La pagoda de Shwedagón es la más destacada de Yangón, la antigua Rangún

Es martes y por una cadena televisiva de un hotel de Mandalay, en la Birmania que ahora se denomina oficialmente Myanmar, me entero de que las protestas de la oposición de Tailandia se han trasladado al aeropuerto de la capital hasta el punto de obligar a cancelar vuelos. No le concedo importancia porque aunque mi regreso a España es vía Bangkok, aún quedan cuatro días y pienso que es imposible que uno de los 20 aeropuertos con más tráfico del mundo, y del que depende la industria más importante de Tailandia, como es el turismo, pueda permanecer muchos días cerrado.

Myanmar, la antigua Birmania, conserva las labores más ancestrales

Dos días más tarde, en la víspera del regreso, termino el tour por el interior de Birmania y regreso al hotel de Rangún donde el director de la agencia de turismo que me ha organizado el viaje me comunica que mi vuelo del día siguiente a Bangkok está cancelado por el cierre del aeropuerto y me brinda la ayuda de una empleada para gestionar en la oficina de la Thai, la compañía de bandera de Tailandia con la que concerté el vuelo internacional.

La estupa de Shwedagon en imagen nocturna

El viernes día 28, a primera hora llego con la empleada de la agencia a la oficina de la Thai en Rangún. Está de bote en bote de turistas y muchos con los ánimos exaltados porque llevan hasta cuatro días intentado en vano conectar con un vuelo que les permita regresar a su país. En la Thai me indican que al día siguiente puede abrirse el aeropuerto y normalizarse la situación, por lo que, aconsejado por la empleada de la agencia,decido esperar. Del craso error cometido me percato por la tarde, cuando paseando por el mercado de artesanía de Rangún me tropiezo con dos españolas que me ponen al día de lo dramático de la situación.

Un monje budista en Yangón

Llevan cuatro días intentado regresar a España y sólo lo han conseguido tras «ocupar» la oficina de la Thai todos los días y pagar finalmente 400 euros para conseguir un vuelo a Madrid vía Singapur. Se consideran afortunadas, ya que cuentan que otros turistas han pagado hasta mil euros por este mismo vuelo. Me dicen que con el cierre de Bangkok la capital birmana sólo tiene dos vías de salida, la de Singapur y la de Kuala Lumpur, la capital de Malasia.

Puesto de venta de comida callejero

Ante la posibilidad de que la estancia en Rangún se prolongue, cambio el confortable hotel en el que me alojo por otro más barato. Allí me encuentro con un grupo de cinco españoles que también llevan tres días de gestiones y que sólo han obtenido un papel con una pre-reserva de un vuelo a Singapur, lo que es poco más que nada. Ni que decir tiene que a primera hora del día siguiente estoy en la sucursal de la Thai, donde hay un verdadero tumulto, con la oficina abarrotada y con una larga cola que llega hasta la calle.

Anochecer sobre un lago de Yangón

Ante la explosiva situación, la Thai anuncia, una hora más tarde, que fleta un vuelo a Utapao, la base militar de Tailandia utilizada como aeropuerto alternativo al de Bangkok, con lo que consigue apaciguar los ánimos. Cuando llego al mostrador y me atiende el empleado de la compañía aérea, me ofrece, efectivamente, la opción de Utapao, pero cuando le pido la conexión con Madrid me dice que no hay ninguna prevista antes del día 6 de diciembre. Cosa distinta sucede con los turistas, más numerosos, de otros países, a los que les aseguran vuelos de conexión con su país.

Birmania es un viaje en el tiempo

Obviamente, me parece mucho peor el remedio que la enfermedad, y reclamó más alternativas pero el empleado me dice que «o lo tomo o lo dejo», pero no hay más solución. Hago una pausa en las gestiones y, tras debatirlo con mi mujer, opto por acreditarme como periodista, pese al riesgo que esto supone en un país en el que los periodistas están vetados y se les niega el visado sistemáticamente. Con la credencial de periodista pido hablar con el director de la Thai y, tras otra larga espera, por fin lo consigo. Me atiende con gran amabilidad y me asegura que va a intentar una solución.

Pude salir de Birmania y llegar a España a través de Kuala Lumpur

Sin embargo, la situación no es sencilla, ya que en los vuelos a Singapur no hay plazas hasta dentro de una semana. Sólo queda la opción de Kuala Lumpur. Durante dos horas espero, con mi mujer, una respuesta en medio de una gran incertidumbre. Por fin a las 3.30 de la tarde, tras seis horas de gestiones, el director de la Thai me confirma que todo está resuelto y que salgo esa misma noche para Kuala Lumpur, en un vuelo especial, y que dos días más tarde tengo el vuelo de conexión con Madrid vía Amsterdam. Cuando tengo la confirmación de los vuelos en la mano, apenas puedo contener la euforia y tras agradecer efusivamente al director de la oficina de la Thai sus gestiones, salgo a la calle con un alborozo imposible de disimular. Ahí es nada: solucionar el problema y sin pagar un céntimo de más.

Las Petronas, en Kuala Lumpur, fueron el edificio más alto del mundo cuando se construyó

Apenas me quedan unas horas en Rangún y lo celebro con Charo con una comida en la última planta del rascacielos Shakura, con una vista panorámica de toda la ciudad. Regreso al hotel para hacer las maletas, ya que tengo el tiempo bastante justo. Sin más incidencias llego a Kuala Lumpur, donde me entero, por un familiar, de la medida del gobierno español de fletar tres vuelos especiales a Tailandia.

Familia indonesia en el aviario de Kuala Lumpur

Tras dos días en la capital de Malasia, que ya conocía por dos visitas anteriores, regreso a Madrid y pese a haber perdido el vuelo de conexión con Alicante, que lo tenía reservado para el pasado sábado, Iberia me los canjea sin cargo alguno. A mediodía concluía la historia con mi llegada a Alicante. Era el martes, 2 de diciembre de 2008.

El mayor templo chino de Kuala Lumpur

Todas las imágenes: Manuel Dopazo