Los abrazos son algo necesario y fundamental en nuestra vida. Bueno, en la nuestra y en la de otras especies animales, sobre todo mamíferos...

Se ha demostrado que el abrazo maternal al bebé es fundamental para que éste sobreviva. Los abrazos entre amigos generan en nosotros sentimientos de felicidad, apego, unión, mejoran el humor... Vamos, que nos hacen la vida más alegre. Esto se produce por los cambios hormonales que se producen al abrazar y ser abrazados: aumentan la oxitocina (generalmente llamada "hormona del amor" porque influye en el apego, la monogamia, la felicidad y controla el estrés), la dopamina (hormona ligada al sistema de recompensas, que facilita la motivación) y la serotonina (hormona que influyen en el humor y en la importancia que nos damos).

Sin embargo, los abrazos, que son algo que evolutivamente ha permitido a nuestra especie sobrevivir (hay estudios que demuestran que, sin los abrazos y caricias de la madre, el bebé no sobrevive ni un año) en ocasiones se chocan de lleno con las normas sociales de algunos países o culturas.

El caso que os traigo hoy es de Japón. En Japón, el contacto físico con otras personas se reserva para la intimidad del hogar. Los amigos no se abrazan, los novios tampoco. Ni siquiera se dan un apretón de manos para saludarse en un encuentro formal.

Aquí tenéis de hecho un fallo gordo de Obama al saludar a los Emperadores de Japón:

Esto nos puede chocar bastante a los que tenemos una cultura latina, que se caracteriza por justo lo contrario: invasiones constantes del espacio personal de los demás para tocar (toque en el brazo, en el hombro, en la cara,...). La cuestión es que en Japón es así. Pero eso no quiere decir que hayan evolucionado tanto que no necesiten contacto humano. Ya he dicho que en la intimidad del hogar, los japoneses sí se tocan entre ellos. De hecho, es muy habitual que los niños duerman en colecho con sus padres hasta la pubertad.

Sin embargo, el modo de vida japonés, marcado por su orientación al trabajo, así como unas costumbres muy rígidas en cuanto a la interacción con los demás fuera del círculo familiar, hace que muchas personas se sientan muy solas. Restaurantes con gatos de compañía (a los que los japoneses sí se dan permiso para acariciar) o con muñecos con los que compartir mesa se abren paso con fuerza en la cultura de no-contacto por excelencia.

Tanto es así, que se están desarrollando robots para abrazar. Este es el caso del Sense-roid, un chaleco y un maniquí que te devuelven el abrazo. Si los japoneses son los líderes mundiales en realidad virtual, es lógico que aprovechen estas capacidades tecnológicas para intentar suplir sus propias carencias.

Desarrollado por la Universidad de Electro-comunicaciones de Tokio, este chaleco, con sensores de presión, microprocesador, micro-interruptores,... simula la sensación táctil de un abrazo. Tú abrazas al maniquí, y el chaleco que llevas puesto imita el movimiento en tu espalda. Lo que no se ha comprobado es si la experiencia virtual tiene los mismos efectos hormonales que un abrazo convencional.