Se la conoce como "La perla del adriático" pero una masificación absoluta, precios desorbitados y un calor agobiante en verano obligan a calificarla más bien como "El infierno del Adriático" y un destino nada aconsejable. Por el contrario, si puedes permitírtelo, déjalo para la temporada baja: es una visita monumental entre los meses de noviembre y mayo.

Panorámica de la ciudad amurallada de Dubrovnik

Mayo 2018. Llego a Dubrovnik en mi segundo viaje a esta ciudad monumental declarada Patrimonio de la Humanidad, que conocí en el año 2000, cuando las heridas de la guerra con sus vecinos estaban aun sin restañar. Entonces era una ciudad muy tranquila, con muchos edificios recién restaurados de los estragos de los bombardeos, con un turismo incipiente y no demasiado conocida. Ahora, 18 años después, vuelvo siendo una ciudad de moda en toda Europa, con masivas llegadas de visitantes por tierra, mar y aire.

Una de las puertas de acceso a la ciudad antigua

He volado desde Alicante con escala en Londres, ya que no hay vuelos directos, con una compañía de bajo costo por menos de 200 euros. Incluyo Dubrovnik en un tour por Bosnia y Montenegro en coche de alquiler. Previamente a la llegada contrato el alojamiento. Dos cosas llaman la atención, lo primero es la escasez de hoteles en una ciudad tan turística, y lo segundo, la gran oferta de pisos turísticos. En uno y otro caso, el denominador común es un precio exagerado ya que es casi imposible encontrar un hotel de tres estrellas por menos de 100 euros y se supone que mayo es aún temporada baja. Además, la mayoría de hoteles están bastante alejados de la ciudad antigua y no me sirve que se encuentren cerca de áreas de playa ya que si visito Dubrovnik no es por las playas, aunque hay alguna que no está mal. Me veo obligado a recurrir a un apartamento, aunque si lo quieres en el centro histórico y sin las inacabables escalinatas de muchas de las calles de la ciudad también te piden un pico.

La Torre del Reloj y palacios en Dubrovnik

Casi ningún apartamento te incluye el desayuno, así que pregunto a mi anfitriona que me recomiende un bar y me cita uno cercano. El menú es de 10 euros por un sándwich de jamón y queso, capuchino y zumo de naranja natural. Mi primera sorpresa desagradable es que el zumo es de botella. Lo devuelvo advirtiendo del engaño y tratan de convencerme de que es natural. Cuando por fin se dan cuenta de que no lo admito, lo retiran y minutos después traen otro que sí es auténtico. Otro chasco es el sándwich, ya que me sirven una sola rodaja de pan de molde con una finísima loncha de queso y de york. Por esta frugalidad, que lo llaman menú, cobran 10 euros, y gracias que les he arrancado el zumo natural.

Terrazas de bares en la única avenida amplia

Para los españoles no hay ningún problema con la moneda ya que Croacia es un país de la Unión Europea y aunque no está incorporado a la moneda única y su divisa en la kuna, el euro lo admiten en casi todas partes. En los pocos casos que exigen kunas siempre puedes recurrir al pago con tarjeta y, en última instancia, cambiar una pequeña cantidad de kunas en cualquiera de los muchos establecimientos de cambio de la ciudad, muchos de ellos tiendas de souvenirs. El cambio oficial es de 7,40 kunas por euro aunque el mejor cambio que se puede conseguir es de 7,20.

Algunos edificios tienen influencia veneciana

Tras el frugal desayuno, todavía temprano, me dirijo hacia uno de los accesos para recorrer la imponente muralla que rodea la ciudad. Son alrededor de dos kilómetros por el paseo que recorre la parte superior de los gruesos muros y desde el cual se obtienen preciosas vistas de la ciudad. Es importante realizar este recorrido a primera hora, el horario es a partir de las 8, porque no hay muchas sombras donde guarecerse del sol y en Dubrovnik el calor aprieta de lo lindo ya en mayo y resulta casi insufrible en pleno verano. La tarifa para recorrer la muralla también me parece escandalosa: 21 euros por un recorrido a pie por una muralla no recuerdo que lo cobren en ninguna otra parte del mundo.

Perspectiva de la ciudad desde la muralla

El circuito de la muralla es una visita imprescindible, con sus bastiones y torreones, ya que te permite contemplar todo el perímetro de la ciudad histórica, con sus edificaciones recubiertas de teja rojiza y despuntando las torres y agujas de sus numerosas edificaciones religiosas. También es una gozada poder ver el puerto, el castillo de San Lorenzo y la cercana isla deshabitada situada frente a la ciudad.

Las cubiertas de teja rojiza cubren el perímetro de la ciudad

Cuando termino el recorrido de la muralla, dos horas más tarde ya que me he lo he tomado con mucha calma para poder saborear el paisaje, la acumulación de visitantes comienza a dificultar el tránsito, y eso que todavía no han llegado los miles de turistas de uno de esos cruceros gigantes que acaba de atracar. No es exagerado pensar que una hora más tarde la zona se puede colapsar por la masificación de visitantes. No quiero ni imaginarme lo duro que debe ser este recorrido en pleno verano, con más de 30 grados a la sombra y con la aglomeración de cruceristas, ya que hay días que llegan hasta media docena de cruceros en temporada alta.

Monasterio de Dubrovnik y al fondo un gigantesco crucero

Otra de las visitas que no te puedes perder es la panorámica de la ciudad vieja de Dubrovnik desde las alturas. Para ello tienes dos opciones. Una de ellas es subir en el funicular para lo cual tienes que salir del centro histórico y tras un recorrido de unos diez minutos por una pronunciada cuesta arriba, llegar a la estación del funicular. Esta opción tiene dos inconvenientes: una es que salvo que llegues muy temprano tienes que guardar cola, que en las horas punta puede ser de horas si coincides con los cruceros. La otra es el precio. Recorrer unos escasos cientos de metros con el funicular cuesta nada menos que 19 euros, ida y vuelta. Otro precio escandaloso dirigido a esquilmar a los turistas. ¡¡¡Por menos dinero hice el mes pasado el recorrido en el AVE entre Roma y Nápoles!!! Te puedes ahorrar el billete subiendo todo el recorrido andando, pero sólo es aconsejable en los meses que no hace calor.

Las robustas murallas que rodean el casco urbano

La otra opción para poder contemplar una panorámica de la ciudad histórica es desde la carretera general, la que conduce al aeropuerto y la que conecta Dubrovnik con el resto de Croacia. La vista es magnífica, tienes distintos puntos para elegir, algunos de ellos para mi gusto mejores que desde la terraza del funicular, y lo que es más importante, es gratis. Yo aproveché mi salida hacia Bosnia para parar en un par de puntos y apreciar la imagen emblemática de la ciudad.

Vista de la ciudad desde la carretera que conduce al aeropuerto

La visita de la ciudad amurallada se puede efectuar tranquilamente en un sólo día ya que se trata de un conjunto muy pequeño, que tiene una única avenida amplia, la principal, que divide el casco antiguo en dos, y varias callejuelas estrechas paralelas o transversales. Esta reducida dimensión de su núcleo histórico y la existencia de una sola calle amplia no plantea problemas en temporada baja, pero a partir de mayo y hasta el final del verano, se convierte en un auténtica ratonera, con miles de turistas apelotonados provocando grandes atascos peatonales.

Ya en mayo las estrechas calles están muy concurridas

No es ninguna exageración: en algunas ocasiones de julio y agosto se han llegado a juntar hasta siete cruceros en el mismo día, con más de 10.000 pasajeros, lo que unido a los 25.000 visitantes alojados en tierra, deparan unas cifras que es imposible que quepan en los reducidos metros cuadrados de la ciudad. Esta circunstancia ha provocado advertencias por parte de la Unesco, que amenaza con retirar a la ciudad la declaración de Patrimonio mundial. Ante la perspectiva de perder a la gallina de los huevos de oro, las autoridades de la ciudad aseguran que están estudiando medidas e incluso barajan reducir el máximo de cruceristas diarios a entre 5.000 y 8.000, mediante un control con cámaras de vídeo, pero no parece que hasta ahora se hayan tomado medidas concretas efectivas.

Las fuentes son el mejor recurso contra el calor

Lo bueno de las reducidas dimensiones de la ciudad es que casi todo lo tienes muy próximo. Templos, palacetes, museos y edificios singulares se concentran en la Stradum, el viario central, y su entorno. Por supuesto que hay que recorrerlo a pie ya que uno de sus aspectos más positivos es que todo el conjunto amurallado es peatonal, aunque de no serlo son pocas las calles aptas para el tráfico rodado, tanto por su estrechez como por la abundancia de escalinatas.

Son muchas las calles con escalinatas en Dubrovnik

Otro aspecto positivo es la existencia de varias fuentes históricas, con agua potable, en distintos puntos de la ciudad. Es importante porque el intenso calor que ya en mayo se siente y que en verano se sufre, es muy húmedo, lo que te hace sudar intensamente y te obliga a beber continuamente para no deshidratarte. Sí, por supuesto, también puedes recurrir a comprar agua mineral, pero ojo porque, como todo en Dubrovnik, su precio es desorbitado en casi todas partes. A mí me pidieron en un local de venta de pizzas a raciones nada menos que 3,50 euros por una botellita de medio litro. Se la devolví al vendedor sin poder reprimir un taco que, afortunadamente, no entendió. En cualquier caso el precio medio de una botellita de agua ronda los 2 euros. La alternativa, a la que yo me acogí porque puedes consumir un mínimo de media docena de botellas pequeñas de agua al día, es comprarlas en uno de los dos supermercados cercanos al centro histórico, donde las venden por entre 50 céntimos y un euro. También, como hacen muchos turistas, ir rellenando la botella en cada fuente.

La gran fuente de Onofrio, una construcción destacada

Precisamente una de las construcciones más populares de la ciudad es la Gran Fuente de Onofrio, de grandes proporciones y con numerosos caños, situada en un extremo de Placa o Stradum, nombre de la avenida central. En el otro extremo de este vial está la pequeña fuente de Onofrio, junto a la base de la Torre del Reloj. Otra pequeña pero bonita fuente está adosada a la pared en la Plaza de Gundulic, muy cerca de la catedral. Y para los que salgan de la ciudad amurallada, en la plaza Brsalje, situada a la salida de la Puerta Pile, la más frecuentada y conocida de las cuatro existentes, hay otra fuente en una zona ajardinada, con una bella escultura del sátiro y la ninfa, en la que se agolpan los sedientos turistas para rellenar sus recipientes del agua que brota de sus caños.

Vista nocturna de la gran fuente de Onofrio

Los edificios de Dubrovnik muestran la gran relevancia comercial y marítima que consiguió esta ciudad-estado entre los siglos XV y XVII, compitiendo con Venecia y el imperio otomano. Las huellas de este esplendor se reflejan en sus imponentes edificaciones, algunas de marcada influencia veneciana, que se han preservado en buen estado hasta la actualidad gracias en parte a la solidez de sus robustas murallas y a pesar de los duros bombardeos que sufrió por parte de serbios y montenegrinos entre los años 1991 y 1995, durante la guerra de los Balcanes.

La catedral de Dubrovnik

Para los amantes del sol y playas, en la ciudad moderna de Dubrovnik hay varias playas con buena oferta de plazas hoteleras, conectadas con un frecuente servicio de autobuses, aunque una de ellas está situada a apenas diez minutos andando desde el casco antiguo. Esta última es pequeña pero tiene la arena dorada y unas aguas cristalinas cuando el mar está en calma. Esta opción de playa es la única que sería recomendable para viajar en verano.

Una agradable playita muy próxima a la ciudad antigua

Por supuesto que la oferta de comidas es abundante, con numerosos restaurantes y bares, la mayoría de ellos con veladores que ocupan calles y plazas. Es tal la oferta que en cuanto te acercas a hojear la carta de cualquier establecimiento casi siempre se acerca un empleado para insistir en las exquisiteces del menú. Y lo hacen porque, y no exagero un ápice, los precios son tan exagerados que ni en los países nórdicos se alcanzan estos niveles. Y hay que recordar que Croacia tiene un nivel de vida muy inferior, incluso al de España. Estamos en un país con un sueldo medio mensual que no llega a los 700 euros.

La iglesia de San Blas una de las numerosas existentes

El precio medio de un menú compuesto de una entrada, plato principal, bebida y postre ronda entre los 30 y 40 euros en los bares y restaurantes baratos, y el doble en establecimientos de categoría media. Al final me veo obligado a recurrir a las ensaladas, que tampoco son una ganga ya que con escasos y rutinarios ingredientes difícilmente las encuentras por menos de 10 euros, así como a las pizzas, que superan los 10 euros en casi todos los casos y con una masa blanda y chiclosa.

Vista del puerto antiguo

Lo único positivo de las masivas visitas de los cruceros es que sólo están unas horas de visita y suelen zarpar al anochecer, momento en que las multitudes abandonan la ciudad y por las calles ya se puede incluso transitar, y la sensación de agobio se atenúa. No esperes, desde luego tranquilidad, porque eso no existe en esta ciudad salvo en invierno.

El gran torreón de la muralla

A la vista de todo lo señalado, la pregunta que surge es si vale la pena visitar Dubrovnik en la temporada turística. Es obvio que se trata de una ciudad monumental, pero por las elevadas temperaturas, la masificación de visitantes y los desorbitados precios yo lo desaconsejo totalmente, salvo a masocas. La opción ideal, a mi entender, es aprovechar los vuelos baratos existentes y hacer una escapada de tres o cuatro días fuera de temporada, entre noviembre y mayo, excluyendo Semana Santa y Navidad. Puede hacer frío y en Dubrovnik llueve a menudo en invierno, pero se puede ver la ciudad con tranquilidad, algo imposible en temporada alta en una ciudad que, por las razones que sea, se ha puesto de moda y sus residentes quieren aprovecharse al máximo de ello.

Puesta del sol con la Torre del Reloj

TODAS LAS IMÁGENES: MANUEL DOPAZO