Es con toda justicia una de las nuevas siete maravillas del mundo, un lugar único y monumental que asombra y fascina a todo el que tiene la suerte de poder contemplarlo. Es Petra, conocida como "La ciudad rosada", un conjunto arqueológico de edificaciones monumentales de todo tipo talladas en un abrupto paisaje rocoso en las entrañas del desierto de Jordania. Uno de esos sitios considerados por muchos como de imprescindible visita. Esta es la crónica de un viaje a un lugar tan especial.

El edificio del "Tesoro" esculpido en las montañas de Petra

Diciembre 2018. No exagero si digo que cuando atravieso el desfiladero conocido como el "Siq" y me tropiezo de bruces con el famoso edificio del Tesoro en Petra, me embarga la emoción. Pero antes de entrar en detalles sobre la impresionante ciudad nabatea voy a reseñar algunos detalles de interés hasta llegar a tan destacado destino.

Un tramo de la Calle de las Fachadas de Petra

Llego a Ammán, la capital de Jordania, el 6 de diciembre y lo primero que me llama la atención es que estoy en un país que es un sorprendente remanso de paz y tranquilidad en medio del conflictivo entorno de Oriente Medio, con un más que aceptable nivel de vida, especialmente si se tiene en cuenta que, al contrario que otros países cercanos, carece de recursos petrolíferos. Viajo a Jordania para visitar Petra, 23 años después de una primera visita cuyo recuerdo se me desvanece en la memoria del tiempo. Jordania es en diciembre un país frío, pese a estar situado en pleno desierto, por lo que es imprescindible llevar prendas de abrigo.

El Siq o cañón por el que se accede a la ciudad de Petra

Desde Ammán hay 232 kilómetros hasta Petra, alrededor de tres horas, por la autovía del desierto. Hay un autobús muy temprano, a las 6,30, que cuesta 11 dinares, que son unos 14 euros, ya que la moneda jordana es una de las más fuertes y sólidas del mundo. También hay pequeños buses con varias salidas diarias, cuando están llenos. Y queda el recurso del taxi, que es una buena solución para dos o más personas ya que puedes obtenerlo, regateando, por entre 60 y 70 dinares. Yo, que voy acompañado de mi mujer, consigo una tarifa de 70 dinares incluyendo en el recorrido la visita a la ciudad de Madaba y el Monte Nebo.

Petra es conocida, con razón, como la Ciudad Rosa

Salir de Ammán a Petra, visitarla y regresar el mismo día es una auténtica locura y solo se debe hacer si no se dispone de más tiempo. Hay que tener en cuenta, además, que en verano el calor es agobiante y que en invierno, cuando el tiempo es ideal, en Jordania es noche cerrada a las 5 de la tarde y Petra cierra una hora antes. Lo ideal es hacer noche en Wadi Musa, la ciudad turística repleta de hoteles, situada junto a Petra, y madrugar al día siguiente para disponer de todo el día ya que se precisan entre 6 y 8 horas para poder recorrerla y contemplar sus principales atractivos.

Petra se puede recorrer a lomos de un dromedario

La visita de Petra es, posiblemente, la más cara del mundo, ya que no recuerdo que en ningún otro lugar arqueológico cobren 50 dinares, más de 60 euros de entrada, y eso si pernoctas en Jordania, porque para los que hacen la visita desde el aeropuerto de Ammán o desde la ciudad fronteriza de Áqaba y no hacen noche en Jordania el coste es de unos 120 euros (90 dinares). La mejor solución para quienes, como yo, vamos a permanecer más de tres noches en el país hachemita es adquirir el Jordan Pass, que te cuesta 90 euros pero te incluye la visita de Petra y de todas las atracciones turísticas de Jordania, e incluso los 40 dólares del visado de entrada al país. El requisito es adquirirlo antes de llegar a Jordania, cosa que es muy sencilla a través de internet.

Fachada de la Tumba de la Urna, en Petra

Llego bien temprano a las taquillas de Petra, donde ya hay aglomeración de visitantes, pero con el Jordan Pass te ahorras las colas ya que entras directamente. Desde que penetras en el recinto hay un recorrido de casi dos kilómetros hasta llegar a la propia Petra. Un recorrido primero por una zona abierta y luego por un estrecho cañón o desfiladero, denominado el "Siq", que se puede hacer montado en mula o a caballo e incluso en pequeños carros. Opto por hacerlo a pie declinando los múltiples ofrecimientos de los transportistas. Por mera curiosidad pregunto el precio del transporte en carrito y descubro lo que puede ser un precio de récord Guinness, ya que la tarifa es de 25 dinares, más de 30 euros para un paseo de menos de 2 kilómetros con una especie de tartana tirada por una mula. Un auténtico escándalo.

Burros para el transporte de mercancias en Petra

La entrada a Petra es espectacular, y no exagero lo más mínimo. Un estrecho y sinuoso camino que discurre entre gigantescas paredes rocosas que en algunos tramos apenas dejan penetrar la luz solar. Con todo, lo más impresionante es su tramo final cuando comienzas a vislumbrar la fachada del Tesoro a través de la rendija que se abre entre las angostas paredes.

Al final del Siq comienza a vislumbrarse la fachada del Tesoro

La ciudad de Petra la construyeron los nabateos hace más de 2000 años esculpiendo con singular maestría las rocas de piedra arenisca de este abrupto enclave. De las numerosas edificaciones destacadas existentes la más conocida, convertida en su imagen emblemática, es el Tesoro, una imponente construcción de 40 metros de altura, de estilo griego y perfectamente conservada. En contra del nombre con el que se la conoce y de las leyendas beduinas, se cree que era un templo o un mausoleo, y no un depósito de riquezas. La tonalidad rosácea que presenta la piedra arenisca del Tesoro y de otros muchos puntos, justifican que se bautizara a Petra como la Ciudad Rosa o Rosada. Durante un largo rato me quedo perplejo contemplando esta obra maestra esculpida por manos anónimas hace alrededor de dos milenios.

El Tesoro, la imagen emblemática de Petra

Delante del Tesoro me encuentro con los primeros dromedarios. Están allí, apostados, con sus cuidadores, a la espera de ser contratados por los numerosos visitantes para un recorrido por Petra. Su presencia, al igual que la de numerosos beduinos con su indumentaria tradicional en sus tenderetes de souvenirs, depara una imagen pintoresca y llena de vida a todo el gigantesco entorno de una ciudad que abarca alrededor de una decena de kilómetros de un extremo al otro.

Otra de las tumbas destacadas en la calle de las Fachadas

Declino los ofrecimientos de camelleros y muleros porque prefiero patearme todo el recorrido. Apenas dejo atrás el Tesoro y penetro en la Calle de las Fachadas, un amplio cañón con sus paredes salpicadas de destacadas tumbas que desemboca en el Teatro, con la tradicional forma semicircular y sus asientos escalonados tallados en la ladera de una montaña. A partir de aquí el paisaje cambia radicalmente y se abre un gran espacio abierto y lleno de sol.

El teatro de Petra está también esculpido en la roca

Sigo el camino que discurre por una vía con columnas y restos de edificaciones religiosas incluyendo el llamado Gran Templo, la mayor edificación de toda la ciudad, un inmueble exento con 25 metros de altura, y del que han sobrevivido algunas de las más de cien columnas que poseía. El paso por esta zona se encuentra en el itinerario que conduce hasta el Monasterio, el segundo edificio más famoso de Petra, y al que me dirijo.

La avenida de las Columnas y al fondo las tumbas reales

La llegada al Monasterio es el gran reto de Petra. Se encuentra en el extremo opuesto de la ciudad y para llegar a él hay que superar un largo y accidentado camino en pendiente con más de 800 peldaños, según insisten loa beduinos que te ofrecen hacer el recorrido a lomos de un burro. Recuerdo vagamente que ya en mi primera visita lo hice a pie y decido que esta vez no va a ser menos. Además, me da pena ver sufrir a los animales cuando suben las empinadas cuestas portando en sus lomos a obesos turistas.

Muchos turistas suben al Monasterio a lomos de burros

No cuento los escalones pero cuando llego a la cima estoy convencido de que la cifra de 800 me parece exagerada y, disipo cualquier duda para futuros visitantes: la subida a pie hasta el Monasterio está al alcance de cualquier persona ya que hay tramos de descanso y lugares de obligada parada para disfrutar de un atractivo entorno, repleto de barrancos y farallones. Toda la subida se puede hacer en 30 minutos, si vas a buen ritmo, y en alrededor de una hora contemplando el paisaje y haciendo algunas pausas.

Los beduinos también utilizan los burros

El esfuerzo de la escalada es sobradamente recompensado por la visión del Monasterio, el otro edificio emblemático de Petra junto al Tesoro. Con sus casi 50 metros de altura y su perfecto estado de conservación, en un espacio abierto situado en la cima de las montañas de Petra, el Monasterio es una visita imprescindible pese a que son muchos los visitantes que lo omiten ya sea por la dureza de la subida o porque es imposible llegar hasta él si no disponen de, al menos, medio día para visitar la ciudad nabatea.

El Monasterio es otra fachada impresionante de Petra

En frente del Monasterio hay un chiringuito, que en mi anterior visita no existía, en el que poder descansar contemplando el edificio y tomándote un café o un refresco. A lo largo de todos los recorridos por la zona arqueológica hay puestos de venta con agua, refrescos y algo de comer, e incluso cerca del Gran Templo, en el camino al monasterio, hay un moderno restaurante con un excelente buffet por alrededor de 25 euros.

En lo más alto de Petra se encuentra el Monasterio

Mi siguiente visita, tras el Monasterio, son las Tumbas Reales, que he dejado para el final porque es por la tarde cuando alcanzan todo su esplendor iluminadas por el amarillento sol crepuscular. Son media docena de fachadas de gran belleza, pese a estar deterioradas o inacabadas. En alguna fachada se aprecia que Petra no solo es la Ciudad Rosa, ya que la arenisca presenta distintas variaciones de color que abarcan desde el crema al azul, pasando por el rojo, el naranja y el blanco. Piedras con los distintos tonos de color son pulverizadas para venderlas formando varios dibujos, especialmente camellos y palmeras, en frascos de arena. Dicen los beduinos que la venden que toda está arena es natural, pero yo estoy casi convencido de que alguna de colores muy vivos está teñida.

La arenisca de Petra presenta distintos colores y tonalidades

Se cumplen casi las 8 horas desde que comencé la visita y ya va siendo hora de terminar, especialmente porque son casi las 4, el sol está próximo a desaparecer por el horizonte y en menos de una hora será noche cerrada y el lugar debe estar desalojado. En un gran patio, junto a las taquillas, se encuentran grandes comercios de souvenirs para aquellos que se quieren llevar un buen recuerdo de Petra. Les recomiendo que se armen de paciencia para el regateo ya que en la mayoría de los casos el precio inicial es escandaloso.

Imagen de una de las tumbas reales de Petra

Como apenas he tomado un tentempié durante todo el recorrido, casi lo primero que hago tras la visita es dirigirme a un restaurante, situado en el centro de Wadi Musa para cenar. Son apenas las 5 de la tarde pero ya es de noche. Elijo un meze, una selección de aperitivos jordanos que incluye humus, el conocido puré de garbanzos con aceite de oliva, una crema de berenjenas, olivas, empanadillas y pollo asado con verduras envuelto con khubez, el pan jordano. Y de postre, los exquisitos pasteles árabes de hojaldre, frutos secos y miel.

Venta de souvenirs en Petra

Hago noche en Wadi Musa, a apenas un kilómetro de la entrada a la ciudad de Petra, en un encantador hotel familiar, el Town Season. A la mañana siguiente tengo que madrugar ya que a las 6 de la mañana parte un pequeño bus directo desde Petra hacia Wadi Rum, un montañoso y pintoresco desierto situado a apenas dos horas de Petra, rumbo al Sur, y cuya visita es la guinda de cualquier viaje a Jordania.

Panorámica del Wadi Rum

A través de internet he contratado un tour de 24 horas en Wadi Rum que incluye un recorrido por los puntos más destacados de este singular desierto que fue la base de operaciones del legendario Lawrence de Arabia. El programa incluye comida a modo de pícnic durante el recorrido por el desierto y tras la puesta de sol traslado a un campamento en pleno desierto, pernoctación en una tienda de campaña fija, con aseos muy rudimentarios, así como cena y desayuno en una amplia y acogedora carpa. En diciembre el desierto de Wadi Rum es muy frío cuando se oculta el sol, por lo que hay que abrigarse, pero es todo un espectáculo poder contemplar la bóveda celestial repleta de estrellas con una nitidez asombrosa. El tour al completo incluyendo las visitas en un todoterreno para dos personas y todas las comidas me cuesta 55 dinares por persona, alrededor de 65 euros.

Duna de arenas rojizas en el Wadi Rum

Hay mucho que ver en Wadi Rum, pero entre lo más destacado se encuentra la imponente duna de arena roja, desde cuya cima, de subida cansada por lo que te hundes pero de fácil acceso, tienes una bonita panorámica del entorno, con altas montañas y caprichosas formaciones rocosas, algunas con formas de estalagmitas y estalagmitas.

Panorámica del Wadi Rum con la imponente duna

Otras visitas destacadas son los puentes naturales excavados en las rocas por la acción de la permanente erosión del viento y el agua. También son dignos de destacar los "siq" o estrechos desfiladeros por los que se puede caminar entre angostas paredes verticales. Incluso se pueden visitar los restos de la casa que construyera el legendario Lawrence de Arabia durante sus aventuras por estos parajes desérticos.

Uno de los puentes creados por la erosión en Wadi Rum

Desde Wadi Rum tomo un minibús que me deja en la autovía del desierto donde conecto con el bus que desde Áqaba se dirige hasta Ammán. Llego a la capital a mediodía, con el tiempo justo para visitar la ciudad y contemplar desde la estratégica ciudadela un panorama de la armónica ciudad antigua, con todas sus casas construidas con piedra blanca.

Panorámica de Ammán, la capital de Jordania

Por supuesto que también tengo programada la visita a Jerash, una ciudad de la época romana que se incluye entre las mejor conservadas de su época. Esta situada a unos 40 kilómetros al norte de Ammán y su visita requiere de casi todo el día ya que su recorrido te ocupa varias horas e incluso toda la mañana. Los dos teatros, perfectamente conservados, el buen estado de algunos templos y su imponente plaza ovalada de las columnas son algunos de sus mayores y destacados atractivos.

La plaza ovalada de la ciudad romana de Jerash

Concluyo esta breve crónica del viaje a Petra con la recomendación de este viaje a una de las siete nuevas maravillas del mundo, tal como fue refrendada por votación popular el 7 de julio de 2007. Al contrario de lo que algunos puedan pensar, Jordania es un país tranquilo y seguro, con una población amable y con un nivel de vida más que aceptable. Además, los taxistas casi siempre utilizan el taxímetro, algo insólito en países de su entorno, y si a alguno se le "olvida" no tienes más que recordárselo.

Perspectiva general del entorno de Petra, la ciudad nabatea

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