Érase una vez un planeta en plena crisis climática. El mundo entero sufría un aumento de las temperaturas; sus reservas de hielo se derretían; el nivel del mar seguía subiendo; sus ecosistemas y habitantes empezaban a peligrar. Los expertos alertaban con cada vez más insistencia de que, si no se tomaban medidas urgentes, el planeta acabaría al borde del colapso. Aun así, no todos entendían la gravedad del problema. Algunos incluso negaban que las personas tuvieran algo que ver con todo esto o que las consecuencias fueran a ser tan devastadoras. La peor parte de esta historia es que no se trata de una fábula, sino de la realidad de la emergencia medioambiental a la que hoy en día nos enfrentamos y que, si trasladáramos al universo Disney, también habría cambiado radicalmente las historias de nuestra infancia.

A pocos días de la Cumbre del Clima, que se celebrará en Nueva York el 23 de septiembre, y de la nueva 'Huelga mundial por el clima', convocada para el 27 de septiembre, en este artículo resumimos algunas de las facetas más visibles de la crisis climática para que incluso los más pequeños puedan hacerse una idea de la magnitud del problema. El relato intercala realidad y ficción. Por un lado, las consecuencias a las que apuntan los principales estudios científicos de referencia (todos ellos enlazados en el texto). Por el otro, el efecto que provocarían en el desenlace de algunas de las historias infantiles más conocidas. Los que leerás a continuación son tan solo algunos ejemplos que, en el mejor de los casos, sirvan para motivar el debate sobre cómo un planeta enfermo puede acabar con el cuento de sus habitantes.

El fin del reino helado

En los parajes más fríos del planeta, el calentamiento global amenaza con destruir los blancos paisajes helados. Investigaciones recientes desvelan que el deshielo se está acelerando a un ritmo alarmante. Las aguas (cada vez más cálidas) y el viento (que a su vez se va templando) deshacen las reservas de hielo del planeta, tal y como alertan los expertos desde la revista 'Nature': desde los casquetes polares del Ártico y la Antártida hasta los derretidos paisajes nevados de Groenlandia, pasando por la cima del Himalaya. Este fenómeno, a su vez, contribuye a la subida del nivel del mar que, según apuntan algunos estudios de la Organización de las Naciones Unidas, podría alcanzar un aumento global de entre uno y dos metros para finales de siglo.

La subida global de las temperaturas podría poner fin al helado reino de Elsa (Frozen). La reina de las nieves necesitaría redoblar esfuerzos para construir sobre unos glaciares que, hoy por hoy, se derriten a un ritmo sin precedentes. Mientras su reinado se funde, el aumento del nivel del mar empezaría invadiendo zonas costeras e inundando los territorios más planos. Algunas islas, como la hawaiana de Lilo y Stitch o la chilena Vaiana, podrían empezar a perder terreno hasta desaparecer.

Los océanos se apagan

En las profundidades de los océanos la situación también es crítica. El calentamiento global, la sobrepesca y la contaminación ponen en peligro los ecosistemas marinos. Los arrecifes de coral están muriendo y, los que sobreviven, pierden su color. Algunas especies marinas están migrando más allá de su hábitat natural en busca de aguas más frías y , a su vez, se convierten en especies invasoras. Otras están sufriendo alteraciones en su metabolismo, ciclo de vida y comportamiento, tal y como publica la revista 'Current Biology'. A la larga, cada vez son más los estudios que alertan de que los fondos marinos se están convirtiendo en desiertos inertes, como es el caso de los trabajos en los que ha participado la Universitat de Barcelona (UB) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

La aventura de Ariel (La sirenita) podría haber sido muy diferente debajo de un mar más cálido, más ácido, con menos algas y, en general, menos biodiversidad. El aumento de dióxido de carbono en las aguas podría, por ejemplo, debilitar el caparazón del cangrejo Sebastián y dejarlo así más expuesto a posibles depredadores. Nemo y sus amigos tampoco lo tendrían fácil para sobrevivir en la debilitada Gran Barrera de Coral australiana. Y, por si fuera poco, tanto el pez payaso como su compañera Dory, un pez cirujano del Indo-Pacífico, podrían estar en peligro debido al comercio internacional de especies exóticas.

El ciclo de la vida peligra

La crisis climática también amenaza el suelo terrestre. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) alerta de ello. En algunas zonas, el aumento de las temperaturas unido a una disminución de las precipitaciones están transformando drásticamente estos ecosistemas. Las zonas antiguamente frondosas están perdiendo vegetación y recursos, mientras que otras más secas van camino de convertirse en auténticos desiertos. Esto está teniendo efectos en la biodiversidad de estos ecosistemas; el conocido como el 'efecto cascada'. Los expertos, de hecho, alertan de que nos enfrentamos a la sexta gran extinción de especies, tal y como alerta el último informe encargado por las Naciones Unidas al IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas).

El 'ciclo de la vida' que servía de banda sonora para 'El Rey león' podría cambiar mucho en una sabana africana con cada vez menos recursos hídricos, menos disponibilidad de plantas y a punto de convertirse en un árido desierto. Los leones Mufasa, Simba, Nala e incluso Scar, además, se enfrentarían a este hostil entorno con el añadido de estar entre las especies en riesgo de extinción. Entre otros, por la caza y el tráfico ilegal. Mientras, en otro punto del globo, la historia de amor entre Tiana y Naveen (La princesa y el sapo) quizás no hubiera florecido en unos pantanos que están desapareciendo y en los que la biodiversidad también está en riesgo. Tanto la luciérnaga Ray como el cocodrilo Louis podrían desaparecer de la historia por la degradación de su hábitat. Y si la historia de uno acaba, la aventura entera cambia. ¿Qué comería Winnie The Pooh si las abejas de la miel siguieran extinguiéndose, tal y como ya está ocurriendo?

El tiempo se embravece

La crisis climática está llevando al extremo tanto la frecuencia como la intensidad de fenómenos meteorológicos extremos. Así lo alertan recientes estudios publicados en revistas como 'Nature'. Por un lado, aumentan las olas de calor y se agudizan las sequías. Por el otro, se embravecen tempestades, inundaciones y huracanes. Los expertos, desde la la Organización Metereológica Mundial (OMM), alertan de que el calentamiento global en el que se ve envuelto el planeta desde mitades del siglo pasado nos está llevando hacia la conocida como 'era de los extremos climáticos'.

Hasta ahora, el violento vendaval que provocó el naufragio del barco en el que viajaban los padres de Elsa (Frozen) eran un fenómeno esporádico. Pero en un futuro es posible que este tipo de eventos metereológicos vaya a peor. Es posible que los cumulonimbus que en Up alertaban de la tormenta que arrastró a Russell y Carl hacia las cataratas del Paraíso podrían haber desatado una tempestad mucho más feroz que quizás podría haber acabado con su aventura. En otra parte del globo, a saber dónde acabaría Mary Poppins arrastrada por unas rachas de viento cada vez más violentas...

El libro de la selva se quema

Las selvas y bosques están en riesgo. La deforestación y la degradación de estos ecosistemas amenazan los depósitos naturales de carbono que, hasta ahora, habían contribuido a mitigar los efectos del cambio climático. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que desde mediados del siglo pasado, más de la mitad de los bosques tropicales del mundo han desaparecido. Esto, a su vez, supone una grave amenaza para la biodiversidad que albergan, tal y como recuerdan desde el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Las sequías, la deforestación y la falta de políticas de conservación podrían hacer que el Libro de la Selva ardiera. Esto dejaría a Mowgli acorralado en su propio hábitat. En el mejor de los casos, su querida selva amazónica quedaría diezmada por la tala de árboles y reconvertida en grandes campos de pastoreo o sembrado. Mientras, en África, Tarzán también vería como su jungla pierde su verde a una velocidad alarmante. En ambos casos, es probable que la pérdida del hábitat, unida a la amenaza de la caza furtiva, provocara la desaparición de algunos rugidos. La pantera negra Bagheera (El Libro de la selva) se encuentra entre las especies en situación vulnerable. Los gorilas africanos Kala, Kerchak y Terk (Tarzán) también se encontrarían en peligro de extinción.

La polución oculta el país de Nunca Jamás

La contaminación se ha convertido en uno de los problemas más visibles a los que se enfrenta el planeta y, sobre todo, de la implicación de la actividad humana en la crisis climática. Las partículas contaminantes invaden aire, agua y tierra. Las grandes ciudades, además, también se ven expuestas a contaminación acústica y lumínica. A esto habría que sumarle la contaminación derivada de los residuos que producen tanto los habitantes en su actividad diaria (vidrio, papel, plástico, materia orgánica, etcétera) como las grandes industrias (agrícola, ganadera, pesquera, metalúrgica, minera, entre otras). Sobre esta cuestión, son centenares los estudios publicados recientemente en prestigiosas revistas científicas en los que se señalan los daños tanto para los humanos como para el medio ambiente.

En Londres, una gran ciudad que destaca por sus niveles de contaminación atmosférica, es posible que Wendy y sus hermanos (Peter Pan) desarrollaran asma u otros problemas respiratorios. Aun así, es posible que Peter Pan hubiera llegado a sus hogares. Aunque es mucho menos probable que, debido a la contaminación lumínica, llegara a encontrar el camino hacia El País de Nunca Jamás, al que se llega siguiendo 'la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer'. La suma de todo esto hace que nuestra realidad se acerque cada vez más a la de Wall·E, el último robot que se queda en una Tierra devorada por la basura y la contaminación y no al mundo fantástico con el que soñamos en las fábulas de nuestra infancia.