Desde casa, en la Playa de San Juan, podía contemplar que la nieve cuajaba en las cumbres del Cabeçó d´Or y el Maigmó. Eran las únicas montañas que podía divisar porque otras como Aitana, la Carrasqueta o el Puig Campana, que seguro que estaban a tope, las cubrían densas nubes. Las informaciones hablaban de una de las mayores nevadas en la provincia desde hacía años con toda su superficie cubierta de blanco a partir de los 500 metros. Era el 14 de diciembre de 2.009. Estas imágenes son el resultado de un recorrido por los castillos de la provincia de Alicante que se cubrieron de nieve en aquella nevada histórica.

El Benacantil parece acariciar la nieve que cubre Aitana

Mi lema es “viajar, aunque sea a la vuelta de la esquina”, y aquel día de la nevada me propuse aprovecharlo ya que hay muy pocas oportunidades de poder contemplar la provincia convertida es una serie de estampas navideñas. Así que al día siguiente, me pongo el despertador muy temprano. Está empezando a clarear y amanece un día espléndido, con el cielo despejado y una buena visibilidad, que me permite contemplar el anillo de nieve que rodea a la ciudad de Alicante. Leo en internet las zonas que están cubiertas de nieve y de inmediato enfilo la carretera.

Desde Aitana al Puig Campana, un cerco de nieve

Atravieso la ciudad y por el viario a Santa Pola hago mi primera escala cerca de Urbanova, desde donde la perspectiva de Alicante con el fondo de la sierra Aitana nevada es magnífico. Pocas veces he visto Aitana con tanta blancura, y no sólo ella, el luminoso día permite contemplar un manto blanco sin solución de continuidad desde el Maigmó hasta el Puig Campana. Tras tan imponente marco, me dirijo por la autovía de Madrid hacia mi segunda escala: Biar.

Biar y su castillo en una estampa navideña

Aunque en internet leo que incluso llegó a nevar en Petrer, la verdad es que si llegó a cuajar, por la mañana ya no queda ni rastro. Ni siquiera en Villena, donde se suelen alcanzar las temperaturas extremas de la provincia, aprecio el más mínimo rastro de nieve en su castillo desde la lejanía, por lo que desde la A-31 cojo el desvío hacia Biar. Pronto comienzan a aparecer lunares blancos en zonas de umbría que cada vez se van prodigando más hasta ir acaparando el terreno, y cuando estoy a las puertas de la localidad el paisaje ya es idílico, con un grueso manto de nieve que lo cubre todo, hasta lo más alto del castillo. La carretera que atraviesa el núcleo urbano está limpia de nieve por la acción de máquinas quitanieves que la han acumulado en los márgenes.

Biar desde la parte baja del pueblo

Estaciono en la parte alta del pueblo y camino para buscar un lugar despejado donde se divise una vista panorámica del conjunto de castillo y fortaleza pero la cosa no es nada fácil. En algunas zonas la nieve alcanza una altura considerable y me hundo en ella. En otras, por el contrario, apenas queda un poco de hielo, pero es tan resbaladizo que el trompazo parece inevitable. Tras un complicado recorrido y un par de leves caídas, llego a un lugar ideal. Luego busco un par de localizaciones más, una de ellas desde la parte baja de la ciudad, donde además del castillo despunta el campanario de la iglesia.

El castillo de Biar, en 2009, en fase de restauración

Volver al lugar donde tengo aparcado el coche es también harto complicado con zonas cubiertas de hielo que parecen pistas de patinaje. Cuando por fin llego al mismo prosigo por la carretera en dirección a Castalla. En sus cercanías me desvío por un camino rural para tratar de aproximarme al máximo al castillo, donde observo huellas de nieve aunque mucho menores que en Biar. Aunque en algunos campos del entorno hay una densa capa de nieve, en el monte de la fortaleza sólo hay manchones. Así y todo esta parte del castillo, recayente a la parte rural, es la única con rastro de nieve, ya que en la parte que linda con la zona urbana ya se ha fundido porque la capa que había el día anterior era muy fina.

El castillo de Castalla con retazos de nieve

De Castalla salgo hacia la vecina Onil, donde la presencia de la nieve es mucho más ostensible, con algunas calles y zonas ajardinadas totalmente blancas, incluyendo los alrededores del Palacio y hasta el monumento al hijo de la villa, Eusebio Sempere. Doy un corto paseo por el centro del pueblo y rápidamente reemprendo el camino ya que son las 11 de la mañana y todavía me queda mucho camino por recorrer.

El palacio fortaleza del Marques de Dos Aguas en Onil

Me dirijo hacia Banyeres. A medida que me acerco el manto de nieve es cada vez más grueso y ya lo cubre absolutamente todo, superficie, arbolado y casas rurales. Un panorama albino de todo lo que alcanza la vista. Realmente imponente. Sin la retirada de nieve por las máquinas el tránsito por la carretera sería imposible. Así y todo, cruzarse con otro vehículo obliga a reducir al máximo la velocidad dada la estrechez del pasillo por la gran acumulación de nieve en los arcenes. Desde la lejanía se vislumbra la población de Banyeres teñida de blanco coronada por su esbelto castillo.

Banyeres cubierto de nieve

Todavía luce el sol pero ya el azul del cielo empieza a reducirse acosado por abundantes y densas nubes. Desde los aledaños obtengo varias panorámicas de conjunto, en ocasiones hundiendo los pies en casi medio metro de nieve, pero cuando intento aproximarme para obtener primeros planos del baluarte me veo obligado a desistir porque las empinadas calles que reptan hacia el mismo están cubiertas de un resbaladizo hielo que ponen en riesgo mi integridad física. De hecho, las calles están vacías y sólo circulan algunos vehículos.

Primer plano del castillo de Banyeres

Los próximos castillos de mi itinerario son los de Barchell y Penella, en Alcoi y Cocentaina, aunque alejados del núcleo urbano. Su ubicación me obliga a volver por el mismo camino que he llegado a Banyeres en dirección a la capital de la montaña. A mitad de camino entre ambas, se divisa el castillo de Barchell, en una pequeña colina cubierta de pinos. Intento acercarme pero a pesar de que lo intento por distintos sectores, la gran abundancia de nieve me lo impide, por lo que me contento con sacar las imágenes desde las proximidades.

El castillo de Barchell, cerca de Alcoi

Prosigo hacia Alcoi y desde allí enfilo la carretera hacia Alicante para coger el desvío que me lleva por un estrecho vial hacia Benifallim. En apenas unos kilómetros unas construcciones junto a la carretera me anuncian la llegada a la partida de Penella, que pertenece a Cocentaina pese a su lejanía de la ciudad. El castillo, que en esos momentos está en fase de restauración, destaca fundamentalmente por su enhiesta torre. La nevada también ha sido generosa en esta zona y depara un paisaje idílico. Aquí no intento aproximarme, aunque también está complicado, porque la foto del conjunto desde casi la misma carretera es idónea.

El pequeño castillo de Penella

Es media tarde cuando repongo fuerzas con un bocadillo y retomo la ruta hacia Benifallim. El cielo está ya totalmente encapotado cuando llego a esta localidad, situada a los pies de la sierra del Rontonar, aunque la visibilidad es buena. El baluarte está situado a espaldas del pueblo, en la ladera de la montaña, y aunque no es de los más destacados de la provincia, enaltece un conjunto formado con los tejados y cubiertas de las casas del pueblo, de entre las que sólo sobresale la torre de la iglesia, totalmente inmaculadas, y la montaña detrás también atestada de nieve.

Benifallim y su pequeño castillo

Desde allí sigo en dirección a Penáguila y antes de llegar hago un alto porque también la torre vigía situada al borde de la carretera ofrece una bella imagen rodeada de nieve. Es la torre Sena, originariamente exenta pero en la actualidad adosada a una vivienda. Llegado a este punto, ya la tarde comienza a oscurecer, por lo que decido concluir el recorrido y regresar a Alicante, tras una jornada muy apretada. No obstante, como la intensidad de la nevada me garantiza que no se va a fundir en un día, decido completar la ruta de los castillos nevados de la provincia al día siguiente.

La torre Sena, entre Penáguila y Benifallim

Es 16 de diciembre y también amanece un día magnífico. Hoy cambio radicalmente la ruta y me dirijo por la autopista hasta Benidorm y desde allí me desvío hacia Guadalest. Aquí también nevó en la jornada del día 14 pero dos días después sólo quedan restos en las cumbres de la Aixortá, las más altas del entorno.

Restos de nieve en el entorno de Guadalest

También se aprecian algunos puntos blancos en la llamada “cua de bacallar”, en cuya cima se aprecian importantes lienzos del castillo de Confrides. En la umbría de Aitana hay grandes aglomeraciones de nieve, al igual que en el alto de Confrides, desde donde se divisa una panorámica de la comarca de la Montaña con las cumbres blanquecinas.

Restos del castillo de Alfofra o Confrides en la Cua de Bacallar

Mi primera parada es en Benasau. El entorno y los tejados del pueblo todavía lucen un inmaculado manto y en algunos rincones de la zona urbana se amontona la nieve retirada de aceras y calzadas. En su más destacado edificio histórico, la torre del Palacio, apenas quedas unos pocos copos muy diseminados. A espaldas de Benasau se alta la Serrella, que luce un imponente vestido albino desde casi sus primeras rampas.

Benasau con la torre del Palacio a la izquierda

Desde este punto me dirijo hacia Benilloba pero antes de llegar a esta localidad me desvío hacia Balones. El entorno por aquí es magnífico, con el blanco predominando e incluso copando el paisaje. Paso junto a Gorga, que queda a la derecha de la carretera en mi sentido de circulación, y donde no puedo evitar una breve parada porque también luce una preciosa imagen navideña. Unos kilómetros más adelante, pasado Balones, localizo los restos del castillo de Balones o de La Costurera, como también se le conoce. Aunque no está saturado, sí tiene la suficiente nieve para ofrecer una pintoresca imagen. Aunque subiendo una pequeña elevación se puede llegar a él, opto por sacar las imágenes desde media distancia. El día es magnífico y el cielo luce un intenso color azul.

El castillo de La Costurera, cerca de Balones

Desde aquí doy media vuelta para dirigirme hacia Millena y tras pasar un estrecho desfiladero me tropiezo en la falda de la sierra de Almudaina con los escasos restos del castillo de Travadell, también llamado de Millena. La nieve aquí ya escasea pero aún hay rincones donde se acumula y permiten conferir una imagen invernal al entorno.

Restos del castillo de Travadell, cerca de Millena

Continúo la ruta hacia Almudaina pero ya el manto blanco por estos lares escasea e incluso ha desaparecido. De hecho en los alrededores de Almudaina sólo es posible contemplarla en algunos rincones de la umbría. Prosigo hacia Planes, que ya diviso a lo lejos. Aunque el castillo y el pueblo están despejados por completo, en algunos campos del entorno todavía hay alguna aglomeración, como puede apreciarse en la imagen de abajo.

El castillo de Planes en el centro del municipio

Hago un Alto en el camino en un bar de Planes para la comida, un bocadillo, y emprendo el camino de regreso que decido hacer por la carretera que sube hasta casi la cumbre de Aitana. Mi última parada es Alcolecha. Aquí la nevada fue tan copiosa, Que la nieve, en forma de grandes y duros bloques helados, se esparce por casi todos los rincones, incluyendo los aledaños de la torre del Palacio de Malferit. Por su proximidad a Aitana Alcolecha es una de las localidades de la provincia que prácticamente todos los años tiene asegurada alguna nevada, en ocasiones tan copiosa como la de aquel 14 de diciembre.

Torre del palacio de Malferit, en alcolecha

El paso por el puerto de Tudons y el descenso por la ladera de Aitana hacia Sella y La Vila tengo que hacerlo con sumo cuidado porque a las pronunciadas curvas se une la abundancia de la nieve y el hielo. Por fin, cuando ya está oscureciendo conecto con la autopista de regreso a Alicante. Han sido dos días aprovechados al máximo, el 15 y 16 de diciembre de 2009, que me han permitido contemplar unas excelentes y efímeras imágenes de una parte importante del patrimonio provincia. Sorprendentemente, apenas unos días después, el 19, volvió a caer otra buena nevada, aunque no tan abundante.

Aquella nevada cubrió de nieve toda la parte alta de la provincia

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO