Juan Manuel Santos, el Presidente de Colombia, y Rodrigo Londoño, el líder de las FARC, han firmado por fin un acuerdo de paz. El simbolismo, que es otra forma de expresión no verbal, rodeó el acuerdo: todos vestían de blanco, el boli era un antiguo casquillo de bala, el Presidente le regaló al líder las FARC un pin de una paloma blanca... En fin, mucho simbolismo en una ceremonia histórica y feliz.

Pero, si nos fijamos en el apretón de manos que se dan ambos, justo después de firmar con el boli-casquillo y ponerse el pin de la paloma (min. 0'22), hay un pequeño matiz que vale la pena comentar.

Podemos ver cómo primero cómo el líder de las FARC refuerza el apretón de manos poniendo su mano izquierda sobre la derecha del Presidente. Se trata de una voluntad (consciente o inconsciente) de darle cierta afectividad a ese apretón de manos por parte de Rodrigo Londoño.

Pero, si os fijáis en el Presidente de Colombia, él ya está reforzando ese apretón de manos en el hombro de Rodrigo Londoño. La connotación es bien diferente al refuerzo en la mano que hace éste último. Reforzar el apretón de manos en el hombro, en un contexto formal o profesional, tiene un significado añadido de dominancia, de liderazgo, de "aquí mando yo".

Acto seguido, vemos cómo el líder de las FARC actúa en espejo (técnica no verbal muy habitual que consiste en hacer lo mismo que te hacen), y de reforzar el apretón de manos en la mano (más afectivo) sube al hombro (más dominante).

Fijaos que queda un poco forzada por parte de Rodrigo Londoño esa mano izquierda en el hombro de Juan Manuel Santos.

En fin, que lo que empezaba como un apretón muy dulce, afectuoso, por parte de Londoño, acaba siendo un "medir de fuerzas" por parte de los dos.

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