Los hechos me suceden el 11 de septiembre de 2001, una de las fechas más fatídicas en la historia de los Estados Unidos, con más de 3.000 personas fallecidas en los atentados terroristas. Ese mismo día me encuentro en la capital de Eslovenia, en el centro de Europa. Son aproximadamente las 5 de la tarde y paso por delante de un bello edificio de Liubliana. Desconozco su cometido pero comienzo a sacar fotos del mismo. En apenas unos instantes se me acercan dos energúmenos que me ordenan “stop, stop” y me quitan la cámara. Ajeno a lo que en esos momentos se está produciendo en Estados Unidos, estoy sacando imágenes nada menos que de la embajada USA, precisamente en los mismos momentos que se están desplomando las torres gemelas. Una cruel coincidencia que provoca mi detención por “presunto terrorista”.

Imagen de Internet de la embajada USA en la capital de Eslovenia

Una fatal coincidencia me juega una mala pasada, tan mala que aún la recuerdo ahora, cuando se cumplen 14 años, como una de las situaciones más embarazosas que me han sucedido en mis más de 40 años de viajes.

Otra imagen de Internet de la misma embajada, en Liubliana

Me encuentro en Liubliana, la capital de Eslovenia, una nación surgida en 1991 de la descomposición de Yugoslavia. Con un coche de alquiler estoy recorriendo este país y Croacia. Es 11 de septiembre y decido estar todo el día en la ciudad visitando sus mayores atractivos. Se trata de una agradable ciudad aunque más pequeña que Alicante, ya que no llega a los 300.000 habitantes y es la capital de un país de poco más de dos millones. Termino la visita al parque Tívoli, el mayor y más atractivo de la ciudad, con densas arboledas y amplias superficies cubiertas de flores.

Esta es la única foto que no me borraron los agentes de la embajada

Al terminar de recorrer el parque cruzo las vallas que lo circundan y salgo a una amplia avenida en pleno centro de la ciudad. Son alrededor de las 5 de la tarde, la misma que en España ya que tiene el mismo uso horario. Es entonces cuando diviso una encantadora villa. No tengo referencias de su destino pero deduzco que tiene que ser destacado, ya que es antigua y se encuentra en perfecto estado. Saco mi cámara y comienzo a hacer fotos desde una distancia de unos 100 metros.

El parque Tívoli está frente a la embajada

Sigo acercándome, haciendo alguna foto más, para verlo con más detalle, y es entonces cuando veo que dos hombres fornidos de paisano vienen muy rápidos directamente hacia mí con cara de pocos amigos. Cuando ya los tengo prácticamente encima me ordenan con un “stop, stop” que no haga más fotos y de inmediato mientras uno me cachea y pide que me identifique el otro me exige que le entregue la cámara y la bolsa en la que la protejo, cosa que hago sin poner reparos porque tengo todas las de perder.

Liubliana: Dragón del puente y cúpulas de la catedral

Mi extrañeza inicial se torna en inquietud ante la enérgica actitud de ambos. Pregunto qué pasa y uno de ellos me dice, siempre en inglés, que está prohibido fotografiar el edificio. Replico que no veo carteles que lo indiquen y que el inmueble no tiene ninguna pinta de ser una instalación militar o policial, y es entonces cuando me espeta que “es la embajada de Estados Unidos”, a lo que respondo que "lo siento pero que lo desconocía".

Torre del castillo que domina la ciudad de Liubliana

La situación se pone cada vez más tensa. Así, sin pedirme ninguna explicación, mientras uno de ellos comprueba las imágenes de mi cámara de fotos, el otro me pide la documentación. No tengo el pasaporte pero sí una fotocopia y el DNI original. Se aleja unos metros para revisar los documentos y observo que se comunica con alguien a través de un walkie-talkie aunque no alcanzo a entender lo que habla.

Monumento a los tres ríos en la capital eslovena

Acto seguido, todo ello en plena calle, muy cerca del edificio de la embajada, el que se ocupa de identificarme comienza a hacerme preguntas algunas que me parecen indignantes, sobre si tengo relación con grupos terroristas y con grupos islamistas. Mis dudas se confirman y ya tengo claro que todo lo que me sucede es porque sospechan que soy un terrorista, lo que me provoca un gran nerviosismo ante la suerte que me puede esperar.

El edificio de la Ópera en Liubliana

Recalco con vehemencia en que mi único motivo de estar en Eslovenia es el turístico, aprovechando unas vacaciones pero no me hace caso e insiste en preguntas sobre terrorismo y algunas directamente sobre Al Qaeda. Mientras, su compañero sigue manipulando mi cámara de la que parece tener un buen conocimiento de cómo funciona ya que no me pide ayuda. Constato que está revisando no sólo las fotos de la embajada, sino también todas las demás de la tarjeta. Pasan los minutos y sigo allí sin poder moverme y sin explicarme una reacción tan contundente por las fotos a un edificio que no es una instalación militar, por muy embajada que sea.

Santuario salesiano en Rakovnik, muy cerca de Liubliana

El revisor de la cámara, tras contemplar las cientos de fotos que contiene la tarjeta, parece percatarse de que las imágenes no son de instalaciones estratégicas y que no tienen ningún propósito relacionado con espionaje o la seguridad, lo que contribuye a relajar mi agitado estado de ánimo. Acto seguido me pregunta por la forma de borrar imágenes. Cuando se lo explico comienza a eliminarlas, aunque me asegura que sólo las de la embajada. Más tarde comprobaré que se le escapó borrar una de las fotos que hice de la cubierta del inmeuble.

Edificio de Art Nouveau en el centro de la capital de Eslovenia

La hora, sobre las 6 de la tarde, es fundamental, como me percataré más tarde, para explicar lo sucedido, aunque yo en ese momento lo ignoro por completo. Además, en ningún momento ninguno de los dos tipos norteamericanos que me mantienen detenido me hacen la más mínima alusión a lo que está pasando en su país. Pasa más de media hora y allí sigo sin poder marcharme. Me dicen que no me puedo mover porque están esperando órdenes. Empieza ya a oscurecer cuando por fin el walkie-talkie vuelve a dar señales de vida. Otra vez la misma operación de alejarse por parte de uno de los tipos para evitar ser escuchado. Cuando regresa me dice lo único positivo que escucho salir de sus labios: “puedes irte”.

Casa típica rural eslovena

Por supuesto que me alejo de allí y de esta pesadilla lo más rápido posible. Me dirijo al hotel con la intención de cenar algo y al llegar me llama la atención los numerosos clientes que contemplan la televisión en el hall. No obstante, lo más sorprendente es que no están viendo un partido de fútbol o algún otro deporte, las imágenes son de fuego y parece que se trata de un incendio, según acierto a adivinar desde lo lejos porque es un canal local y no entiendo nada de lo que se narra. Como no tengo ninguna inclinación pirómana me alejo de la televisión y tomo una cena ligera en el restaurante.

El imponente castillo de Predjana

Luego subo a la habitación y pongo la TV. Voy pasando los canales en lengua eslovena, muchos de los cuales siguen con las imágenes del incendio. A la vista de tal cobertura ya deduzco de que se trata de algo grave. Sigo pasando canales y por fin doy con uno en inglés y además, de información, CNN. Es entonces cuando me echo las manos a la cabeza al enterarme de que el incendio es la destrucción de las torres gemelas de Nueva York y de los terribles atentados que han tenido lugar ese día en Estados Unidos. Y claro, de inmediato me explico lo sucedido en la embajada: nada menos que me pongo a hacer imágenes de unas instalaciones norteamericanas en el extranjero precisamente en el día que el país sufre los mayores actos terroristas de su historia. Es seguro que todas las representaciones oficiales de Estados Unidos están en estado de alerta total ante lo sucedido y en tal situación pueden pensar que algo tan inocente como captar imágenes de un edificio pueda ser sospechoso de terrorismo. ¡Qué fatalidad!, exclamo en mi interior.

Las cuevas de Postojna, declaradas Patrimonio de la Humanidad

Deduzco que durante algún tiempo, tras los atentados, las medidas de seguridad en la embajada norteamericana serían rigurosas, pero con el tiempo se han debido relajar ya que en la actualidad las imágenes del edificio de la embajada abundan en internet e incluso hay imágenes directas, con todo lujo de detalles del mismo, a pie de calle efectuadas por el coche de mapas de Google.

La Torre del Agua en la ciudad de Brezice

Al día siguiente reemprendo mi recorrido por Eslovenia, tan pequeña que en tres días visito los puntos que he seleccionado de interés, entre ellos las cuevas Postojna, declaradas Patrimonio de la Humanidad, y el imponente castillo de Predjama, construido en el hueco de una montaña. Eslovenia no es un país de imprescindible visita, desde luego, pero es lo suficientemente agradable para que tras visitarlo no te arrepientas de haberlo hecho. Eso sí, no se te ocurra hacerlo un 11-S.

Detalle de un edificio de Art Nouveau en Liubliana

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO SALVO LAS DOS PRIMERAS DE LA EMBAJADA (Internet).