No queda ni rastro del Lucentum que enamoró en la primera vuelta. El de ahora horroriza, no sabe atacar, defiende con la mirada y lanza triples como única vía para conservar una dignidad que ayer estuvo a punto de perder. El equipo de Vidorreta se arrastró en Zaragoza y mantiene su caída libre en la clasificación tras su quinta derrota consecutiva. El mejor fue Kone, significativo del nivel que exhibe el nuevo Lucentum que comienza a ver cada vez con menor nitidez la posibilidad de disputar el "play off". El equipo está roto, agotado, desanimado, sumido en una profunda depresión que se ha llevado consigo a Ivanov, fiel reflejo de la situación que atraviesa el equipo. Sus 2 puntos y 2 rebotes en 30 minutos describen a la perfección el escenario en el que se ha instalado el conjunto alicantino.

Por si faltara poco, Rafa Luz volvió a romperse y otra vez Llompart se vio obligado a poner a prueba su resistencia física en los más de 36 minutos que estuvo en pista.

El encuentro era vital ante un rival directo con el que también se ha perdido el "basket average". Las estadísticas describen que Barnes fue el mejor con 15 de valoración. Craso error. El pívot se dedicó a maquillar sus números y se atrevió a mirar a canasta cuando el encuentro estaba más que sentenciado. Su actuación en Valencia fue un espejismo a tenor de lo dispuesto ayer.

Parecía que el guión del choque iba a ser muy distinto. El Lucentum comenzó defendiendo muy bien, concentrado y atacando bien el aro. Sin embargo, tras el 4-11 acabó todo. Atasco monumental en ataque y defensa simbólica ante un CAI muy consciente de la importancia del partido. Sin la presencia de Kone, el equipo alicantino se sentía perdido. No ayudaba tampoco Rautins con su 0 de 5 en triples y 1 de 3 en tiros de dos. Su -7 de valoración aclara su lamentable actuación. Vidorreta sólo le concedió 15 minutos en la pista. Demasiados.

Kone, la referencia

El pívot africano llevó el peso del equipo en unos primeros minutos perfectos del Lucentum. La intensidad defensiva alicantina creó verdaderos problemas al CAI y Abós se vio obligado a pedir su primer tiempo muerto a los 4 minutos de partido. El techo se alcanzó con el 4-11. Kone se marcha al banquillo y entra Barnes. Con él llegó la debacle y un contundente parcial de 9-0 para cerrar un irregular cuarto. El Lucentum dejó de defender y cada ataque se convertía en un auténtico suplicio. El conjunto maño cogía alas ante el exigente público del Príncipe Felipe.

La inercia se mantuvo intacta en el segundo cuarto. Bracey Wright estaba caliente mientras el Lucentum erraba una y otra vez desde la línea de 6,75, la única vía para anotar que intentaba el equipo de Vidorreta. La caída libre tocó fondo con la canasta de Cabezas tras un robo de balón que dejaba el marcador en 26-13 tras un bochornoso parcial de 22-2 desde aquel lejano 4-11.

El Lucentum se levantó del golpe con un triple de Urtasun mal seleccionado acompañado por una canasta de Kone, sin duda el mejor del partido en los primeros 20 minutos. Fue un mero espejismo, el CAI volvió a crecer, aumentó su ventaja (31-20) y, para colmo, Luz se rompió de nuevo. Con un 38% de acierto en tiros de dos y un 20% en triples, el resultado es evidente: 20 pírricos puntos al descanso. Ivanov, desaparecido.

El escenario siguió exactamente igual tras el descanso. Hettsheimer llevó el ritmo anotador del CAI en los primeros minutos. Nada mejoró en el conjunto de Vidorreta, que apenas dio signos de levantar un partido por el que nunca luchó. Ivanov, muy lejos del nivel exhibido en la primera vuelta de la competición, falló dos tiros libres en un claro síntoma de depresión. Tampoco Barnes complicó la vida en exceso a un CAI que necesitó muy poco para mantener una renta considerable.

Los últimos minutos sólo sirvieron para presenciar una exhibición magistral de Pablo Aguilar y la lucha del Lucentum por dignificar el marcador en la medida de lo posible. Dewar, siempre competitivo y con una actitud elogiable, trató de limar la desventaja como pudo. Incluso Barnes se metió en harina tratando de evitar la palabra ridículo en los titulares de hoy. Se esforzó al final (¿por qué no lo hizo antes?) forzando personales y situándose en repetidas ocasiones desde la línea de tiros libres.

Al final, lo que queda es una triste derrota, la sensación de caída libre y de no saber a qué juega este equipo. Los síntomas de agotamiento son evidentes aunque sigue instalado en zona de "play off" no se sabe durante cuánto tiempo. Lo que está claro es que ayer el Lucentum bordeó el ridículo en el Príncipe Felipe.