Encantados bosques de rocas, gigantescos penes de piedra, múltiples piscinas naturales, caprichosas figuras geométricas y un largo etcétera. Son los grandes atractivos naturales creados y modelados a lo largo de los siglos, los lugares más insólitos del planeta. Son tan extraordinarios que casi todos ellos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.

Formaciones en forma de chimeneas o penes en Capadocia

Los bosques de piedra se localizan en varios lugares del planeta, algunos muy aislados. Uno de los más accesibles es el situado a unos 120 kilómetros de Kunming, la capital de la fascinante provincia china de Yunnan. Se trata de grandes y compactas formaciones de oscuras rocas de basalto, que contrastan con el verde del entorno. Hay estrechas sendas para recorrerlo y hasta plataformas que permiten una visión panorámica. El precio de las entradas, de 25 euros, es un sablazo, como casi todas las atracciones en China.

Dos imágenes del bosque de piedra cerca de Kunming (China)

Y siguiendo en China, son famosas en todo el mundo las puntiagudas formaciones montañosas de Guilín. La mejor forma de contemplarlas es realizar un crucero por el río Li hasta la encantadora ciudad de Gangshuo, situada a 60 kilómetros. A lo largo del recorrido el río atraviesa parajes repletos de afiladas colinas kársticas fruto de la erosión del viento y las aguas. El problema de Guilín es que en verano el calor es agobiante por lo que lo mejor es visitarla en primavera o en otoño. Es, además, una de las zonas más masificadas por el turismo, tanto interior como extranjero.

Las colinas de Guilín (China) desde el crucero por el río Li

Paisaje de las colinas de Guilín

Muy cerca, en la “isla rebelde” de Taiwan, se localiza el promontorio de Yehliu, también llamado como “Geoparque”, un lugar de insólitas formaciones, situado en la costa norte del país. La prolongada acción del mar y el tiempo han modelado extrañas figuras a modo de hongos, muchas de las cuales han sido bautizadas por los lugareños atendiendo a su forma. Una de las más famosas es la bautizada como la Reina. Se puede visitar desde Taipéi, la capital de Taiwan, en media jornada.

Raras formaciones en el promontorio de Yehliu, en Taiwan

Mucho más cerca se encuentra la conocida como “Calzada de los Gigantes”, en las costa de Irlanda del Norte, a muy pocas horas en coche de Belfast, ciudad conectada directamente con Alicante a través de Ryanair. Se calcula que hay unas 40.000 columnas de forma geométrica esparcidas por el borde litoral. Se puede caminar sobre ellas emulando a los gigantes que, según la leyenda, han dado nombre al lugar. Son piedras de origen volcánico y de color oscuro aunque las pocas veces que luce el sol una gran parte de las mismas adquieren una brillante tonalidad parda. A destacar que la visita es gratis.

Dos imágenes de la Calzada de los Gigantes, en Irlanda del Norte

Muy famosas, y con toda justicia, son las formaciones geológicas de Capadocia, en Turquía, un lugar auténticamente mágico. Se precisan varios días para contemplar todas las maravillas de este paisaje que muchos lo han calificado como de otro planeta. Lo mejor es recorrerlo libremente con un coche de alquiler, que te permite parar y recrearte con tantas edificaciones naturales que han sido bautizadas con distintos nombres en función de su forma. Así, están las chimeneas, los pináculos e incluso los penes. En algunos casos a la acción geológica se ha unido la del hombre, horadando los montículos para habilitarlos como viviendas o iglesias. En definitiva, un lugar extraordinario.

Atardecer en Capadocia

El viaje a la Capadocia se debe prolongar con la visita a un lugar cercano y no menos asombroso, aunque totalmente diferente. Se trata de Pammukale, que significa “castillo de algodón”, porque es precisamente lo que parece. Es un monte de un blanco inmaculado como consecuencia de la acción de las fuentes termales y del bicarbonato de sodio que blanquea las rocas. Hay que evitar visitarlas en pleno verano, cuando miles de turistas invaden las piscinas naturales. La belleza del lugar se realza con las imponentes ruinas de Hierápolis, ciudad de origen griego, y que se construyó sobre la cima del monte precisamente para aprovechar las aguas termales. Algunas de sus edificaciones y templos, con el transcurso de los siglos, han sido invadidos por las formaciones geológicas blanquecinas.

Dos aspectos de Pammukale, en Turquía

En otro continente, América, una de sus más imponentes áreas geológicas es la conocida como el Cañón Bryce, situado al sudoeste del Estado de Utah, en Estados Unidos y declarado parque nacional. El anfiteatro con las llamadas “chimeneas de las hadas” es uno de esos lugares mágicos del planeta, con una concentración de centenares de pináculos de color rojo, naranja y blanco. Se puede visitar por libre o en uno de los tours que recorren los parques nacionales del Oeste de USA.

El anfiteatro del parque nacional Bryce

Más al sur, en Bolivia, se encuentra el mayor desierto de sal del mundo, el Salar de Uyuni, uno de los mayores atractivos turísticos del país. Su inmensa superficie se puede recorrer en todoterreno salvo en la época de lluvias. Una singularidad de la zona es la existencia de edificaciones construidas con bloques de sal y habilitadas como hoteles. Los muebles también son de sal, incluyendo las camas. A veces la estación de lluvias se prolonga y ocasiona contratiempos como me sucedió a mí, que no pude adentrarme en el salar ni visitar la isla del Pescado, famosa por los grandes cactus que la cubren, porque las aguas todavía eran demasiado profundas e impedían el paso de vehículos.

Dos imágenes del inmnso salar de Uyuni, en Bolivia

No lejos de Uyuni, tras rebasar la frontera de Chile, se encuentran los géiseres del Tatio, un lugar de aguas termales y grandes fumarolas situado al norte del desierto de Atacama y que se visita normalmente desde la localidad de San Pedro de Atacama. La visita obliga a un gran madrugón ya que apenas una hora después de la salida del sol las grandes fumarolas desaparecen y se reducen a pequeñas humaredas.

Grandes fumarolas de los géiseres del Tatío, en Chile

Y ya que estamos en él, no se puede obviar el desierto de Atacama, el lugar más seco del planeta hasta el punto que en algunas de sus zonas las lluvias sólo se producen cada muchos años. El resultado son parajes que más parecen imágenes de la Luna o de otro planeta.

El paisaje lunar del desieto de Atacama, en Chile

En el país vecino, Argentina, se encuentra otro lugar insólito, la Quebrada de Humahuaca, una prolongada hendidura de origen tectónico y fluvial que recorre una parte de la provincia norteña argentina de Jujuy. A lo largo de su trazado se pueden contemplar paisajes de un colorido y rareza sin igual, que se unen a la belleza de sus poblados, con construcciones precolombinas y sencillas iglesias coloniales. Entre todos estos poblados destaca Purmamarca, dominado por el cerro de los Siete Colores, y los gigantescos cactus llamados cardones, en el Pucará de Tilcara.

El cerro de los Siete Colores, en Purmamarca, Argentina

Cactus gigantes en la Quebrada de Humahuaca, Argentina

Termino esta relación de lugares insólitos del planeta en el quinto continente, Australia. En la región del Red Center (el Centro Rojo), se encuentran unas formaciones rocosas conocidas como las Olgas, ahora oficialmente llamadas Kata Tjuta, su nombre en nativo. Se trata de una treintena de colinas agrupadas y redondeadas. Contemplarlas a la puesta de sol, cuando adquieren un tono rojizo, es todo un espectáculo.

Las Olgas, en el corazón de Australia

Muy cerca de las Olgas se encuentra el símbolo por antonomasia de Australia, Ayers Rock, o su nombre oficial Uluru, considerado el mayor monolito del mundo. Es un lugar sagrado para los aborígenes australianos, compuesto de granito y arenisca. Desde el amanecer hasta el atardecer, la gigantesca mole de piedra va adquiriendo distintos tonos de color, y es especialmente llamativo al comienzo y fin del día, cuando adquiere un intenso color rojo.

Uluro o Ayers Rock, el icono de Australia al amanecer

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