María Soto es especialista en Disciplina Positiva (un modelo educativo que, como definen en la web de Disciplina Positiva España, se basa en entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar su actitud para guiarles en su camino siempre de forma positiva, afectiva, pero firme y respetuosa).

Es fundadora de Educa Bonito y es «mamá de tres, que para mí es lo más grande que he hecho y hago cada día», tal y como dice ella. María estará en el evento que ha organizado Gestionando HijosGestionando Hijos y Prensa Ibérica en Alicante el próximo 25 de mayo, y hemos charlado con ella para que nos adelante de qué va a hablar en su ponencia.

- María, cuéntanos, ¿de qué va a tratar tu ponencia?

Voy a transmitir una nueva perspectiva de los malos comportamientos y enseñar a las madres y a los padres a traducir las conductas inadecuadas de sus hijos para que puedan corregirlas sin perder la conexión con sus procesos y sus necesidades. Es una visión muy reveladora.

- ¿Te parece que nos fijamos u obsesionamos demasiado en los malos comportamientos de los niños?

Me parece que en general demonizamos el error, no nos permitimos fallar y olvidamos que fallar es humano. Me parece que al no permitir o al querer evitar por encima de todo los malos comportamientos, desperdiciamos muchas oportunidades de aprendizaje para nuestros hijos.

Nuestra misión es enseñarles a tomar buenas decisiones, pero para ello van a equivocarse muchas veces. Si en vez de castigar o reñir, les mostramos cómo buscar soluciones, reparar y crecer de cada error, estaremos ayudándoles a ser más resolutivos y a responsabilizarse de sus actos desde una actitud proactiva, no desde el bloqueo de la culpa o el miedo.

- Hablas de la teoría del iceberg y de la necesidad de mirar en el fondo para ver, de verdad, qué le pasa al niño, y no quedarnos en el mal comportamiento. ¿Cómo se hace eso? ¿Preguntando al niño? ¿Observando?

El ser humano necesita en torno a 2-3 an?os para comunicarse de forma más o menos productiva, pero han de pasar algunos an?os más para que pueda hacerlo de forma realmente efectiva. ¿Cómo nos comunicamos durante ese tiempo? Con el contagio e intercambio de emociones a través de las neuronas espejo. ¿Qué quiere decir esto? Que hay que ahondar en lo que nos hacen sentir las conductas de nuestros hijos. Ellos son expertos en empatía.

Nos hacen sentir con su comportamiento lo necesario para actuar, pero desgraciadamente los adultos nos hemos olvidado de cómo se leen las emociones. En las formaciones trabajamos mucho la inteligencia emocional, pero la de los adultos. Hace mucha falta. Si no, no hablaremos el mismo idioma que nuestros hijos.

- El sentido de pertenencia es algo que todos los niños buscan. ¿Cómo podemos hacer nosotros para que ellos sientan que les tenemos en cuenta?

Se trata de cambiar por completo la perspectiva y las expectativas. No podemos pretender que el niño sienta que le vemos y le tenemos en cuenta si estamos solo centrados en que «se porte bien».

¿Qué es «portarse bien»? Si solo nos centramos en lo que hace y no en quién es, ellos jamás sentirán pertenencia. Están aprendiendo a encajar en el mundo y a definir quiénes son, por eso lo fundamental a tener en cuenta es que los adultos debemos de ser para ellos figuras de seguridad (que no sobreprotección) y de capacidad (alentarles y motivarles sin condicionamiento). Mostrarles confianza incondicional.

- La calma y la paciencia son cualidades ideales que deberían tener todas las madres y padres, pero ante una rabieta en medio de la calle, ¿cómo se mantiene la calma?

Entendiendo que el niño lo está pasando mal nos va a costar menos aportar calma a la situación. Siempre pongo el mismo ejemplo. Imagina que en lugar de una rabieta le da un pico de fiebre a 40 o se pone a vomitar ¿Qué harías? Seguro que tratar de mantener la calma para atenderle lo mejor posible.

Una rabieta es un proceso fisiológico en el que el niño está liberando un estrés que le ha superado. Entender que no es un mal comportamiento, sino un proceso producto de la inmadurez que está haciendo que lo pase muy mal, va ayudar a que nosotros no perdamos la posición que requiere la situación. Nosotros debemos darle lo mejor cuando ellos pasen sus peores momentos. Ser padres ser reduce en muchas ocasiones a eso. «Necesito lo mejor de ti cuando veas lo peor de mí».

- En tus años de experiencia, ¿cuáles dirías que son los problemas principales que tienen los padres en la relación/educación de sus hijos?

El desconocimiento total de los procesos y el desarrollo infantil y, siento decirlo, la falta de humildad. De lo que nos gusta (un hobbie, por ejemplo) podríamos estar hablando horas. De cómo funciona el cerebro de los niños no tenemos ni idea, ¡pero tenemos que lidiar con ello cada día!

Pretendemos educar desde «lo que hicieron conmigo» o desde «mi opinión». Para cualquier otra cosa nos formamos, estudiamos, vemos tutoriales, pero para lo más importante que vamos a hacer en nuestra vida creemos que no «necesito que me digan lo que tengo que hacer, conozco a mi hijo».

Ese para mí es un bache tremendo. Liberarse de la idea de que tenemos que saberlo todo y ser padres perfectos nos ayudaría a dudar, a buscar opciones, a no conformarnos, a dejar de decir «es que todos lo hacen» ante cosas que no estamos de acuerdo, etcétera. Educar se vuelve una pesadilla para muchas familias porque no se plantean que hay más opciones que el conductismo y que pueden elegir. Nuestros hijos se merecen que no nos rindamos nunca.

- Muchas madres y padres tienen miedo de hacerlo mal. ¿Qué les recomiendas? ¿Qué mensaje les mandas?

Yo todavía no he conocido a nadie perfecto y espero no conocerlo nunca. ¿Qué es hacerlo bien? Los problemas y los retos familiares son necesarios para el crecimiento.

En las formaciones siempre comento que en casa, si Mamá y Papá no aprenden, no aprende nadie. ¿Qué quiero decir? Que es humano equivocarse y maravilloso saber co?mo transformar cada mal momento en una oportunidad de aprendizaje. Como la vida misma. El miedo al error nos bloquea demasiado.

Aprendamos a reparar y buscar soluciones en lugar de intentar evitar lo inevitable. Disfrutemos de nuestra imperfección, porque es necesaria para ser felices si la utilizamos para coger impulso. No es fácil, pero puede ser bonito.

- Estar conectados con nuestros hijos es fundamental. ¿Nos podrías dar algunas herramientas o pautas para no perder ese vínculo?

Creo que existen muchas formas de no perder la conexión con nuestros hijos, desde validar sus emociones, entender sus malos comportamientos y no juzgarles por ellos, sino ayudarles a pedir conexión de manera adecuada.

Cambiar el estilo comunicativo hacia las preguntas, para hacerles partícipes e invitarles a pensar. También la mirada incondicional, salir del «esto estará bien, esto está mal» e intentar una actitud de confianza «vamos progresando»€

Pero quiero incidir en algo que creo que hoy en día se esta? extinguiendo: PIEL. No se ven abrazos, besos, caricias. Llevo tiempo pensándolo, la piel les dice cosas que ningún idioma puede expresar. Pase lo que pase, sea como sea el día, no nos vayamos a dormir sin abrazos, besos y caricias€ ¡antes de que no quieran saber nada de eso!.