Había hasta eco. El mensaje de Navidad más frío que he visto nunca. La decoración navideña brillaba por su ausencia. Un adorno floral en color rojo al lado de la bandera española, fuera de plano la mayor parte del tiempo, era lo más parecido a la decoración que podríamos esperar en este mensaje.

Qué diferente el escenario del del año pasado, que ya fue criticado por algunos analistas por su impersonalidad, pero que aún así tenía dos retratos familiares, un arbusto de Flor de Pascua y un ambiente algo más recogido.

Lo cierto es que si este año la Casa Real quería dar la sensación de frío, al menos para la que escribe estas líneas, lo han conseguido.

Y dicho esto, y dejando de lado la escena, centrémonos, en el discurso del Rey. Yo he contado al menos ocho cortes distintos, en un discurso que dura apenas trece minutos (por cierto, al igual que el año pasado, el Rey tenía una pierna cruzada sobre la otra sin moverla en todo el tiempo). O sea, un discurso más que ensayado y repetido “hasta que salga bien”. Cualquier orador, y por supuesto el Rey, es capaz de pronunciar un discurso de trece minutos sin cortar. Esto hace que le falte naturalidad. El Rey se esfuerza en darle ritmo y entonación a la voz, pero cuando se repite algo muchas veces, la emoción suele desaparecer; o, al menos pierde intensidad. Y eso se nota.

Hay un detalle que me ha llamado mucho la atención en este mensaje: el Rey apenas parpadea. Utilizamos el parpadeo para cumplir diferentes funciones: para hidratar el ojo, para buscar y para guardar información en nuestro cerebro, para “escapar” de situaciones que no nos gustan, etc.

Por ejemplo, si os fijáis entre el minuto 2’44 y el 3’32, el Rey parpadea sólo cuatro veces en casi un minuto (min. 2’59, min. 3’08, min. 3’23 y min. 3’32). Es decir, un ritmo de 15s-9s-15s-9s.

He pensado que quizá él es así, y que no parpadea mucho. Así que he buscado otro vídeo de él, y el primero que he encontrado es el del encuentro con Obama (aquel en que la traductora se equivocó un se armó un revuelo tremendo).

Si os fijáis entre el min. 0’47 y el min. 1’00 por ejemplo, parpadea cada dos o cuatro segundos.

Es decir, que en el mensaje navideño, que seguramente estaba leyendo, había una desafección con el discurso, con las palabras que estaba leyendo. Pero ojo, todo cambia cuando habla del terrorismo. Desde el min. 9’14 hasta el min. 9’43, parpadea cinco veces, lo que significa una media de un parpadeo cada 5’8 segundos. Mucho más frecuente que en el resto del discurso.

Es más, es en el único momento en que podemos ver un par de microexpresiones (expresiones faciales que duran más o menos un cuarto de segundo y que hacemos de forma inconsciente).

Primero vemos una microexpresión de ira, justo cuando dice la palabra “indignación” (min. 9’15).

Poco después, podemos ver una microexpresión de desprecio al decir que “son auténticos ataques a nuestro modelo de convivencia” (min. 9’26).

En fin, se trata de un discurso muy ensayado y preparado, como siempre; que carece por tanto de la naturalidad que nos gustaría ver. El marco elegido en mi opinión no ha sido el adecuado para estas fechas. El Rey no ha sentido más que una parte muy concreta del discurso, la de la amenaza terrorista, limitándose en el resto a leer correctamente.