Solemos ser mucho más tolerantes y comprensivos cuando se trata de una necesidad fisiológica pero no tanto ante las necesidades emocionales.

Ningún padre se niega a darle de comer a su hijo o le impide descansar por las noches, pero sí que pretendemos que, en ocasiones, se regulen emocionalmente solos cuando, en realidad, no tienen los mimbres para hacerlo por sí solos.

Desde luego que considero que, al menos, unas nociones básicas sobre cómo funciona el cerebro de nuestros hijos nos permitiría adaptarnos más a nuestros hijos y ajustar nuestras expectativas sobre lo que pueden y no pueden hacer. En definitiva, saber qué esperar de ellos. Un buen entrenamiento sobre cómo funciona nuestro cerebro y cómo se relacionan las grandes zonas cerebrales nos hace ser mejores padres.

- Cuando nosotros éramos pequeños no se les daba a las emociones la importancia que se les da hoy. ¿Qué ventajas tendrá un niño en el futuro si ha recibido una buena educación emocional?

En la generación de nuestros padres y abuelos no se hablaba de emociones ni de establecer vínculos seguros. A pesar de tener tan poca información los había que trabajaban de manera excepcional el ámbito emocional con sus hijos. Hoy en día tenemos más facilidad para acceder a toda esta información y, además, hay muchos estudios que confirman lo que algunos padres y abuelos ya hacían de manera brillante.

Si somos capaces de trabajar de manera suficientemente buena la educación emocional de nuestros hijos estaremos consiguiendo que en un futuro tengan una alta autoestima, sean más resilientes ante la adversidad, sean más empáticos, con buena capacidad de regulación emocional, etc. En definitiva, serán mejores personas, más sensibles y más felices.

- Apego, dices que existen 4 tipos de apego, pero solo uno es el correcto. ¿Cómo podemos asegurarnos las madres y padres de que estamos ofreciendo a nuestros hijos el correcto?

Sigmund Freud ya decía hace más de un siglo que cada uno en esta vida hace solamente aquello que puede. Los padres solo podemos hacer aquello que está en nuestros manos. Suelo decir que el 99% de los padres quiere lo mejor para sus hijos y, por ende, establecer un apego seguro en sus hijos, pero la realidad es que solo lo consiguen un 60% de los padres y de las madres.

Esto implica que vincularnos de manera sana con nuestros hijos no depende de nuestra motivación e implicación como padres, sino más bien de si, a su vez, nuestros padres, nos dieron los mimbres para vincularnos y relacionarnos con nuestros hijos de manera sensible, empática y segura.

Creo que la mayoría de madres y padres podemos saber si nos estamos vinculando y relacionando de manera adecuada con nuestros hijos si somos capaces de realizar un ejercicio de autoconsciencia. Parar y pensar sobre cómo lo estamos haciendo como madres y padres es un ejercicio fundamental para ejercer la parentalidad positiva.

- Invitas a las madres y padres a diferenciar entre las necesidades y los deseos de nuestros hijos. ¿Los confundimos con mucha facilidad? ¿Qué consecuencias tiene esto?

Sí, es relativamente frecuente que los padres y las madres confundamos las necesidades de los deseos. Además, educar implica actuar en directo, y en ocasiones nos gustaría poder darle al botón de «pausa» para poder pensar con claridad qué debemos hacer ante esto que nos demanda nuestro hijo.

Una necesidad tiene que ver con la alimentación, la hidratación, la protección y la regulación de las emociones. El resto de aspectos de la vida son deseos y verdaderos lujos. Es importante que los padres y educadores tratemos de cubrir todas las necesidades que presenten nuestros hijos, sabiendo que, por mucho que queramos, algunas no serán cubiertas. No podemos llegar a todo.

Los estudios concluyen que las figuras de apego más involucradas en la crianza de sus hijos cubren una de cada tres necesidades que presentan sus hijos, pero es que esta ratio es suficientemente buena como para desarrollar un apego seguro.

- «Neurociencia de las emociones» es el título de tu ponencia. Si solo pudieras explicar a las madres y padres que asistan una cosa del cerebro de sus hijos, ¿cuál sería?

La verdad es que me cuesta poder decantarme por una sola cosa, pero me quedaré con la idea de que las emociones surgen en una estructura del cerebro que es automática, involuntaria e inconsciente que se llama sistema límbico.

Es por este motivo por el que los padres, las madres y los profesores debemos siempre permitir y legitimar las emociones de nuestros hijos y alumnos. Si ellos no elijen experimentar determinadas emociones, ya que son inconscientes y automáticas, ¿quiénes somos nosotros para no permitir que las experimenten? Acompañemos a nuestros hijos en este largo y difícil viaje de la educación emocional.

Más información

Fecha: 21 de marzo

Dónde: Auditorio ADDA

Hora: 9:30 a 14:00 h.

Las entradas están agotadas pero puede apuntarse en lista de espera en la web.