Un adolescente de 14 años apuñala a otro de 16 en Alemania porque éste último le pegó un susto vestido de payaso diabólico. Y además, parece que esto de ir pegando sustos a la gente vestido de payaso asesino se está poniendo de moda. Podéis ver la noticia completa pinchando aquí. Al chico de 14 lo retuvo la Policía pero luego se lo entregó a los padres mientras continúa la investigación.

Y yo me planteo: el chico de 14 años, ¿podría haber evitado la acción violenta de acuchillar al gracioso de 16? En el caso de que pudiera haberla evitado, quizá debería plantearse la punición de ese comportamiento. Pero, ¿y si era inevitable que el chico atacara al payaso diabólico?

Leyendo la noticia, no estoy muy segura de si el acuchillamiento se produjo en el mismo momento. Evidentemente, si el joven se fue a su casa a por un cuchillo y volvió media hora más tarde a buscar al payaso diabólico para acucharlo, el análisis deberia cambiar. Pero supongamos que se produjo en el mismo momento del susto.

La emoción de miedo es una de las más estudiadas por los investigadores. Según el filósofo José Luis Sampedro, "una de las fuerzas más importantes que motivan al hombre es el miedo". Y la ciencia le da la razón. Quizá sea la emoción que más ha asegurado nuestra supervivencia como especie, porque nos prepara para la huída en caso de percibir un peligro. Y esto de forma automática, sin pensarlo. Es decir, el miedo es una emoción muy útil porque nos ayuda a protegernos. Pero es precisamente por esa función de protección por la que, dependiendo del individuo, éste puede reaccionar huyendo, quedándose inmóvil o luchando.

¿De qué depende cómo reaccione el individuo? Pues de su predisposición biológica, de experiencias pasadas y de cómo el individuo valora la fuente de peligro. Es decir, si a alguien se le aparece un payaso diabólico al volver una esquina, esa persona puede pensar, en base a su experiencia o a su forma de ser que ese payaso diabólico es hasta gracioso. Pero otra persona, en la misma situación, puede ver amenazada su integridad, hasta tal punto, que, de forma automática, es decir, sin intervenir apenas la parte racional de nuestro cerebro, comience a luchar con el payaso, para asegurar su supervivencia. Y a lo mejor una tercera persona saldría huyendo despavorida.

El miedo aparece de forma inconsciente, antes de que la parte racional del cerebro pueda tomar las riendas de la situación. Esto ocurre porque es lo más eficiente para nuestra supervivencia. Si nos tenemos que parar a valorar conscientemente cada situación de peligro, ya nos habríamos extinguido. El miedo, como el resto de emociones, es un sistema de procesamiento de información rápido y eficiente.

Con lo cual, en mi opinión, el chico de 14 años reaccionó de forma emocional, es decir, inconscientemente, a una amenaza potencial para su integridad. Por tanto, el castigo se debería ceñir sólo al gracioso que produjo el incidente, ya que el joven de 14 años tardará muchos años en olvidar este episodio. Porque otra característica de las emociones, sobre todo de la emoción de miedo, es la de asegurarse de que esa situación no se nos va a olvidar nunca. Esa situación quedará anclado en la memoria a largo plazo de este joven.