Aquí estoy, contemplando la mayor concentración de pandas gigantes del mundo. He necesitado hacer más de 10.000 kilómetros pero no hay otra opción si quieres ver a estos animales, que se confunden con peluches, en tanta cantidad y en su ambiente. Si viajas a China y te gustan, tienes una cita con el Centro de Conservación de los Pandas, en la ciudad de Chengdú.

Tres pandas en el Centro de Conservación de Pandas de Chengdú

Es mi quinto viaje de los ocho que he realizado por tierras chinas y aún me queda alguna zona por ver de tan inmenso y variopinto país. Quien crea que viendo las cuatro o cinco ciudades más importantes conoce China está muy equivocado. En tan inmenso país hay mucho que ver, desde las estepas mongolas hasta las selvas tropicales. Uno de los platos fuertes de mi viaje es visitar a los pandas gigantes, uno de los animales más emblemáticos, no sólo por su encantador aspecto, sino porque, ante el peligro de extinción que le amenaza, se ha convertido en el símbolo de la protección de la naturaleza y en el anagrama de Adena/WWF. Aunque no se ponen de acuerdo en su número, se calcula que quedan entre 1.200 y 1600 jemplares, incluyendo los 200 repartidos entre los zoológicos, 50 de ellos fuera de China.

Un panda comiendo brotes de bambú

Su población se ha reducido, prácticamente, a la provincia de Sichuan, en China. Hay alrededor de una decena de puntos en esta provincia donde se pueden contemplar los pandas, incluyendo reservas y centros de conservación. De todos ellos me inclino por el centro situado a apenas 10 kilómetros de Chengdú, la capital de Sichuan, por ser el que más número permite contemplar y por su fácil acceso. Es una ciudad con muy buenas comunicaciones desde toda China y con vuelos directos desde Pekín, con un tiempo de vuelo de tres horas.

Los pandas parecen ositos de peluche

Este viaje lo hago acompañado por mi mujer, que no oculta su pasión por tan bellos animales. Sabemos por referencias que a los pandas hay que visitarlos por las mañanas, porque es cuando más activos están y lo primero que hacemos ese día al salir del hotel de Chengdú es dirigirnos a la parada del autobús que nos lleva hasta el “Chengdu Research Base of Giant Panda Breeding”, que así de largo es el nombre oficial del Centro de Pandas. Son las 9 de la mañana y ya estamos en el recinto, con grandes áreas ajardinadas y numerosas instalaciones para acoger a casi un centenar de pandas de todas las edades y tamaños. Cuando llegamos ya los cuidadores están repartiendo las ramas tiernas con hojas de bambú, su principal alimento, en los espacios al aire libre que bordean las construcciones que acogen a los pandas. Es el momento especial del día y el que concentra a la mayoría de los visitantes, ya que no das abasto para ver a tanto panda corretear, comer y jugar. Desde unas vallas de madera puedo contemplar el espectáculo que tan bellos animales nos deparan a apenas unos metros. Por lo general están distribuidos en espacios acotados, en grupos de tres o cuatro. Están tan acostumbrados que ignoran la masiva presencia humana.

Monumento a la mamá panda en el Centro de Pandas de Chengdú

Una hora más tarde, que a mí se me pasa volando, los pandas ya han comido su ración de bambú y la mayoría de ellos se retira a sus aposentos, en el interior de las guaridas. Hay tantos que siempre queda alguno a la vista, pero quien llegue después de las 10 puede sufrir la desagradable sorpresa de no encontrar casi ningún panda, por lo que tendrá que esperar varias horas para verlos en el turno de la comida.

Los brotes y hojas de bambú son su principal alimento

Como consuelo le queda la posibilidad de hacerse una foto con uno de ellos, en brazos si es pequeño, y a su lado si es adulto. El problema de la foto es que los chinos se han subido a la parra y han decidido que el que quiera este recuerdo, lo tiene que pagar, ¡y bien!. Me quedo de piedra cuando veo las tarifas y compruebo que la foto con un panda joven en brazos cuesta nada menos que 125 euros. Si la foto es con un adulto es más barata, prácticamente la mitad, pero ni así. Me parece excesivo y renuncio. No tiene sentido si lo comparas con el precio por entrar al Centro, que es de 30 yuanes, apenas cuatro euros.

Los pandas sólo son activos muy pocas horas al día

Por el contrario, compruebo que como alternativa puedes optar a una foto con un panda rojo, un animalito encantador que nada tiene que ver con el panda gigante salvo el nombre, por menos de diez euros. No es lo mismo pero para mí el panda rojo es otra especie animal encantadora. Esta foto es posible porque el Centro de Pandas también acoge estos animalitos y desarrolla un programa para su conservación ya que aunque se localiza también en otros países, su número se ha reducido tanto en los últimos años que ya se incluye entre las especies amenazadas de extinción.

Los pandas rojos son también encantadores

Por cierto que he leído informaciones de que el gobierno chino ha suspendido provisionalmente en la actualidad las fotos con los pandas en brazos para evitar que sean contagiados por una enfermedad que transmiten los perros, relacionadas con el moquillo, y que ha provocado la muerte de dos pequeños pandas.

Un panda rojo en el Centro de Pandas

Para quien no pueda desplazarse hasta la provincia de Sichuan le queda la posibilidad de ver a los pandas en Pekín, pero ya en un zoo, que no es lo mismo. Yo lo visité hace tres años y hay que reconocer que las instalaciones de los pandas en el zoológico de la capital china son las mejores del mundo para este tipo de animales, no sólo por su número, con alrededor de una decena de pandas, sino también por su amplitud y buenas condiciones. Tienen reservada toda un área del zoo que se visita de forma aislada y con una entrada especial.

Entrada al área del panda gigante en el zoo de Pekín

Llegar al zoo de Pekín es muy fácil ya que tiene una estación de metro en la puerta. La ventaja de este zoo sobre otros con pandas es que es mucho más fácil poder ver alguno corretear porque hay una decena,. Yo los visité a última hora de la tarde, cuando ya estaba a punto de cerrar, una hora muy mala porque suelen estar descansando pero tuve la suerte de que un par de ellos estaban muy activos, de un lado para otro, mientras un tercero comía. Eso sí, te tienes que conformar viéndolos a través de un cristal. En otros zoos puedes llevarte la desagradable sorpresa de que la pareja de pandas que suele haber está dormitando y prácticamente solo ves unos bultos de color blanco y negro.

Panda gigante del zoo de Pekín

Sería imperdonable estar en Chengdú y no visitar su otro gran atractivo, el Buda de Leshán, una gigantesca estatua de 71 metros de altura esculpida en una montaña y declarada en 1996 Patrimonio de la Humanidad.

El Buda de Leshan, de 71 metros de altura

Leshán se encuentra a 140 kilómetros de Chengdu, por lo que decido ir en autobús. Llego a la estación de autobuses de Chengdú y, como suele suceder en muchas partes de China, todo está en chino y no hay ni oficina de información turística, ni nadie que hable otra cosa que el chino. Como ya iba prevenido por experiencias anteriores similares, pregunto por el autobús mostrando una postal con la imagen del Buda. Es un sistema que no suele fallar, y así sucede. No sólo me indican el bus, sino que, mediante signos, convenzo a una pasajera para que me avise en la parada en la que debo apearme.

Cabeza del gran Buda y, al fondo, la escalera para bajar a los pies

Tras unas dos horas de viaje llego a Leshán. La parada está muy próxima a la entrada del recinto de este Buda, el de mayor tamaño del mundo, y en medio de un bello y gran parque en el que se han reproducido algunas otras esculturas de Buda existentes en otras partes de China. Es un lugar con encanto. Tras un recorrido de unos 15 minutos cuesta arriba llego hasta el gran Buda. Me encuentro en la parte alta de la montaña donde fue esculpido el Buda hace ya 1.300 años, ya que data del siglo VII. Me impresiona ver, justo delante de mí, el enorme cabezón de la estatua y, cuando me acerco un poco más, alucino con la visión de todo el monumento. Por una escalinata lateral al Buda, y pegada a la montaña, hay una escalera adosaba por la que bajo hasta los pies del Buda. Solamente el tamaño de uno de ellos es de 11 metros. A su lado, los visitantes parecen hormigas.

Solo cada pie del mayor Buda del mundo mide 11 metros

El Buda está construido en un monte situado en la confluencia de dos ríos, lo que permite también contemplarlo desde la distancia navegando en un barco que hace una parada especial frente al monumento y te permite descender. Las dos visitas son dignas de ver pero de quedarme con una optaría por ver la estatua in situ. He visto otras grandes estatuas de Buda, pero esta junto con el Buda de Kamakura, en Japón, es la que más me ha impresionado.

Los pandas tienen grandes espacios libres en Chengdú

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO