Ante la imposibilidad de viajar a otros planetas, visitar Islandia es lo más parecido, y con la ventaja de que apenas está a 4,30 horas de Alicante, lo que tarda un vuelo directo. Verás cráteres, volcanes y campos de lava, géiseres y manantiales de vapor, fumarolas y sulfataras, desiertos y glaciares. Todo un muestrario de paisajes insólitos y en un solo y reducido país. Aquí voy a mostrar algunos de los lugares más destacados de un viaje a una naturaleza única.

Islandia es lo más parecido a otro planeta

Junio 2016: en mi segundo viaje a Islandia llego al aeropuerto internacional de Reiviavik, la capital, en un vuelo directo desde El Altet por menos de 300 euros y en 4,40 horas. La temperatura es de 12 grados, 16 grados menos que en Alicante, pero no hace viento y la sensación térmica es muy agradable. Voy acompañado de mi mujer y alquilo un coche, que es la mejor forma de recorrer la isla. Lo consigo en internet por 32 euros diarios. Islandia sólo tiene uno, pero importante reparo: es muy cara, especialmente en temporada alta, desde el 15 de junio al 15 de agosto. Ello se debe tanto a que ya la vida es cara por el alto nivel de vida del país, como por la escasez de infraestructuras turísticas, especialmente alojamientos para la elevada demanda existente. Si a esto unimos que es un país donde el 90 por ciento de las visitas se concentra en apenas tres meses del año, se entiende que los precios sean desorbitados y que aún así en los veranos prácticamente se consiga colocar el cartel de “completo”.

Cráter de un volcan con el lago interior

El primer día del recorrido tengo programado visitar Geysir, a 100 kilómetros de la capital, una zona tan famosa que ha dado lugar a que su nombre, con una leve variación, géiser, se haya generalizado en todos los idiomas para designar este tipo de fenómenos, el de los grandes chorros de agua termal que irrumpen con fuerza y alcanzan una gran de altura. Tristemente, el Geysir original dejo de lanzar agua y se quedó dormido a finales del siglo pasado, pero en su lugar hoy brota a apenas 50 metros de distancia otro de similares características llamado Strokkur, en intervalos de entre cuatro y ocho minutos. Me viene a la memoria otra zona de fácil acceso para contemplar un espectáculo semejante: en el parque nacional de Yellowstone, en Estados Unidos.

El géiser Strokkur se eleva más de 30 metros

El área del geiser, conocida como zona geotermal de Haukadalur, está rodeada de fumarolas, calderas de barro hirviente y pequeñas lagunas de las que emanan aguas de un intenso color azul con gases sulfurosos que impregnan el entorno de bellas tonalidades amarillentas, anaranjadas y rojizas, y de un intenso olor a azufre.

Emanaciones de humo en un área geotermal

Visto de lejos, este paraje parece que está siendo pasto de las llamas con varios focos en los que brotan espesas columnas de humo blanco. En las cercanías hay algún hotel y restaurantes. Antes de escoger hay que fijarse mucho en los precios ya que algunos productos, especialmente, las carnes, están a precios desorbitados. Es muy típica la sopa, que la encuentras de distintas clases en casi todas partes. A veces son cremas pero otras veces llaman sopa a guisados muy elaborados, por lo que no es de extrañar que su precio supere los diez euros. Para los islandeses es casi un sacrilegio tomarse la sopa sin pan.

Intensa fumarola cerca del lago Myvatn

Muy cerca de la zona de géiseres se encuentra una de las grandes cataratas de Islandia y, posiblemente, la más visitada. Se llama Gulfoss y consta de dos saltos de agua, uno de ellos es una estrecha grieta que oculta la caída. El gran caudal de agua del río provoca permanentemente una neblina en todo el entorno provocada por el vapor de agua. La zona está perfectamente acondicionada, con escaleras y vallas protectoras.

Las cataratas de Gulfoss tiene dos grandes saltos de agua

Al día siguiente enfilo el camino hacia el Este de la isla por la única carretera de circunvalación. Junto al camino o en sus cercanías hay algunas cascadas relevantes. Entre todas ellas me quedo con la de Skogafoss, una gran cortina de agua de 25 metros de anchura y 62 metros de caída. Se ha construido una escalera de madera en el lateral para poder ascender hasta la parte superior y ver la caída de agua, aunque la visión es muy parcial y tampoco se contempla desde lo alto el glaciar cercano, oculto por una montaña delantera, por lo que la subida no vale mucho la pena.

La cascada de Skogafoss, con 62 metros de caída

Prosigo mi recorrido y mi próxima parada relevante son unas formaciones de basalto, a modo de columnas, en la ya curiosa playa de arenas negras volcánicas de Reynisfjara. Las columnas alcanzan los 66 metros de altura deparando una imagen insólita sólo equiparable a la existente en la Calzada de los Gigantes de Irlanda del Norte, también compuesta de columnas basálticas.

Formaciones basálticas cerca de la localidad de Vyk

Tras pernoctar en una “guesthouse” cuyo nombre no quiero ni recordar porque me cobró por dormir y por un escueto desayuno la friolera de 165 euros, aprovechándose de que en la zona hay un gran déficit de alojamientos, me dirijo hacia la que yo considero la parte más espectacular de Islandia, la del glaciar Vatnajokull, una gigantesca masa helada más grande que toda la provincia de Alicante y cuyo espesor supera en distintas partes el kilómetro, lo que lo convierte en el mayor glaciar de Europa.

Este glaciar es un brazo del Vatnajokull, el mayor de Europa

A lo largo del recorrido por la carretera de circunvalación de la isla se pueden contemplar distintos glaciares menores o brazos del Vatnajokull. Entre ellos se encuentra el Skeldararjokull, al que se puede llegar hasta su base en una fácil caminata. En su frente, como en otros ríos de hielo, hay una laguna con numerosos bloques de hielo desprendidos y flotando.

Los caballos islandeses son medianos pero muy robustos

Pero de todos los lagos glaciares no sólo de Islandia, sino posiblemente del mundo, el más popular es el de Jokulsarlon, tanto por sus grandes dimensiones, como por los enormes icebergs flotantes. Vale la pena dar un paseo en barco, pese a lo elevado del precio, para poder navegar entre estos grandes témpanos de caprichosas formas y distintos colores, desde el blanco al azul, e incluso de cristalina trasparencia.

Un paseo en barco por el lago del glaciar es una gozada

Jokulsarlon es uno de los puntos más turísticos de Islandia y su visita es imprescindible. Si se tiene la suerte de gozar de un día soleado, como me ocurrió a mí, el espectáculo es inolvidable. Algunos islandeses presumen de su ascendencia vikinga y no dudan en bañarse en sus aguas, nadando entre el hielo, ¡a poco más de cuatro grados centígrados!

Algunos islandeses se bañan entre el hielo

Menos conocido que Jokulsarlon pero no menos espectacular es el lago glaciar Fjallsarlon, situado a menos de 10 kilómetros, de menores dimensiones pero también navegable, aunque durante mi visita, a primeros de junio, sólo era factible en pequeñas lanchas por la gran abundancia de hielo flotante.

Lago del glaciar Fjallsarlon

Junto al centro de visitantes donde se adquieren los billetes para el paseo en barco hay un área que ha sido seleccionada por los charranes para anidar. Todo aquel que quiera aproximarse a ella que sepa que va a sufrir un ataque a discreción por parte de estas aves, que rodean a todos los humanos intrusos, los acosan, los amedrentan con sus fuertes chillidos y hasta se lanzan en picado hasta apenas unos centímetros de la cabeza. Aunque no llegan a golpear, su acoso es tan agobiante que obliga a retroceder al más pintado. Los charranes se defienden así de la violación de su hábitat.

Los charranes son muy agresivos en la defensa de sus terrenos

Muy cerca de uno de los glaciares afluentes del Vatnajokull se encuentra una de las cascadas más famosa de Islandia, especialmente por sus paredes en forma de órgano. Se le llama la cascada negra, Svartifoss, por el color oscuro de sus paredes, conformadas por columnas basálticas. Está situada dentro del parque nacional Skaftafell y para llegar hasta ella hay que dejar el coche en el centro de visitantes y efectuar una caminata de unos 40 minutos hasta alcanzar un altiplano desde donde ya es visible a lo lejos.

La cascada Svartifoss es de las más populares de Islandia

Dejamos el Este de Islandia para dirigirnos hacia el Norte, en busca de la fascinante área geotermal de Hverir . Se encuentra en las proximidades del lago Myvatn y cuando llegas parece que penetres en otro planeta, con una gran extensión de terrenos repletos de fumarolas, calderas de lodo hirviente y manantiales de agua humeante de los que surgen numerosos canalillos de agua sulfurosa que ha coloreado la tierra con todas las gamas de tonalidades rojas, amarillas y anaranjadas.

El área geotermal de Hverir

Por cierto, lo mismo que criticamos el elevado coste de comida y alojamiento, nobleza obliga a recalcar que en Islandia no cobran por visitar sus grandes atracciones naturales, y así sucede también en esta zona termal.

El paisaje de Hverir parece de otro mundo

La zona geotermal de Hverir está perfectamente ordenada, con caminos marcados, pasarelas y miradores para su recorrido, aunque siempre puedes salir de los mismos bajo tu responsabilidad. Uno de los puntos más fotografiados es el de las dos grandes fumarolas, de la que fluyen columnas de humo de tal espesor que en ocasiones provocan una espesa niebla que impide ver a escasos metros.

Grandes fumarolas en Hverir

Especial atención merecen las grandes calderas de lodo a las que te puedes acercar hasta constatar cómo hierve y hasta notar el calor que propaga el ligero humo que emanan.

Caldera de lodo en ebullición en Hverir

Una característica fundamental de Islandia es su naturaleza volcánica, lo que es fácil de constatar visitando algunos cráteres de fácil acceso de los numerosos distribuidos por toda su geografía. He seleccionado algunos de los más vistosos. El primero, llamado Kerid, se encuentra cerca del área geotermal de Geysir, y tiene una profundidad de 55 metros. El fondo está cubierto de una pequeña laguna.

Cráter del volcán Kerid, de 55 metros de profundidad

Otro de los cráteres más llamativos es el de Viti, cerca del lago Myvatn, especialmente a comienzos del verano, cuando el hielo que lo cubre comienza a fundirse y aparece una preciosa laguna de color turquesa. Prácticamente se puede llegar en vehículo hasta la misma cresta del cráter.

El volcán Viti con su laguna aún semihelada

Y este cráter de la imagen de abajo, del que aún emanan gases humeantes, destaca por el colorido de sus laderas. El fondo del volcán todavía es una masa de hielo a primeros de junio pero semanas más tarde se funde en una laguna. Se encuentra justo al lado del volcán Viti.

Cráter junto al volcán Viti, en el Norte de Islandia

Hay otras zonas geotérmicas cerca del lago Myvath, incluyendo una con lagunas de intenso color azul, que contrasta con el color desértico del paraje del entorno. No quiero dejar de citar el propio lago Myvatn, también llamado, con toda propiedad, “lago de los mosquitos”. El lago hace sobrados méritos para ser así llamado ya que en los alrededores la presencia de estos insectos es tal que llegan a forman auténticas nubes con millones de ejemplares. Vamos que los mosquitos de Urbanova a su lado son una broma. Menos mal que no pican porque de lo contrario, habría que instalar allí mismo un hospital.

Aguas de color azul y elevada temperatura junto al lago Myvatn

Y termino como he empezado, con cataratas y cascadas, no en balde Islandia las tiene de todas las clases y para todos los gustos. Esta catarata es la de los dioses, Godafoss, casi equiparable por su magnitud a las del Niágara. Es una de las más famosas del país.

La catarata de los Dioses, Godafoss, es de las más visitadas

En la península de Snaefells, en el Oeste de Islandia, se encuentra esta cascada con doble caída llamada Kirkufellfoss, muy popular entre los vecinos de la cercana localidad de Olafsvik, que se lanzan a sus frías aguas procedentes del deshielo del glaciar cercano y se remojan en ellas sin temor al impacto o a quedarse congelados.

Preciosa cascada, de varios saltos, en la península de Snaefells

Y esta es la multicascada de Jusafell, con las aguas procedentes del glaciar Langjokull. Esta ha sido tan solo una pequeña muestra de la increíble belleza paisajística de Islandia, un país de visita inexcusable para los amantes de la naturaleza. Es cara, pero vale la pena. Es más, racionalizando el gasto, el coste de diez días no debe sobrepasar los 1.300 euros por persona, incluyendo el vuelo, hoteles en habitación doble con baño privado, ya que hay muchos que lo tienen compartido, comidas sencillas evitando los restaurantes caros, vehículo de alquiler y gasolina.

La multicascada Jusafell

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL Y ANTONIO DOPAZO