Las ciudades sostenibles son un punto estratégico para afrontar la crisis climáticadesde lo global hacia lo local al adaptarse a la medida de las personas, respetar el medio ambiente y fomentar el comercio de proximidad.

Así lo han expuesto la profesora de Harvard y arquitecta en ecosistemas urbanos, Belinda Tato; el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, y el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores, en una videoconferencia organizada por el equipo de Climate Reality Project Europe en España, que ha desarrollado un decálogo con líneas de acción para "un futuro verde".

"La sostenibilidad y es una forma de pensar que tiene que ver con la cultura", por lo que se relaciona con "las decisiones diarias de los individuos" porque estos "definen la ciudad con sus acciones", ha afirmado Tato.

Fernández Lores ha destacado que la urbe debe ser un hábitat "saludable" que esté diseñado de forma integral "para las personas" y que pasa por realizar "un cambio de prioridades y de paradigma" donde se reduzca "el uso privado de la urbe".

Un ejemplo de ello es la limitación del automóvil junto al fomento del transporte público, la bicicleta o moverse a pie ya que logra que haya "menos emisiones" y se ahorre en recursos como "energía y agua", ha manifestado Urtaran.

De este modo, se consigue que "la ciudad sea más atractiva para vivir" porque incentiva que "crezca la población", que haya "comercio de proximidad", que aumente "la biodiversidad" y que se produzca "un movimiento empresarial de 'coworking' al resultar la urbe apetecible", según el alcalde de Pontevedra.

"Parecía que cualquier desarrollo sostenible era contrario a lo económico, pero es todo lo contrario ya que de esta emergencia sanitaria por coronavirus se va a salir con políticas de pacto verde o circular" que "favorecerán "el comercio local" y harán de la ciudad "un modelo social y económico amable con el entorno natural", ha valorado el alcalde de Vitoria.

"Hay mucho espacio comercial en desuso que se puede transformar en otro tipo de negocios para innovar" y que provocarían un impacto en los patrones de consumo y, por ello, serían "una oportunidad y no un problema", ha concluido Tato.