Escribo este artículo al hilo del lapsus de Mariano Rajoy ayer, cuando dijo que había que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas (o algo así). Pero lo cierto es que si cualquiera de nosotros tuviera que estar todo el día y todos los días hablando en público, seguramente también tendríamos nuestros tropiezos. Como decía mi abuela, muy fan de las frases hechas, "el que tiene boca, se equivoca".

Pero, dicho esto, vamos a ver qué ocurre cuando Rajoy se da cuenta que se ha metido en un jardín del que no ha salido muy airoso. He visualizado varios vídeos de estos lapsus, como el reciente de "nosotros hemos engañado a España"; y creo que no siempre se da cuenta de lo que acaba de decir. No siempre se perciben señales de incomodidad justo después del lapsus.

Sin embargo, cuando sí se da cuenta, ocurren cosas como ésta (min. 0'05).

Justo cuando está acabando su frase, sintácticamente incoherente, guiña el ojo izquierdo.

Este parpadeo, que hemos podido ver en numerosas ocasiones en las que Mariano Rajoy se enfrenta a un momento complicado, parece corresponder a un tic nervioso. La situación le supera, se pone nervioso, y aparece el tic.

Pero en el momento de ayer, el de las máquinas, el gesto de incomodidad es diferente. Fijaos en el min. 1'00.

Acaba justo de pronunciar la frase de las máquinas y hace varios gestos casi a la vez:

- Cierra el puño izquierdo: es una forma que tenemos para dejar salir la tensión en momentos incómodos, cuando no verbalizamos esa incomodidad.

- Hace una microtracción de su corbata, que es un gesto que implica una voluntad de reafirmar la autoridad propia; es un gesto muy habitual cuando uno piensa que está en desventaja respecto al otro.

- Echa el tronco hacia atrás y vuelve enseguida hacia delante, que es un gesto que significa "querría irme de aquí pero no puedo, así que vuelvo".

- Esconde el pie izquierdo detrás del derecho: la microdisimulación del pie o de la mano izquierdos se produce muy habitualmente cuando nos sentimos cohibidos, avergonzados, tímidos. Cuando estamos en una situación en la que no querríamos estar. Es la forma que tiene nuestro subconsciente de esconder nuestro "yo".

Como véis, cuando Rajoy se da cuenta de su lapsus o equivocación, intenta aparentar normalidad, pero sus gestos nos muestran que la procesión va por dentro. A nadie le gusta equivocarse, y Rajoy no iba a ser diferente en esto.